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VALENCIA. Javier Cordón (Moncada, 1981), estudió Educación Física y Deporte en Lleida, Ciencias Empresariales en Barcelona; trabajó en la Fundación del Valencia CF coordinando equipos y campos internacionales, se especializó en gestión deportiva. Quiso ser jugador profesional, pero no lo consiguió. Vive su sueño siendo representante de futbolistas. Es agente FIFA de 18 futbolistas. Para conseguir el primero se tuvo que ir a Noruega. Mujeres, contadas con una mano. Dos pensamientos. "El día que por ganar una comisión traicione los valores recibidos en mi educación y familia dejaré esta profesión". "Soy de los que piensa que tenemos que ser proactivos, optimistas y echarle agallas al mundo que nos ha tocado vivir". Agradece que el Made in Spain del fútbol siga teniendo mucho prestigio.

-¿Se licenció en Educación Física, en Empresariales, domina un par de idiomas... todo para ser agente FIFA?
-Desde que era pequeño practico deportes. Baloncesto, tenis y sobre todo fútbol. Hasta los 19 años estaba convencido que iba a ser futbolista profesional. Es evidente que no lo conseguí. Soy un futbolista frustrado. Sin embargo parte de aquel sueño es hoy mi realidad. Sin ser un profesional del deporte, vivo del fútbol.

-¿Cómo encajó la frustración de no poder llegar a ser como Messi o Casillas?
-Opté por estudiar. Me fui a Lleida, Barcelona, trabajé dos temporadas en la Fundación del Valencia C.F como responsable del área deportiva, gestionando cantera, campos internacionales... Y en 2007 abrí el chiringuito.

-¿La mayoría de los agentes futbolísticos son jugadores frustrados?
-Muchos son exfutbolistas, pero creo que todos los que no hemos tocado balón tenemos esa espinita grabada.

-¿El fútbol es indemne a la crisis?
-Es un sector tocado, pero sigue dando beneficios. Por ejemplo, la final de Bucarest ha movido más de 80 vuelos, más dietas, más entradas... en un fin de semana. O sea que el interés sigue en aumento, pero...

-¿Dónde flojea?
-En los presupuestos de los clubs, que no son tan boyantes como años atrás. Los clubs están buscando nuevas fórmulas de ingresos procedentes de otras áreas no tan habituales como la venta de entradas o derechos de televisión. Muchos hoy en día no son rentables, están en concurso de acreedores, pese a que el negocio siga vivo.

-¿Cree que el fútbol debería mojarse más y ser más solidario con la crisis que vive el país?
-El fútbol no es ajeno a todo lo que pasa y sí que hay tentativas por parte de los clubs, pero también es verdad que no es fácil saber todo lo que están haciendo.

-Para ser agente FIFA solo se requiere una licencia de la Real Federación Española de Fútbol y pasar un test de 20 preguntas. Con tan pocos requisitos habrá agentes a patadas...
-Sí. En España hay 1.000 agentes licenciados. Es el país europeo con mayor número de representantes de futbolistas, seguido de Italia y no hay trabajo para todos. El fútbol rentable se reduce a 1ª y 2ª división... conforme están las economías hay clubs de segunda división inmersos en concursos de acreedores con los que es complicado trabajar... y además hay agentes sin licencia que también operan.

-¿Se sabe quienes son?
-Los que estamos en el sector sabemos quienes son, quienes trabajan en B eludiendo las reglas que impone la FIFA. La Asociación de Agentes de Futbolistas se encarga de denunciar estos casos que no se rigen por el código deontológico que marca el trabajo de un agente. Estas personas operan sin ningún código moral o ética profesional. Siempre digo que no le temo a la competencia, pero mucho a la incompetencia. Y los que operan al margen no tienen corporativismo con la profesión, actúan a corto plazo y no piensan en la figura del agente como un bien necesario.

-¿Qué beneficios obtiene un jugador al trabajar con un agente sin licencia?
-La realidad es más sencilla. El jugador lo que quiere es tener una persona de su confianza a su lado. En mi caso ningún jugador me ha pedido mi número de licencia. Se discrimina por los contactos que posees, las operaciones realizadas, los conocimientos... Se da por hecho que el agente tiene su licencia. Al final, jugador y club, lo que busca es cerrar una buena operación.

-La FIFA permite que un familiar o un cónyuge lo represente, ¿en estos casos qué pasa con la licencia?
-Que no la hay, ni se necesita. Un jugador no necesita necesariamente un agente. Él puede auto negociar sus contratos ayudado por un familiar o un simple abogado.

-Sin embargo siguen licenciándose agentes, ¿cuántos hay en la Comunidad Valenciana?
-Aproximadamente entre 200 y 250 agentes. Quizá demasiados, pero son muy buenos. En esta Comunidad la competencia es feroz. La licencia es de carácter mundial y podemos operar aproximadamente en 206 países donde está la FIFA.

-¿Hay muchas mujeres en su campo profesional?
-No. Muy pocas.

-¡Por lo menos tienen una famosa, Nuria Bermúdez!
-No puedo decir que sea representante de jugadores porque no la he visto nunca en ninguna ciudad deportiva, o sala de espera de un club. Es verdad que aprobó el examen, pero no ejerce como tal. No fue ni siquiera representante de su exmarido, Dani Güiza. De las 1.000 licencias concedidas en España, solo el 10% ejerce esta profesión. Una cosa es tener la licencia y otra distinta ejercer la profesión. Si bien es verdad que la presencia de la mujer ha aumentado, con su presencia en los campos de fútbol, en el marketing, jugando..., pero no en esta área. Eso sí cuando una llega, llega lejos, como Margarita Garay, directora general de Bahía, grupo que gestiona los intereses económicos de cientos de jugadores profesionales. Es un caso excepcional.

-¿Hay mucha caja B en su mundo profesional?
-En la última reunión de la Asociación de Agentes de Futbolistas presidida por Pedro Grau se trató precisamente este asunto. En dicho encuentro se recordó que a raíz de las recientes reformas financieras, se nos ha dicho que somos uno de los grupos que va a recibir visitas periódicas de Hacienda. Artistas, deportivas y representantes van a estar mucho más controlados. Llevo en este campo profesional desde 2007 y si bien he visto muchas cosas, no conozco ningún caso cercano, incluido yo mismo en el que alguien me haya insinuado pagar en B. La figura del agente no existía hace veinte años, y quizá entonces se cometieron muchos errores, pero hoy es más difícil porque estamos muy contralados.

-Por cierto, ¿cómo es su cartera de clientes?
-Incluye jóvenes talentos que no han firmado ningún contrato profesional con su club y jugadores profesionales. Como en España hay muchísima competencia hay que irse fuera para empezar.

-¿Así empezó usted?
-Sí. Me fui a Escandinavia, busqué colaboradores y nichos de mercado que me dieran rentabilidad a corto plazo.

-¿Así, sin más?
-En esta profesión como en otras, el éxito siempre viene de la mano de buenos contactos. Un amigo fue el nexo que me puso en contacto con Celso Borges, un futbolista costarricense que juega en el AIK Estocolmo en Suecia en Primera División. Tres años después de trabajar con él y mucha publicidad 'boca- oreja' las puertas se han ido abriendo.

-¿Cuál es la clave para llegar a la Primera División?
-La confianza. El éxito no depende de tener una agencia grande, ni estupendas oficinas, ni un coche espectacular... sino de dar confianza y conseguir que el jugador confíe en ti tanto como si fueras parte de su familia. Por eso llegar a vivir de este mercado supone una travesía de siete años, como pocos, llamando a las puertas de los clubs. Siempre hay excepciones, o sea buenos contactos.

-¿Y no le cansa tanta pasillo?
-Digamos que tengo mucha vocación, pero reconozco que ser representante de un jugador profesional es toda una aventura. En la alta competición el agente hace de todo. Permanece al lado del jugador si ha acabado en un hospital por una lesión o conduce 600 kilómetros para visitar a un familiar del jugador.

-E incluso, en su caso, aceptar ser tutor de uno de sus jugadores...
-Sí. Es un jugador camerunés que llegó a mí con 16 años, hoy tiene 18. Me habían hablado de él, lo había visto jugar y me gustó. Su familia se puso en contacto conmigo porque al parecer el chico estaba estudiando en Francia. Pero cuando llegó a Valencia tenía el visado caducado, no tenía papeles, estaba lesionado y había engordado. Me planteé qué hacer. Finalmente me arriesgué y con el permiso de sus padres me hice cargo de su manutención, alojamiento y educación hasta los 18 años. Afortunadamente el chico ha respondido con talento y madurez; y actualmente juega con contrato en las categorías inferiores del Valencia C.F. Mi deseo como proyecto personal es que vaya a la Universidad y por supuesto que firme un contrato profesional.

-De todos modos, no siempre habrá sido un camino de rosas...
-Pues no. El algunas ocasiones hemos bordeado el límite, pero no hemos caído y eso me reconfirma la importancia de esta profesión.

-El año pasado a raíz de determinados movimientos sospechosos en el mercado de fichajes la FIFA se planteó establecer un tope del 3% como máximo a cobrar en la comisión de un fichaje. ¿Qué ha pasado con esta medida?
-Todavía no se ha adoptado. La FIFA sopesa eliminar la figura del agente como actor oficial del mercado de fichajes. Maticemos. Quieren eliminar la titulación, pero no que cualquier persona pueda ser agente. La media de la comisión actual está fijada en un 10% que sólo puedes cobrar a una de las partes, al jugador o al club. Pero también es verdad que todo es una negociación y puede subir o bajar.

-¿Se considera muy joven para moverse en este mundo profesional?
-Un estudio de mercado realizado recientemente subraya que la media de edad de los agentes está entre los 35 y 45 años. Estoy por debajo de esa cifra. Ahora, como desde que empecé me dedico en cuerpo y alma a esta actividad, puedo decir que soy un joven experto.

-¿En su vida solo hay fútbol?
-Sí. Mi día a día es el deporte. Juego al fútbol, salgo a correr, juego al tenis... el deporte es mi forma de vida. De todos modos estoy al día de todo lo que ocurre a mi alrededor y me preocupa lo que está ocurriendo en España. Mi familia tiene una empresa de construcción y actualmente colaboro en la medida de mis posibilidades para echarles una mano. Soy de los que piensa que tenemos que ser proactivos, optimistas y echarle agallas al mundo que nos ha tocado vivir.