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Ángela Pérez
"Existen fórmulas más eficaces que las subvenciones para ayudar a los emprendedores"

MARÍA COSTA. 05/11/2011 Es bióloga y gerente del Instituto de Medicina Genómica (Imegen). Con 25 años ya era consejera delegada de Sistemas Genómicos. Ahora no dejaría la gestión por volver al laboratorio

VALENCIA. La secuenciación de ADN o el chequeo genético se desarrolla desde hace años en Valencia. Como en la película de Andrew Nicoll, Gattaca, con solo poner un dedo ya podemos saber si en pocos años desarrollaremos un cáncer de mama, de colón o más frágil. De momento el servicio es caro. Ronda los 1.200 o 500 euros según el médico u hospital que realice la prueba, pero dentro de diez años serán servicios habituales y al alcance de todos. Ángela Pérez (Valencia, 1973), es bióloga y gerente del Instituto de Medicina Genómica (Imegen), empresa de reciente creación ligada a la biomedicina.

Empezó joven. Con 25 años ya era consejera delegada de Sistemas Genómicos, otra empresa biotecnológica que empezaba a tontear con el genoma. Tiene un niño de cuatro años y está embarazada de tres meses. No quiere saber la secuencia genética de la criatura. En su parcela personal cuenta con un marido, informático y experto en tareas del hogar.

-Fue consejera delegada de una empresa biotecnológica con 25 años, ¿se considera una ejecutiva precoz?
-La verdad es que no me lo he planteado. LleguÉ a ser consejera delegada de Sistemas Genómicos por casualidad. Estaba realizando la tesis doctoral en el departamento de genética de la Universidad de Valencia. El profesor Manuel Pérez Alonso me propuso crear un laboratorio mixto para desarrollar técnicas de secuenciación de ADN con métodos no radioactivos. La farmacéutica para la que trabajábamos fue absorbida por Rocher y como teníamos clientes decimos emprender esta iniciativa empresarial.

-¿Qué tipo de clientes?
-De todo tipo. Desde empresas de cerveza que necesitan asegurarse que las levaduras utilizadas en sus procesos productivos no sufre mutaciones, hasta cualquier producto de alimentación, yogures, vino... o sanitario.

-¿Cómo por ejemplo?
-Familias con niños que tienen retrasos mentales, personas con colesterol o que han padecido un cáncer de mama... en todos estos casos se puede realizar un diagnóstico genético para ver el riesgo familiar existente que puede perpetuar esta problemática y prevenirla.

-¿Curar la salud genética sigue siendo ciencia ficción?
-Sí. Los avances actuales se parecen más a los que se ven en películas como Gattaca donde los ciudadanos colocan su índice en un sensor para un chequeo sanitario.

-¿Para poder investigar hay que desarrollar una empresa?
-Sí. Hay que tener un miedo controlado al emprendedurismo. Nosotros lo vimos y arriesgamos nuestro dinero y trabajo para convertir nuestro sueño en realidad. No contábamos con MBA, ni grandes gestores, pero aprendimos.

-O sea que dejó la bata por la calculadora...
-Totalmente. Fui aprendiendo y dedicándome cada vez más a la gestión estratégica empresarial. Si hubiera tenido una formación económica quizá me hubiera sido más fácil, pero para que una empresa biotecnológica funcione su líder tiene que tener una formación biotecnológica. Conozco muchos casos en los que la empresa pasa a ser dirigida por expertos en gestión y se empieza a perder la visión de la empresa en pro de objetivos economicistas. No hay que olvidar que este tipo de empresas tiene una componente productiva, otra de I+D de inversión muy alta y además de servicio a la sociedad.

-¿La competencia se ha multiplicado?
-En 1998 éramos los únicos y tuvimos que crear el mercado. Ahora somos muchos. La competencia es sana. Antes nos fijábamos en Europa para aprender. Lo hicimos y por eso exportamos un 25% de nuestro global.

-¿Cuáles son los pilares de su empresa?
-Tenemos dos áreas. Una soporta el 95% de nuestro negocio que es la red biomédica donde damos servicios y productos. De los 6.000 genes conocidos, 2.000 están caracterizados y los analizamos. De este modo posibilitamos a los médicos estudiar el gen que requiere conocer de un paciente para diagnosticar la enfermedad.

-¿Habrá algún día kits personales?
-No, van dirigidos a los médicos. Se necesitan conocimientos para interpretar estos genes.

-¿A usted no le gustaría saber cuál es su composición genética?
-A mí personalmente sí, pero hay mucha gente que no quiere saber si dentro de unos años tendrá riesgo de sufrir cáncer. De todos modos en mi caso desconozco mi herencia genética.

-¿Son caras estas pruebas?
-El diagnóstico de dos genes cuesta aproximadamente 1.200 euros si lo ofrecemos como servicio, pero si lo ofrecemos en forma de kits viene a costar unos 500 euros. Este servicio funciona mejor en hospitales que necesitan tener una determinada tecnología para poder leer estos diagnósticos.

-¿Cuál es la otra pata de su negocio?
-La calidad agroalimentaria o agrogenómica. Implica hacer control de calidad en productos alimenticios y ver si los productos que nos venden llevan alérgenos alimentarios o no. También hacemos autentificación genética de alimentos y comprobamos, por ejemplo, si el atún es tan claro como dicen, si las aceitunas llevan sardina o anchoa o si el foie es sobre todo paté.

-¿A usted no se la dan con queso?
-Bueno, no crea. A veces voy con tanta prisa que compro lo primero que pillo. En la mayoría de las ocasiones congelado.

-¿Pero lo congelado es sano?
-Sí, sin duda.

-¿Y a los de a píe nos cuelan mucho gato por liebre?
-La conclusión a la que he llegado después de doce años es que las empresas agroalimentarias y distribuidoras españolas se gastan grandes cantidades de dinero en mantener su calidad. Y sin embargo vemos regateos y mala selección de productos en compañías privadas de sanidad.

-Oiga, ¿ha nacido ya la persona que vivirá 150 años?
-Creo que no. Todavía nos queda mucho por descubrir. Seguimos en shock desde que descubrimos que tenemos la cuarta parte de genes que creíamos que teníamos. Hace diez años nos creíamos más complejos. Ahora sospechamos que hay un mecanismo superior que va más allá de tener más o menos genes y que no hemos empezado a estudiar todavía, es lo que se llama la epigenética.

-¿Perdón?
-Creemos que el modo de vida afecta a las generaciones futuras. Si te cuidas estás cuidando tu genoma que se transmitirá a tu descendencia. Es la interacción entre genes y ambiente.

-Bueno, es de sentido común
-Sí, pero desde Darwin se pensaba que algunas cosas no se heredaban. Uno podía machacarse y no afectaba a los demás. Ahora se piensa todo lo contrario. Se cree que existen mecanismos que no llegamos a vislumbrar y afectan a la longevidad, la salud, predisposición a enfermedades genéticas... Todo lo que hagas con tu cuerpo y tu vida afecta a tu descendencia.

-Entonces los dichos se cumplen
-Sí. Estamos volviendo a dime cómo vives, con quién andas, qué comes... Las herramientas moleculares están avanzando mucho, pero de momento no lo sabemos todo.

-Al paso que vamos, ¿qué pasaró dentro de diez años?
-Tendremos la medicina personalizada y nos costará muchos menos euros. No se analizará solo un gen, sino todo el genoma. Se guardará en un usb y el médico te dará la medicación adecuada y personalizada. Ahorraremos sufrimiento al no tener que tomar medicamentes con efectos secundarios.

-En un mundo global ¿es buena la mezcla genética?
-Sin duda. Unificará la genética y se limarán las diferencias. Irán desapareciendo las enfermedades asociadas a determinadas razas. Se mejorará el acerbo genético.

-¿Podremos llegar a saber la fecha de nuestra muerte?
-Hay investigaciones muy interesantes de un equipo en Madrid en el centro de investigaciones oncológicas que están estudiando esto. Piensan que sí te la pueden dar tras realizarte un diagnóstico sobre la salud genética de tus cromosomas.

-¿La tecnología y la investigación nos van a sacar de la crisis?
-Tenemos que cambiar el modelo de negocio de nuestras empresas, porque capacidad y talento tenemos. En la medida que seamos capaces de promover, mantener y cuidar a nuestras empresas no basadas en sectores tan tradicionales como el ladrillo, mejoraremos el tejido industrial y podremos ser más fuertes que antes de la crisis.

-¿Sin subvenciones es posible el I+D?
-Cada vez hay menos subvenciones y más préstamos públicos. Hace diez años sólo había subvenciones. Las pedías, pero no contabas. No sabías cuándo te las iban a pagar. Tengo subvenciones concedidas por los fondos europeos y cobradas por la Administración local que no sabemos cuando nos las pagarán. Es muy triste pensar que se están gastando el dinero en otras cosas y no pagan lo que dicen políticamente que van a hacer. Se debe vivir sin subvenciones porque como confiemos solo en ellas estamos más que perdidos. El Ministerio de Ciencia y Tecnología está promocionando otra fórmula. En ugar de subvenciones se concedan préstamos con años de carencia para contratar personal, construir instalaciones y comprar tecnología...

-¿Volvería al laboratorio?
-Para nada. Me encanta la gestión. Estoy totalmente reciclada. Lidero reuniones de I + D, de accionistas, consejos de administración. Sin ser experta en ese campo, hago mejor papel que con una pipeta en la mano.

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