VALENCIA. A pesar de la falta de atención de nuestros representantes públicos a todo lo que dentro de la gastronomía genera valor y riqueza, la ciudad de Valencia -como la Comunidad en su conjunto- está demostrando que tiene capacidad para transformarse aunque sea a costa de perder buenas parte de las referencias pasadas.
Escribió Joanot Martorell, en El Tirant, que "aquesta noble ciutat -València- vendrà per temps en gran decaïment". La obra fue escrita en 1490, cuando iniciaba una decadencia que duraría siglos y la llevaría perder todo su esplendor como referente en el Mediterráneo. Pero mucho me temo que, tal y como están las cosas, la constatación podría haberse escrito ayer. Al menos en relación con la gastronomía. Cada semana un referente desaparece. Ésta anuncia el cierre Sangonereta dentro de esta ola de destrucción que lleva camino de llevarse por delante mucho de lo que tenemos. Y no es lo diga yo: son los propios políticos que gobiernan los que a cada paso nos lo recuerdan aumentando nuestro desconcierto. Claro que su apoyo a las iniciativas dentro del sector ha sido hasta el momento nulo. Así que igual, en este terreno, no son muy de fiar.
De hecho algunos amigos que considero expertos me ilustran acerca de lo que, según parece, en economía se conoce como destrucción creativa. En síntesis, que mientras unas cosas desaparecen (Torrijos, Albacar, Huertas, Castillo, etc.) otras nuevas aparecen. Y en mi opinión no les falta razón. Dentro de una etapa nada boyante hay iniciativas muy destacables que no deben pasar desapercibidas. Hay muchas más pero a continuación les comento algunas. Aún a riesgo de opinar en exceso, por una vez, sobre cuestiones que no son de gastronomía.
1. Puntdesabor.com. Dada su importancia como síntoma de los nuevos tiempos quisiera dedicarle próximamente un comentario. Pero aunque ha recibido atención notable en los medios de comunicación, la tienda del sindicato Unió de Llauradors i Ramaders del País Valencia en pleno centro de Valencia es una iniciativa que desvela la profundidad del cambio. Productos directos del productor al consumidor sin intermediarios. Si los que se envuelven en la senyera, como ese gran empresario de siempre precios bajos que es valenciano como podría ser birmano o sudafricano, prestara algo de atención a los productos locales otro gallo nos cantaría.
Que junto a un buen número de productores de naranjas individuales, que las comercializan en internet, un sindicato se lance a comercializar productos es un motivo de alegría. En un mundo como el actual el papel de estas organizaciones no puede ser el del pasado: es condenarse a morir o convertirse en un saprófito del sistema. Pero que lo haga en el centro de la ciudad y con una tienda espectacular en diseño, más todavía. Ahora falta aumentar la oferta -muy modesta en mi apreciación- y poner en marcha la tienda online (al menos para los distritos del 460XX).
2. Las cervezas del mercado. La distribución de cervezas de calidad está mejorando de forma espectacular. A la expansión de las artesanales, excelentes todas las que conozco pero demasiado parecidas, se suma la oferta creciente de las procedentes de diversos países. Ahora con una nueva tienda en el mercado central (a la derecha de la rotonda central mirando a la pescadería) que hay que destacar. Sobre todo teniendo en cuenta, mal que les pese a mis críticos, que la situación del mercado (y no sólo el central) es muy mejorable. Ahí está la página web de mercados municipales hecha para glosar a la política de turno pero en modo alguno para dar servicio a sus usuarios.
Pero a lo que estamos: la iniciativa se suma a otras dos igual de relevantes. La apertura de una cervecería artesana Ruzanuvol en la Calle Luís Santángel, la misma en la que se encuentra una de las mejores tiendas de cervezas de España La boutique de la cerveza vinculada a tienda online Estucerveza.com aunque, para mi desgracia, la frecuento menos de los que desearía. ¡Y está abierta de lunes a sábado hasta las 21:00!
3. Vinos chilenos y alemanes. Y si la oferta de variedades de cerveza está aumentando a un ritmo más que notable, lo mismo sucede con la presencia de vinos de otros países hasta ahora sólo accesibles a través de un viaje a Madrid o compra online. En la calle Historiador Diago, casi enfrente del mítico Mey Mey -primer restaurante chino de calidad en Valencia- ha abierto una pequeña tienda de vinos vinculada a cuinare.com, una sugestiva iniciativa dedicada a "la cultura del paladar".
En este local, se pueden adquirir vinos de chiles y rieslings alemanes. En Vinos de Chile tienen una oferta de bodegas limitada, destacando los de Morande. Y lo mismo ocurre es los rieslings que tenían en el local respecto a los de la web. Pero en conjunto su calidad es buena y su precio atractivo. En su contra, su horario de sólo de tardes y sus limitadas aptitudes comerciales. Al menos el día de mi visita por no tener no tenían ni cambio de cinco euros. Pero es un ejemplo del dinamismo dominante, una versión chileno germana de Sorbito Divino que cuenta con una oferta de vinos también limitada pero a conocer.
En ambos casos, son ejemplos (como los previos) de que, a pesar de tanta palabra hueca de quienes deberían de impulsar y promocionar a los emprendedores y de sus tenebrosos presagios, la situación en modo alguna está estancada. Y que, a pesar de la que está cayendo, cabe ser optimista.
EL blog de Joe L. Montana
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