VALENCIA. Existe un desconocimiento muy grande por parte de los simples aficionados al motociclismo de su realidad. Hay dos hándicaps contra los que deben luchar aquellos profesionales que se dedican a la velocidad y que no afectan al resto de deportes (salvo la Fórmula 1).
El primero de ellos es la imposibilidad de entrenarse con su herramienta de trabajo. Un futbolista toca balón a diario. Un tenista puede raquetear siempre que quiera. Pero un motorista tiene cinco test al año. Y lo demás ya son entrenamientos libres u oficiales en el fin de semana de los Grandes Premios.
El segundo, más desconocido, es el que nos lleva a nuestra reflexión de hoy. En MotoGP el 95% de los pilotos cobran, como lo hacen el cien por cien de los jugadores de fútbol o baloncesto. Pero eso no ocurre en Moto2 o en Moto3. El 95% de los pilotos de estas categorías PAGAN por correr. Hay un
equipo que tiene una moto y la ‘alquila' al mejor postor. Y a veces éste es el mejor candidato y otras no. Pero importa la pasta. Más incluso que el talento.
Salvo en el Team Aspar, donde los patrocinios permiten que todos cobren, en el resto de equipos esta situación es ley. Y lo es porque en el Mundial se vive de los patrocinios. Y esos patrocinios los buscan algunos equipos, pero sobre todo deben buscarlos los pilotos. Hablamos de cifras que van desde los 50.000 euros a las más comunes, bordeando los 200.000.
Introducido el tema, bajemos al caso específico de Sergio Gadea. El valenciano me dijo hace dos meses que no pagaría por correr. No es ésa su filosofía. Y hoy, a dos semanas del inicio de los primeros test oficiales en Cheste, no tiene equipo.
A su favor están sus años de experiencia en el campeonato. Sus victorias (escasas) y podios (más numerosos). Su talento, tan indiscutible como intermitente. Su nombre ya creado que fija el foco mediático sobre su persona. Y sus ganas de correr, pese a todo.
Pero no seríamos justos si no analizáramos por qué se ha llegado a esta situación. Una situación que para producirse ha bebido de dos circunstancias.
La primera, la menor capacidad de sacrificio físico respecto a muchos de sus compañeros. Sergio es un atleta de élite y cuando ha estado fino (en su primer triunfo en Qatar, con el hombro dislocado) ha marcado la diferencia. Pero no lo ha estado nunca durante una temporada completa. Esa es la realidad.
Y la segunda, su imposibilidad para explotar su talento. Sergio Gadea ha sido más rápido durante toda su carrera que Nico Terol. Y ha estado al nivel, en cuanto a velocidad, de Héctor Faubel. Pero al final ambos le han sobrepasado. E incluso la pasada temporada Maverick Viñales, un piloto rapidísimo pero con muchas menos tablas que él le superó en su equipo.
La realidad es que yo también creo que sin Gadea en el Mundial se pierde algo de lo que últimamente se carece: velocidad y talento en estado puro. Sin embargo, el levantino ha llegado a una edad en la que debe reflexionar.
Hasta el año pasado le llamaban para pagarle por correr en moto. Y, en estos momentos, nadie se lo plantea. Es culpa de la crisis económica, obviamente. Pero también de su trayectoria descendiente en las últimas temporadas.
Nadie debería pagar por jugarse la vida. Pero estas son las reglas del juego en la competición. Y en las manos de Sergio ha estado que esto no ocurriera.
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