VALENCIA. Da la sensación, cuando se encuentra un lector con un titular similar a éste, que leerá más de lo mismo y, lo cierto, es que muy equivocado no está. ¿Conocemos la realidad del sector del automóvil? Comencemos el análisis desde las casas madre, es decir, desde la fabricación.
Inicialmente, cuando la mala situación económica comenzó, los fabricantes no tuvieron más que desviar producciones hacia países con mejor salida de su producto, muchos de los considerados, hoy en día, mercados emergentes. Era la primera nota de una mala situación, pero continuaban con sus producciones casi igual, no suponía mucho trastorno.
Para quien esta situación significaba ya una gran preocupación era para los canales de distribución. Las delegaciones de los distintos fabricantes y las redes de concesionarios comenzaban a notar una bajada preocupante en sus facturaciones.
La situación comenzó a empeorar y las fábricas reducían sus producciones, la crisis estaba instalándose en prácticamente todo el mundo, los mercados emergentes no compensaban las bajadas de la caída en mercados como el europeo.
¿Y los distribuidores? Para éstos, el caos: los concesionarios comenzaban a reducir sus plantillas, a reducir gastos al máximo y, con el transcurso de los meses, comenzaron a cerrar.
En estos momentos, la situación es ampliamente conocida, un mercado español que difícilmente superará los 800.000 vehículos vendidos, muchas redes de concesionarios que ven como sus miembros cierran o están a punto de hacerlo y, en general, una situación nada agradable que ha dejado muchas familias en el paro y, que todavía no alcanza a vislumbrar el final del túnel.
La pregunta es ¿se puede hacer algo para reanimar este sector? Está claro que con esta situación y con las cifras de ventas estimadas, los puntos de venta continúan siendo demasiados para las unidades que se venderán este año y los próximos años, por lo tanto, parece razonablemente lógico que se reduzcan hasta quedar compensados estos puntos de venta con las unidades que nuestro mercado asume.
Esta desagradable pero necesaria situación ya se da por asumida y necesaria. ¿Cuál es el otro paso? Motivar al consumidor. El nuevo Gobierno tendrá, antes o después, que pensar en el sector del automóvil y promocionarlo. Resulta chocante escuchar algunos comentarios como "si no hay dinero para sanidad como se va a promocionar el sector del automóvil". Hay que recordar que el automóvil es el medio de transporte más usado en todo el mundo y, que en la mayoría de los casos, se ha convertido en una herramienta necesaria para la vida cotidiana.
Por descontado que existen prioridades, pero hay que tener presente que no hablamos de un producto exclusivamente de capricho aunque para algunas personas así lo sea, no estamos hablando de un artículo de lujo aunque haya para quién sí lo sea. Estamos hablando de coches, el medio más común para desplazarse, un artilugio que lleva con nosotros más de 100 años, un elemento que forma parte de nuestra sociedad y que es necesario en muchas ocasiones y por si ello no fuese suficiente, de un mercado que genera trabajo, uno de los grandes mercados de este siglo.
El coche forma parte de nuestras vidas y esta situación nos hace dar un paso hacia atrás. La mala situación económica y la bajada de las ventas de coches también se traducen en inseguridad vial. Que no se vendan coches nuevos no significa que la gente no conduzca o no tenga coche, significa que los coches son más viejos, se cambian más tarde o se compran de segunda, tercera o cuarta mano.
España está entre los países europeos que disponen del parque automovilístico más viejo, y eso en solamente cuatro años. Esto se traduce en coches más viejos y menos seguros, con los frenos, las suspensiones y los neumáticos en peores condiciones que las deseadas, lo que es igual a decir inseguridad vial.
En esencia, esto es lo que ocurre en el mercado del automóvil en nuestro país. Y aunque está claro que la solución es difícil y que no llegará tan rápido como quisiéramos, muchos esperamos que no tarde demasiado.
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