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VALENCIA. Tradicionalmente, los mercados del automóvil en EE UU y en Europa han tenido matices diferentes. Diferencias lógicas si tenemos en cuenta variables como el precio de los combustibles, las distancias que se recorren habitualmente en coche, los tipos de carreteras, costumbres y cultura del automóvil. Es por todo esto que también las homologaciones son distintas en ambos continentes.

Algo parecido ha pasado durante lustros con los cambios de marchas de los coches. Cuando el mercado en EE UU usa tradicionalmente el cambio automático desde siempre (un 90% del parque incorpora cambios automáticos hoy en día en EE UU) quedando el cambio manual para un número muy reducido de vehículos, en el continente europeo ha pasado justo lo contrario. Pero todo evoluciona en este mundo del motor y, en los últimos años, este cambio ha llevado a mercados y países como el alemán, el suizo y el sueco a incorporar cambios de marchas automáticos en un 75% del parque de cada uno de estos países.

¿Qué ocurre en España? Parece que, como en otras cuestiones, los españoles somos europeos depende para qué. Hoy en día las redes viarias de nuestro país son similares a la de cualquier país europeo, autovías de dos y tres carriles que cruzan el territorio nacional de punta a punta y en todas direcciones. Entonces surge la pregunta ¿por qué seguimos resistiéndonos al cambio automático?

Los vehículos deportivos han sido tradicionalmente manuales. Y cuando digo deportivos me refiero a los que participan en competiciones deportivas y no a la F1, a esas competiciones deportivas con modelos más cercanos a los vehículos de la calle, a copas de distintas marcas y rallys. Aunque también en estas competiciones está empezando a cambiar esta circunstancia, como a todos nos gusta considerarnos buenos conductores y el buen conductor conduce, seguimos asociando la esencia del buen conductor con la conducción deportiva y, en este sentido, no nos sirve el cambio automático. Esto impide en nuestro país la entrada de los magníficos y eficientes cambios de marchas automáticos que hay en el mercado, comodísimos de conducir, realmente rápidos y, en algunos casos, hasta ahorradores de combustible.

Estas reticencias hacia los cambios automáticos la hemos tenido todos en algún momento de nuestra vida como conductores, pero cuando uno prueba un buen cambio automático, ya no quiere manual.

Entre los cambios automáticos de hoy en día me gustaría destacar el cambio automático de doble embrague. Quizás quien ha trabajado más y mejor con este formato de cambio es el grupo Volkswagen. En los modelos Volkswagen, Skoda y Seat se denomina DSG, es un cambio realmente rápido. Desde que entré en contacto con él lo definí como el cambio que es más rápido que la mano, y de esto ya hace algunos años.

El funcionamiento de este cambio automático es muy sencillo. Dispone de dos embragues, cuando se pone la palanca en posición de marcha se engrana la primera y la segunda marcha, por lo tanto, cuando la primera termina su trabajo la segunda ya está entrando en funcionamiento y así sucesivamente con todas las marchas tanto cuando se sube como cuando se baja de marcha, es difícil ser más rápido con la mano, mejor dicho, es imposible.

Existen otros tipos de cambios automáticos que, dependiendo del modelo y la potencia del motor, pueden resultar más interesantes que los de doble embrague como son los de convertidos de par, los pilotados o los de variador continuo. Cada uno dispone de un sistema distinto para intentar adaptarse a los modelos de distintas características y también al gusto de los distintos conductores.

Lo cierto es que la evolución ha sido tan eficiente que, modelos deportivos de las marcas como Porche, Mercedes, Audi, BMW o Infiniti, incorporan cambios automáticos de sobresaliente rendimiento.

Y... ¿qué ventajas tiene un cambio automático? Muchas, más que inconvenientes

En primer lugar aporta seguridad, el conductor no tiene que quitar la mano del volante mientras conduce, en el cambio manual sí. De hecho, muchos conductores tienen la costumbre de conducir, sobre todo en circulación urbana, con la mano encima del cambio, lo que impide una reacción rápida con el volante en caso de ser necesaria.

En segundo lugar aporta comodidad a la conducción, se terminó estar pisando el pedal izquierdo constantemente, sólo hay que preocuparse de acelerar y frenar, menos accionamientos a realizar igual a más comodidad.

A esto podemos añadir detalles como que el embrague no se deteriora de un mal uso. Hay conductores que utilizan mal el embrague pisando incorrectamente el pedal y quemándolo en muchas ocasiones, lo que no sucedería con un automático. Además, resulta imposible que con un cambio automático se cale un coche o que se pueda confundir de velocidad a engranar, cosas que ocurren con cierta frecuencia con los cambios manuales.

Pero todas las cosas tienen una parte buena y otra que no lo es tanto, y en contra de los cambios automáticos podemos encontrar que su precio es ligeramente más elevado que el mismo modelo manual, algo que seguro que los fabricantes solucionarán pronto.