VALENCIA. El arquitecto Joaquín Torres logrará que se hable de Valencia en todas las televisiones por la inauguración de su exposición en el IVAM que ha reunido a famosos de uno y otro lado del AVE Madtid-Valencia. Por esta ciudad hacía tiempo que no se veía tanto glamour, puede que desde la fiesta de Prada en el Mercado Central en aquellos burbujeantes años de la Copa del América. Definitivamente, la inauguración del año tuvo lugar en la noche del viernes en el Instituto Valenciano de Arte Moderno. El estudio de arquitectura A-Cero, con Joaquín Torres y su socio Rafael Llamazares a la cabeza, inauguró la exposición "Vivir en la Arquitectura".
La muestra retrospectiva, comisariada por el valenciano Juan Lagardera, es la primera de este equipo que ha hecho la casa de tantos famosos, muchos de los cuales vinieron a apoyarle en su primera inauguración. Una puesta en escena de un espacio interior que simula una vivienda, complementada por fotografías, planos y maquetas, hará las delicias de los amantes del interiorismo y la arquitectura que podrán visitarla hasta el mes de junio.
La noche comenzó para los famosos y los paparazzi en el photocall. Junto al hall del IVAM en la explanada exterior, se arrebujaban combatiendo el frío medio centenar de medios gráficos. A la derecha, controlando el cordón de seguridad, varios miembros de la agencia de Madrid contratada para la ocasión se fundían con empleados del museo y del catering El Alto, de los hermanos Aliño, que paseaban controlando que todo estuviera preparado.
Mientras tanto, el president de la Generalitat, Alberto Fabra, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá y el secretario autonómico de Cultura, Rafa Ripoll, inauguraban oficialmente la muestra. Ejercían de anfitriones Consuelo Ciscar, directora del IVAM, Joaquín Torres y Rafael Llamazares. Muy cerca Juan Lagardera, comisario de la exposición junto a su mujer, Ángela Pla, espectacular con su abrigo naranja sobre un suave traje de print animal, Mairén Beneyto, concejala de Cultura y para algunos la Isabel Preysler valenciana, y Laura Fitera, para otros, la Carmen Lomana local. Juan Antonio Murgui, el doctor amigo íntimo de ambas, también rondaba la cabecera del paseíllo, lo que presagiaba un cóctel posterior de lo más "fashion total".
Y mientras unos inauguraban exposición, otros, trabajaban haciendo su aparición estelar perfectamente escalonada. El primero, el bailarín Poti, famoso por ser profesor en Operación Triunfo y que vino acompañado de su mujer, Mercedes, realmente guapa. Tras Poti, el diseñador Ángel Schlesser, aunque la tercera en aparecer fue la que consiguió que los flashes no pararan de disparar. Ana García Siñériz, elegante de negro, con un sastre sencillo y una chaqueta de lentejuelas, las piernas sin medias y unas sandalias de órdago que mostraban la perfecta pedicura, como si brillara el sol y los labios rojo en rojo pasión. Resultó, definitivamente, la más elegante de la noche, con ese savoir faire que sólo tienen algunas y no es sólo cuestión de cuna. Impresionante. En una palabra.
Alberto Fabra, Rita Barberá, Consuelo Císcar y los arquitectos, llegaron entonces al photocall. Mairén Beneyto, Rafa Blasco y Rafa Ripoll observaban desde atrás. Los invitados pasaban al coctel y comenzaban a degustar vino y a unirse al espectáculo. Otros charlaban, como Ricardo Bellveser y el arquitecto José María Jiménez de Laiglesia o como el diputado Luis Ibáñez, acompañado por su sonriente mujer.
A partir de ese momento, en los posados, cada famoso amigo e invitado por Joaquín Torres, lo abrazaba, besaba y saludaba, frente a los flashes mientras los periodistas gráficos gritaban cosas tan sugerentes como "aquí, más arriba, mírame guapa, que se vean los dientes, quítate el abrigo, de lado", y los famosos trataban de contentar a todos y cada uno de ellos con miradas, sonrisas, posados y movimientos, realmente profesionales.
Luis Medina, elegante, sonriendo a medias, con camisa de cuello blanco y resto de rallas asiméticas en azul, blanco y rojo, pañuelo de seda y corbata de lagrimas. Jaime Peñafiel acompañado por su mujer, que hizo un guiño a la localidad con una chaqueta de tela de traje de fallera. Les siguió un grupo de gente elegante, discreta, sencilla y con menos maña para posar. ¿Quiénes son? Los patrocinadores de marcas de azulejos, coches y más, Héctor Colonques (Porcelanosa) a la cabeza.
Joaquín Torres, con un traje con pantalones de pitillo y su mujer, Mercedes, con un vestido blanco asimétrico, espectacular, joven y bella, además de ser la pintora que llena las paredes de la casa simulada en la exposición, se vistió para la ocasión de blanco, como el gran sofá del salón y con un collar de grandes bolas de acero, como las que lanzan por las escaleras de dicho salón, jugando así a mimetizarse con el ambiente diseñado por su marido.
Terminando en el photocall: Cristina Tárrega con su marido Mimi Quevedo, Ana Rosa Quintana, de negro, el color de la noche, con encaje en un lado jugando con transparencias y un cutis que hará que mañana me compre su revista para ver sus consejos. Lolita Flores, que luego se sentó en las escaleras de acceso a charlar con sus amigos y otros invitados estrella, Borja y Blanca Thysen. Él de esmoquin pero sin pajarita, ella de amarillo con chaquetilla torera de cuero. Ambos jóvenes, sonrientes y mucho más delgados en vivo y en directo.
El alcalde de Villamarchante, Vicente Betoret, no les quitaba ojo. Elena Martos y Maca Alegre tampoco. Aunque el que causó sensación entre las féminas fue Aitor Ocio. Patricia Olmedilla y Gonzalo de la Cierva, duques de Terranova, también posaron disciplinados y les siguió Carmen Lomana, sílfide y de negro. Seguro que lo comentaron los diseñadores valencianos, Javier Calvo y Alejandro Sáenz de la Torre o el mismo Francis Montesinos.
Esther Barrera también comentó los modelos con sus amigos los estilistas, Vicente Manuel Navarro y Alvaro López Pau. Tres expertos en moda que siempre van a la última, como Alejandro Cerdá, marido de Esther, que asentía.
Muy cerca, entendidas de moda como Magüi Alonso, de Lester, la tienda que viste a los señores de esta ciudad, acompañada por su marido, Rafael Aznar, presidente del Puerto de Valencia y por los empresarios Enrique Lucas y José María Beneyto, además de por Marisol Hernández, Paloma del Portillo, Lola Barberá, Isabel Clara Alonso y los marqueses de Cáceres. Todos dentro, visitando la exposición, que a eso habían ido. Este grupo es de los que da sentido al titular de esta crónica. Al igual que el de los hermanos Caruana, María José y Gonzalo o el de Sonsoles Ruiz de la Prada.
Todo acabaría, más tarde, en una fiesta privada en el Hotel Westin.
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