-¿Qué es lo más irresponsable que ha hecho en su vida?
-Uf, me pillas. La verdad es que no recuerdo ninguna irresponsabilidad profesional... y personal... bueno recientemente ir a Carcasone, una antigua ciudad medieval en los Pirineos, y dormir en el coche por no encontrar hotel.
-¿Por qué se dice que las mujeres somos más responsables que los hombres?
-Porque lo somos. Las mujeres pensamos mucho las cosas antes de hacerlas y solemos ser más prudentes.
-¿Habría que aplicar la responsabilidad social a la política y a los políticos?
-Hay iniciativas en este sentido tanto en el PP como en el PSOE. De hecho la crisis ha favorecido que se hable de ellas y se busque aplicar medidas tendentes a una mayor austeridad y que favorezca la transparencia. De todos modos son medidas recientes y de momento intenciones.
-¿Si la banca, el gobierno y las empresas hubieran practicado la responsabilidad social andaríamos igual que ahora, con tijeretazos?
-La RSE no es la panacea, pero seguramente estas medidas tan drásticas no hubiese sido necesario aplicarlas con la magnitud e intensidad como está sucediendo.
-¿Por qué? ¿Las empresas que ejercen la RSE no atraviesan crisis?
-Sí, pero de otra manera. En estos casos mantienen mejor la cohesión de su equipo humano, fidelizan y aumentan la confianza de sus clientes y proveedores. Además, en medio de la urgencia de los problemas, no se olvidan de que hay un después y por tanto que las soluciones desesperadas son malas soluciones.
-¿La inversión socialmente responsable da beneficios?
-Por supuesto, no hay que olvidar que la ISR y los fondos ISR son ante todo un producto financiero al que se le exige una rentabilidad. De hecho, numerosos estudios han abordado esta cuestión, y la mayoría coincide en afirmar que los fondos que incorporan criterios de ISR son tan rentables o incluso más, que los fondos convencionales. Entre otras razones porque no hay una gestión diferenciada: compran y venden acciones con la lógica intención de que se revaloricen y así ofrecer una ganancia a sus partícipes. La diferencia radica en la selección de la cartera de inversión, conforme a criterios no sólo de rentabilidad financiera, sino también de carácter social y medioambiental. La rentabilidad potencial es un motor en su gestión, pero no el único, y eso los hace distintos.
-¿Cree que actualmente las empresas se paran a pensar en lo que es la RSE y derivados?
-Seguramente, puede haber una tendencia inicial a cambiar el orden de prioridades y que los valores vinculados a la RSE queden relegados a un segundo término. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la RSE es un paradigma, una vía para abrir nuevos caminos y un nuevo contexto como el actual, requiere hacer las cosas de forma diferente a cómo se ha hecho hasta ahora, por tanto la RSE es una oportunidad en tiempos de crisis.
-¿Con tanto paro, desempleo, déficit público... las empresas inviertan en RSE?
-Ahora con más motivo deben planteárselo. En un contexto como el actual, es más que evidente que el futuro de las empresas no sólo radica en la productividad, la calidad o los beneficios, sino también en su RSE. Aunque el momento actual es complicado la empresa moderna tiene que tomar esta situación como una oportunidad para aplicar nuevos criterios de gestión, involucrándose y atendiendo las nuevas expectativas, no sólo cuando se dirige a sus clientes, sino también en las relaciones con su equipo y el conjunto de la sociedad. Creo que la crisis afectará a los que siguen pensado que la RSE tiene que ver con "dar dinero". Sin embargo los que sean capaces de entender que la RSE más que con el gasto tiene que ver con el modo en que generamos los recursos, será una oportunidad.
-¿Cuánto cuesta aplicar estas políticas en una empresa?
-La aplicación de políticas de RSE en la empresa es una inversión, no un gasto, por tanto depende de la asignación de los recursos financieros que la empresa destine para ello.
-¿Cree que la RSE es más importante para una empresa que aplicar un plan de igualdad?
-Un plan de igualdad es una de las muchas políticas que conlleva la RSE, por tanto es un primer paso para implantar la RSE en la empresa.
-¿Hasta qué punto las empresas usan la RSE para disimular su letra pequeña, esto es, las dificultades laborales internas?
-La RSE es una herramienta de gestión que implica medidas estrictas de rendición de cuentas y marcos regulados de transparencia empresarial, y también estructuras responsables de gobierno corporativo y de supervisión independiente y externa, por tanto, en ningún momento podemos hablar de disimular u ocultar dificultades y problemas, es más la RSE evita situaciones de ese tipo.
-¿Tienen algo de razón los que dicen que la RSE o RSC es un paradigma creado por multinacionales, escuelas de negocios y facultades de administración de empresas para realizar una operación de cosmética en el marco actual de crisis?
-En absoluto, todo lo contrario. La ISR impulsa y promueve una forma de entender la empresa basada en la integridad, la transparencia, la legitimidad y la sostenibilidad. Como dijo Jeffrey Immelt, consejero delegado de General Electric, "para ser una gran empresa, en primer lugar, hay que ser una buena empresa", y eso es lo que persigue la RSE.
-¿Cómo aplica la RSC en su vida cotidiana?
-Como consumidora siempre intento buscar aquella alternativa de consumo que produzca efectos positivos en la sociedad y que tenga el menor impacto negativo sobre el medioambiente. Así, por ejemplo, en lo que respecta a la alimentación intento consumir productos locales y de temporada (se ahorra energía en el transporte y se favorece la agricultura local). En lo que respecta a los desplazamientos, siempre que puedo utilizo transporte público y comparto coche, y cuando conduzco, evito los frenazos y aceleraciones... y por supuesto, ahorro con el consumo del agua, luz, energía, reduciendo, reutilizando y reciclando todo lo que puedo.
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