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Roger Federer vuelve a jugar su tenis 'celestial'

14/11/2011 El suizo maquilla con otro título en Francia, el que hasta ahora es su peor año como profesional desde 2003
Federer levanta el trofeo
PARIS (EFE). El suizo Roger Federer puso hoy un broche de oro a su temporada, la peor de su carrera desde 2003, al conseguir la victoria en el torneo de Bercy, el último Masters 1.000 del año, que ganó una semana después de haberse impuesto en Basilea.

A una semana del torneo de Maestros de Londres, el número cuatro del mundo se sacó de la chistera el tenis de alto nivel que durante todo el año había quedado aparcado y se impuso en uno de los tres Masters 1.000 donde todavía no había ganado, junto a Roma y Montecarlo.

Derrotó en la final al ídolo local, el francés Jo-Wilfried Tsonga, sexto favorito, que apenas tubo posibilidades frente al arrollador tenis desplegado por el helvético, que se impuso por 6-1 y 7-6 (3) en menos de hora y media de partido.

El triunfo se produjo tras haber conseguido la semana pasada la victoria en Basilea, por lo que completó dos semanas de gracia en las que solo ha cedido un set.

Fue su victoria 18 en un Masters 1.000, con lo que supera a Andre Agassi y se queda a un
triunfo del español Rafael Nadal, que lidera la clasificación.

Además, se convierte e
n el segundo tenista en haber ganado los dos títulos de París -Bercy y Rolang Garros-, tras Agassi.

Y fue su única victoria importante en 2011, un año en el que el suizo, habituado al éxito permanente, ha visto vencer en todos los torneos grandes a Novak Djokovic, Rafa Nadal y Andy Murray.

Nunca, desde que en 2003 ganó el Abierto de Estados Unidos, Federer se había quedado sin una recompensa mayor y este año tampoco quería cerrarlo en blanco, aunque haya tenido que esperar al final de la temporada para log
rarlo.
Federer en acción
Federer no había ganado nada significativo desde que el año pasado se impuso en el torneo de Maestros de Londres.

Pocos récords le quedan por conquistar, pero Federer confesó que funciona a ritmo de motivación, que encuentra en estos retos que le marca la estadística.

En París superó las 800 victorias, una cifra que le permitió entrar en un selecto club de siete tenistas. Alcanzó su final 99 en un torneo donde nunca había pasado de semifinales.

La clave, según confesó, hay que encontrarla en el parón de seis semanas que se tomó tras el Abierto de Estados Unidos, lo que le hizo perderse la gira asiática pero le permitió llegar más fresco a un final de temporada que otras veces afrontaba con más minutos.

Por ello llegó en una forma magistral y sobrevoló un torneo que completó casi a la
perfección. Sin ceder ningún set, algo que no sucedía en un Masters 1.000 desde hace cinco años, cediendo una única vez su servicio, en cuartos de final frente al argentino Juan Mónaco, y sin sobrepasar en ningún duelo la hora y media de juego.

Federer quiere ahora prolongar el estado de gracia una semana más, la que le lleve hasta el trofeo de Maestros, su último objetivo para cerrar de forma definitiva el año.

Un pequeño resfriado, que nadie notó en Bercy pero que el tenista reveló en conferencia de prensa, puede ser su penúltimo obstáculo.

De Bercy se llevó un suplemento de confianza y el apoyo de un público francés que le adora, incluso tras privar del título a un tenista local por tercer año consecutivo en la final.

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