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VALENCIA (ÁNGELA VALERO DE PALMA). Colorido, eso es lo que hubo en la inauguración de la exposición Un Juego Mágico de los artistas Willy Ramos, Eusebio López y Juan Barberá. Fue el miércoles 25 de abril y consiguió reunir a una pequeña diversidad de la sociedad valenciana, con pinceladas de diversos ámbitos y música agradable, más o menos de chill out, en el pórtico que hay entre el MuVIM y la nueva sala Parpalló.

En realidad fueron dos inauguraciones, pues la sala Parpalló también estrenaba ubicación en un ala lateral del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad. La Parpalló fue durante años cuna del vanguardismo y aunque estaba pegada al Museo de Bellas Artes siempre ha pertenecido a la Diputación de Valencia. Vamos, esas cosas que la gente de a pié ni se planteaba pero que ahora empieza a preguntarse, por aquello de quién pagará qué o si lo hará.

Pues como la Diputación de Valencia es de las administraciones que primero comenzaron con sus políticas de ahorro, tal y como explicaba orgulloso su flamante director de Comunicación, Pedro Muelas, cerró aquel museo allende el otro lado del puente y ha aprovechado un hueco en el conjunto del MuVIM.

El ambiente colorista lo ponían los invitados, las mini pizzas y la música de los dos djs, treinteañeros con barba de moda y con movimientos sincronizados de cabeza como los de los perros de las guanteras de los coches de los 70. La atmósfera que crearon embriagó a Pedro Muelas, a pesar de que no había cerveza. Ese fue el único fallo de una inauguración perfectamente organizada y sincronizada en movimientos como los de los djs.

Había una amalgama de gentes diversas, modistos, como Francis Montesinos, políticos, como Consuelo Ciscar que se acercó a ver a sus vecinos, pintores, como José Morea, interioristas, como Gonzalo García Mitanda, escritores como Lluis Fernández, críticos de arte, como Rafa Marí.

Por el lado de las amigas inseparables, Maloles Despujol y Taitá Chastel, Ángela Plá y su amiga y a pesar de todo reciente fichaje, Pilar Barberá o Virginia Vivó de GMD con Flaminia Guallart, directora del Museo Taurino. Ambas con grandes proyectos y recibiendo a todos con los enormes abrazos que las caracterizan.

Carlos Soler, sólo con su presencia, demostró que la exposición vale la pena. Pocos entienden de arte como él, aunque seguro que Isabel Arcas de Emer-GFK sabe de lo que vale el arte, que es otra manera práctica de entenderlo. Lo que es seguro es que los autores de esta recomendable exposición se cotizan cada vez más alto.