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Manuel Sanchis i Marco: "Si España cae, el euro se acaba"

04/06/2012 Profesor de Economía, funcionario de la CE e investigador, afirma que España ya ha realizado la mitad de los ajustes necesarios para recuperar la competitividad perdida

VALENCIA. Manuel Sanchis i Marco (Valencia, 1955), es doctor en Economía cum laude, funcionario en excedencia de la Comisión Europea en la DG de Economía y Finanzas desde 1986 e imparte clases de Economía Aplicada en la Facultad de Economía de la Universidad de Valencia. Es investigador del IREA de la Universitat de Barcelona y miembro del Expert Advisory Group for Socio‐economic Sciences and Humanities del 7º Programa Marco de la Unión Europea.

Opina que si se hubiera dejado quebrar algún banco o caja hubiera sido una lección para los demás y hubiera permitido eliminar los activos tóxicos del sector inmobiliario, que cinco años después siguen contaminando. Afirma que lo que tiene que hacer Alemania es movilizar su exceso de ahorro para que los demás países puedan también reactivarse. Casado y con dos hijos. Volvió aprovechando el crecimiento de sus hijos, pero no al barrio de Ruzafa donde nació. Habla seis idiomas y sigue estudiando. Este año termina Filosofía. En Bruselas escuchaba mucho jazz, en España le ha dado por la música clásica. En su juventud destacó en el beisbol.

-¿Cuánta culpa tienen los economistas de la crisis actual?
-Las culpas están muy repartidas. Esta crisis ha dejado en entredicho algunos dogmas del capitalismo como que los mercados financieros son siempre eficientes, que a los banqueros hay que dejarlos en paz porque saben lo que hacen, o que los datos de las agencias de rating son siempre certeros, cuando se ha visto su connivencia con los estamentos a los que tenían que evaluar... Por lo que respecta a los economistas han cumplido su papel de "Casandra", pero no hay más sordo que el que no quiere oír. Todo lo que está pasando está escrito que iba a pasar. En uno de mis artículos, por ejemplo, ya señalé que si no se establecía un pacto de Estado, seguiríamos sin salir de la crisis hasta 2017.

-Se empieza a pensar que una expansión de los costes laborales en Alemania podría ayudar a resolver los desequilibrios...
-Sí, pero el problema de fondo es que las decisiones políticas son tan lentas que los problemas se pudren. En 2009 se hablaba sobre la conveniencia de dejar quebrar alguna caja. Esto hubiera obligado a las demás a hacer el trabajo que no hacían. Ahora es tarde. Tenemos el mismo volumen de activos tóxicos que hace cinco años, apenas se ha avanzado. La caída de precios en el sector inmobiliario español, comparado con Irlanda o Alemania, es muy débil. Los bancos están esperando a que todo esto pase para solucionar sus problemas de activos y esto no funciona así. Es al revés. Cuando solucionen sus problemas de activos tóxicos todo esto pasará. Pero no lo hacen porque se han lanzado a una serie de operaciones especulativas que les han salido mal y no quieren asumir los costes de esa mala gestión. Esperan que todo esto pase para poder vender con beneficios lo que compraron a precios exorbitantes especulando.

-O sea, esperan los políticos, los ciudadanos, los banqueros... ¿a qué?
-En España los problemas proceden de la toxicidad de los activos bancarios y del endeudamiento del sector privado. Hace unos años se decía que el sistema financiero español era el más solvente del mundo. Categoría que han perdido porque llevamos cinco años sin que resuelvan su problema con los activos tóxicos y sin desempeñar su primera función, que es dar crédito. Si en su momento hubieran dejado quebrar una caja o banco el resto se hubiera puesto las pilas y hoy serían menos tóxicas. Hacerlo ahora sería un desastre. Respecto al endeudamiento del sector privado hay que decir que las familias y empresas están corrigiendo y ajustando su economía desde 2008. El problema de la economía española es de ajuste competitivo y recapitalización. Hay que ajustar el tamaño de las empresas y el nivel salarial a los niveles de productividad para tener competitividad. Y por otro lado recapitalizar la banca.

-¿Alguna luz entre tanto problema?
-Sí, que hemos resuelto la mitad del problema en materia de competitividad. Es decir, el ajuste competitivo está realizándose. Si miramos las cifras de costes laborales unitarios que publica la Comisión Europea vemos cómo desde 2008 hay una ganancia del 7,7% de competitividad. La pérdida era del 15,5%. Hemos ganado desde 2008 la mitad de la competitividad que habíamos perdido, nos queda la mitad del camino por recorrer. La economía, a las malas, se está ajustando. Pero hasta el 2017 no empezaremos a tener tasas del 1,5% o 2% de crecimiento. Pero la economía española crea empleo a partir del 3% de crecimiento. Cuando cojamos velocidad de crucero se suprimirá el aspecto desánimo y la gente clasificada como inactiva se animará a buscar trabajo. Esto aumentará el paro, mientras no aumente la velocidad con la que se cree empleo.

-Ha mencionado que un Pacto de Estado reduciría el tiempo de crisis...
-Totalmente y me parece fatal que no sean capaces de llegar a acuerdos. Me parecía fatal cuando estaba el PSOE y se negaba y me parece fatal que el PP haga lo mismo. Creo que no se ponen de acuerdo porque son políticos sin visión de Estado o carecen de los asesores adecuados. En este país falta la cultura política que los ciudadanos demandan.

-¿Cuál seria el impacto de ese pacto que uste reclama?
-De entrada devolvería la confianza a los mercados, a la sociedad, a las empresas y nos colocaría en una mejor posición para superar la situación. Además ayudaría a asumir políticamente los costes de la crisis. Hasta ahora solo se han hecho recortes, pero la parte de reparto equitativo, a través de los impuestos, de la crisis está por ver.

-¿Un pacto PP-PSOE sería suficiente?
-Sería mejor un pacto con todo el arco parlamentario y mucho más amplio de lo que fueron los pactos de la Moncloa. Pero ya es un poco tarde. El orden hubiera sido limpiar los activos dañados de la banca. Llamar a capítulo a los bancos y dejar caer alguna caja. Después hubiera sido pactar con todos la reforma fiscal para que todos los partidos asumieran el coste político de tener que subir impuestos en España debido a la crisis. Finalmente, y con la legitimidad política adquirida, había que exigir a los empresarios un recorte salarial del 10 al 15% y que pactasen reforma del mercado de trabajo y recorte salarial, por lo que no tendrían margen de maniobra para decir que no, que es lo que está ocurriendo ahora.

-El Gobierno ha anunciado el nombre de las dos firmas que van a realizar la auditoría al sector financiero español: la alemana Roland Berger y la estadounidense Oliver Wyman. Esta última desatinó en su pronóstico al nombrar a Anglo Irish Bank como mejor banco del mundo. ¿Qué opina al respecto?
-Para empezar es una ofensa a la profesionalidad de los grandes economistas que tiene este país en el Banco de España. Dan a entender que las autoridades actuales no creen en la profesionalidad del Banco de España.

-¿Quizá el caso Bankia esté detrás de esta decisión?
-Seguramente la política de fusiones no ha sido la más afortunada, porque se han fusionado dos cajas malas y de ello no puede salir nada bueno. Independientemente de eso, es triste que tengamos que recurrir fuera para realizar una supervisión de activos tóxicos que podríamos hacer desde dentro. El problema no está en los profesionales sino en la politización de algunas acciones.

-¿Por ejemplo?
-Si damos distintas cifras de déficit es lógico que las instituciones europeas desconfíen de los datos que salen de España.

-En uno de sus artículos dice que "Alemania nos da gato por liebre". ¿A qué se refiere?
-Hay que entender a la opinión pública alemana y su cultura de trabajo. Nosotros despedimos gente y ellos reducen las horas de trabajo. Cada país tiene su forma de ajustarse a las crisis. Para ellos el rigor y el respeto de los incrementos salariales en línea con la productividad es básico. Aquí desde 1999 a 2008 los costes laborales unitarios han crecido un 15,5%. Hemos perdido un 15,5% de competitividad. Tendríamos que haber devaluado en la misma cifra para mantener la competitividad de nuestras exportaciones. Los alemanes durante ese periodo ganan un 16% de competitividad. Y es cierto que han exagerado el ajuste. Han ajustado más de lo debido. Es decir, el crecimiento de los salarios ha sido bastante inferior al crecimiento de la productividad. Eso ha generado un exceso de competitividad que está arrastrando al resto de los países. En nuestro caso el coste laboral ha crecido a una velocidad muy superior cuando la productividad ha sido negativa.

-¿Con lo cual "nos dan gato por liebre"?
-Tenemos que deshacer el camino andado y lo estamos haciendo. Los costes laborales han caído en España un 7,7%, pero los alemanes también tienen que dejar de seguir haciendo ajustes. Ellos hoy son más competitivos de lo necesario. Sus exportaciones han sido compradas por los países de la periferia. Así que con el ahorro que esas empresas exportadoras alemanas han conseguido hemos financiado su gasto. Estamos en un sistema económico donde hay países que ahorran más de lo debido, como Alemania, y otros que ahorran menos, como los países de la periferia y esto se tiene que equilibrar.

-¿Cómo?
-Su corrección requiere transferencias de capital a través del presupuesto europeo hacia los países periféricos, devaluaciones internas en éstos y revaluaciones internas en los países centrales y, sobre todo, en Alemania.

-¿El ahorro es tan necesario?
-Por sí mismo no es una virtud. Es una virtud siempre y cuando esté en equilibrio con la inversión. Cuando en una economía hay un exceso de ahorro lo que hay que hacer es consumirlo. Y por tanto lo que tiene que hacer Alemania es movilizar su exceso de ahorro para que los demás países puedan también reactivarse.

-Últimamente se escuchan voces que se preguntan por qué lo llaman crisis cuando ha sido una estafa...
-Esto da para mucho. Veamos. El sistema funciona bien, pero también es cierto que ha habido cierto abuso en algunos temas, debido al factor humano, que ha impedido que el sistema funcione con una racionalidad económica sana de acuerdo con las reglas. Por otro lado, los bancos han gozado de un poder excesivo y han tenido una capacidad de influencia desorbitante en algunos ámbitos de las instituciones internacionales, gobiernos y universidades. Esto es malo. A los bancos hay que atarlos en corto. Por ejemplo, los sueldos que se dan me parecen, aparte de indecentes e inmorales, revisables y no por parte del Estado, que no es quien para determinar los sueldos de una empresa privada. Sí habría que preguntarse cómo conciben su sistema financiero para que sea competitivo sin llegar al grado de oligopolio que existe en España.

No hablamos ya de los sueldos de las cajas, que son otro tipo de impudicias con connotaciones políticas. El sueldo sea el de quien sea tiene que estar de acuerdo con la productividad. Me gustaría que demostrasen con alguna formulación económica que esos señores obtienen dicha productividad anual. Lo más grave es cuando un banco funciona mal y se mantienen esos sueldos e indemnizaciones que son inmorales, injustos y escandalosos. En estas cuestiones la Iglesia Católica debería ser más rigurosa que con otras como la forma en la que nos metemos en la cama. Sin embargo ahora, con la que cae, están muy calladita.

-¿Una banca pública es una solución?
-No. Sería un gravísimo error. Una cosa son las élites bancarias de un país y otra los profesionales bancarios que trabajan en el sector. Me haría apátrida si España tuviese una banca pública porque sería una locura. A la hora de dar un crédito lo que hay que saber es leer un balance, conocer la trayectoria profesional de una empresa y la catadura moral y financiera del solicitante. Esto no se consigue de la noche a la mañana. Por eso lo último que quiero ver es funcionarios públicos distribuyendo créditos. Ya hemos tenido bastante con la CAM y Bancaixa para que ahora se nos llene de enchufados una banca pública.

-La cúpula de la CAM está declarando que ellos no conocían los papeles que firmaban... ¿esto es posible?
-No. El artículo 3º del Código Civil dice que la ignorancia de las leyes no excusa su cumplimiento y si ellos firmaban sin saber lo que firmaban lo que tenían que hacer es irse a la calle por irresponsables. Mi padre siempre me decía: no firmes nada sin saber lo que firmas.

-¿Se ha acabado aquello de "predicar con el ejemplo"?
-Pues sí, porque con qué fuerza moral va a pedir esfuerzos a los demás un Gobierno que no predica con el ejemplo. El orden de las acciones es muy importante. No se puede exigir un pacto económico, salarial y de productividad a los sindicatos como Gobierno si antes no se ha armado de legitimidad realizando una reforma fiscal justa y sin actuar con justicia frente a los poderosos. Es malo para el país porque no se respeta la virtud social por excelencia de una nación que es la justicia.

-Visto lo visto en España y como funcionario de la Comisión Europea en excedencia, ¿se ha replanteado volver allí?
-Si tuviera garantizado mi salario aquí no. Ahora le están viendo los cuernos al toro. Pero este es un juego de muchos actores en el mismo barco. Si España cae, el euro se acaba. Si no hay un cambio de liderazgo político, pero no cualquiera, en Alemania, capaz de darle la vuelta como un calcetín a la opinión pública alemana, como hizo Helmunt Kohl, esto se acaba. España está haciendo su revaluación interna, Alemania aún no ha empezado.

-¿Volver a la peseta sería un error?
-Una catástrofe porque tendríamos que devolver la deuda exterior en moneda fuerte y se dispararía.

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2 comentarios

Ake Carlhammar escribió
30/07/2012 13:57

Unas preguntas para entender más lo del euro: 1. ¿Por qué, si un país del euro (como Grecia o España) quiebra, debe romperse el euro? En Gran Bretaña, una empresa importante puede quebrar sin que caiga la libra 2. Si Grecia es excluida el euro pero sigue empleando la divisa, negándose a volver a la drachma, ¿qué puede hacer Alemania y la Comisión Europea? Saludos de un amigo curioso / Ake Carlhammar

oana escribió
23/07/2012 16:06

Una entrevista muy interesante, como todos sus artículos. Recomiendo leer (2011) Falacias, Dilemas y Paradojas. La Economía de España: 1980-2010.

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