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VALENCIA. Este año Liszt ha estado lógicamente repleto de eventos, conciertos y grabaciones que han conmemorado los doscientos años de su nacimiento, entre los que podemos citar el Maratón Liszt en los Teatros del Canal de Madrid, los actos dedicados a la figura del compositor húngaro en la Quincena Musical de San Sebastián, las maratonianas sesiones del pianista Bertrand Chamayou dedicadas a interpretar la integral de los Años de Peregrinaje en una sola sesión, y los discos grabados por numerosos virtuosos dedicados a su persona como el mismo Chamayou, Lang Lang, Julian Gorus o Michael Korstick. 

El pasado viernes 30 de diciembre, el pianista Francesco Nicolosi, uno de los ganadores en 1980 del Concurso de piano de Santander creado por Paloma O’Shea, puso el punto final a las celebraciones lisztianas con un concierto navideño en la Villa d’Este, que en el siglo XIX perteneció a distintos miembros de la Casa de Habsburgo, y donde Liszt ofreció uno de sus últimos conciertos el 30 de diciembre de 1879. Nicolosi ha interpretado el mismo programa, el tercer cuaderno de los Años, que es precisamente donde Liszt evoca esta Villa, sus jardines, cipreses y fuentes, ya que fue una de sus residencias preferidas durante veinte años, y que culmina con una Marcha fúnebre en memoria del emperador de Méjico Maximiliano I, seguido del solemne Sursum corda. 

Para este Concierto de Navidad de Villa d’Este, bautizado esta vez como ‘Concerto di fine anno’, Nicolosi ha procedido además a una rigurosa reconstrucción histórica de la partitura con el fin de ejecutar estas piezas de una manera idéntica a la que Liszt hizo en el mismo Salón del Trono, con el mismo piano, intentando evocar unos sonidos lo más idénticos  posibles a los que se escucharon hace 132 años.