EL BROKER ENMASCARADO. Que el mundo del futbol da ejemplos de mala gestión empresarial no es una sorpresa. Es una evidencia. Y que además, en algunas ocasiones, esta mala gestión, no depende de que el club este cotizado en Bolsa o no, también es una evidencia, incluso más allá de su propia gestión.
Hace un par de semanas, en medios financieros londinense se especulaba con la llegada del inversor Georges Soros (famoso por sus fechorías financieras, aunque con la edad venido a gran filántropo) a la Roma de nuestro, siempre querido y respetado, Claudio Ranieri. Sin embargo, más allá de la, más o menos, acertada gestión empresarial de club romano, sus problemas han llegado vía su accionista mayoritario, la familia Sensi, a través del holding empresarial Compagnia Italpetroli S.p.A (67% del capital del club)
Este caso es muy interesante en tanto que la A.S. Roma y el Valencia SAD tienen muchas cosas en común, más allá de Claudio. En el año 1993, Franco Sensi se haría con una participación mayoritaria de la Roma, dejando en 2008, entre otros, este legado, a su hija de 38 años Rosella Sensi. Antes, la Roma admitiría sus acciones a cotización en la Borsa Italiana en el año 2000.
Lo más relevante de esta estructura de gestión empresarial ha sido el conflicto de intereses generado entre el club de futbol y el resto de negocios (por ejemplo inmobiliarios) de la familia Sensi (por ejemplo los Soler). Así, los problemas financieros (una deuda grandiosa de 400 millones de euros) nacidos en el ámbito del almacenaje y gestión de productos petrolíferos, a través de Italpetroli (Metrovacesa y mas tarde Gecina), han dado lugar a una adjudicación como dación en pago de las acciones de la Roma a favor de su mayor acreedor Unicredito (BanCajaMadrid y Generalitat). Sí, si... la familia tenía las acciones como garantía de otras deudas que nada tenían que ver con el club.
De ahí que el banco se haya apresurado en buscar un futuro comprador, si fuera el caso, y de ahí la llegada del filántropo (también están disponible en el mercado filántropos Rusos, Árabes...), y a poner a sus propios administradores al frente de la gestión del club para preparar la posible venta (¿les suena, el Señor Llorente y Gómez?). Aunque la verdad es que todos llegan de una manera, financieramente hablando, muy compleja de entender en un primer momento para el resto de aficionados y accionistas en cuestión.
Lo normal, en estos casos, es comprar sin dinero, es decir, con recurso a la deuda bancaria. Evidentemente a través de una compra apalancada. Por lo que antes o después, sin control preventivo, esta asegurado el descalabro. Bien es cierto que la mayoría de clubes ingleses, incluido el Manchester y el Liverpool, se han comprado con este método de apalancamiento.
La diferencia de cotizar o no, no evita la llegada de gestores sin escrúpulos, en todo caso, lo que si previene es la llegada por la puerta de atrás. La democratización del club, sin necesidad de recurrir a accionistas mayoritarios de control, debe ser la primera y principal opción. De no ser así, como mínimo es necesario hacer público un decálogo de gestión empresarial entre las distintas sociedades del accionista mayoritario. Además sería fundamental recurrir a un porcentaje mayor de consejeros independientes (tema en el que es necesario que el Valencia SAD profundice con mucha profundidad) en el consejo de administración del club de futbol.
Por desgracia el club Rosonero esta obligado a vender sus jugadores estrella (con Daniele De Rossi a la cabeza además del veterano Francesco Totti) para que su accionista mayoritaria pueda solventar sus propios errores de gestión al margen del futbol.
Señores del Valencia SAD, elegir al accionista de control debe ser una decisión meditada no repitiendo los gravísimos errores de antaño todavía presentes y sin resolver a día de hoy.
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