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MADRID. En los múltiples foros y círculos políticos de toda índole y color que crecen y se reproducen en la Villa y Corte, el tema de conversación preferido durante las últimas semanas es el de la composición del gobierno de Rajoy en el muy probable caso de que el PP gane las elecciones.

Las quinielas coinciden mayoritariamente en señalar como candidato primero para la plaza de ministro de Economía, con o sin Finanzas, a Cristóbal Montoro, el 'látigo' del actual gobierno en materia de Economía desde su puesto de portavoz de Economía del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados.

El ministrable cuenta con un currículo profesional políticamente válido para el puesto: nacido el 28 de julio de 1950 en Jaén, en 1973 se licenció en Ciencias Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, en la que en 1981 obtenía el doctorado y en la que y hasta 1988 ejercería como profesor ayudante primero y luego titular, para finalmente obtener en el año 1989 la cátedra de Hacienda Pública en la Universidad de Cantabria.

Trabajó como técnico economista en la CEOE en los felices años ochenta y más tarde sería miembro del Parlamento Europeo por el Partido Popular y de su Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios.

En 1993 fue elegido diputado por Madrid y en 1999 entró a formar parte del Comité ejecutivo del Partido Popular a nivel nacional. Desde la llegada del PP al Gobierno se convirtió en el hombre fuerte de Rodrigo Rato, quien le nombraría secretario de Estado de Economía. En la VII legislatura fue designado ministro de Hacienda y en 2008 vuelve a ser elegido diputado por Madrid, ocupando actualmente el cargo de portavoz en la Comisión de Economía y Hacienda.

Un buen perfil para ser algún día ministro de Economía. Sin embargo, en alguno de los círculos anteriormente mencionados, muy cercanos a la sede de la calle Génova, han encontrado un par de argumentos que dificultarían la adjudicación de la cartera de Economía, que no otra cualquiera, a Montoro: "No habla inglés". Cuestión ésta que no impidió a ninguno de los anteriores presidentes del Gobierno alcanzar la Moncloa, pero que para un ministro de Economía que debe batirse en múltiples reuniones internacionales representa un handicap insalvable.

Y la otra: "Su despacho particular habría participado en algunas gestiones empresariales determinadas que sin ser sospechosas podrían ser utilizadas por la futura oposición para segar la hierba a sus pies". Ni quitamos ni ponemos. Esto es lo que hay y lo que circula por 'los madriles'.

¿Y quién, si no, podría ser ministro de la cosa económica? Las apuestas son variadas: los financieros Francisco González, Rodrigo Rato, Isidre Fainé, el consultor Luis de Guindos... "o no", que diría Mariano Rajoy. Lo más probable, dicen, es que será una sorpresa. Pues qué bien.