VALENCIA. La semana pasada esbozamos una serie de premisas sobre la inversión a largo plazo. A la vista de la situación tan complicada por la que atraviesan los mercados, quisiera hacer mi 'due diligence' y que supieran los inversores a qué atenerse en relación a mis comentarios.
En primer lugar diré que me atraen las empresas cotizadas y rara vez les hablaré de los bonos, sobretodo de los estatales. Asimismo, comprar exclusivamente bonos al 2% me parece una de las mayores estupideces del mundo, aunque haya quien piense que nos vamos a la hecatombe.
Si las empresas no ganan dinero, no realizan inversiones y no contratan personal; mientras tanto los Estados no recaudan, tienen que pagar subsidios para todos, emiten bonos ad infinitum y nos preguntamos si los podrán devolver, que es precisamente lo que se cuestiona estos días. Las noticias relativas a la deuda estatal mandan en los mercados.
Por tanto entre comprar bonos a estos tipos -pensando en el fin del mundo- y comprar acciones de empresas de solera que ya han pasado vicisitudes de todo tipo (épocas de bonanza y de crisis, varios finales del mundo, respaldada con activos y balances sólidos, con rentabilidad muy superior al bonos...), la elección no tiene color.
¿Qué prefieren comprar deuda española con rentabilidades del 5% o acciones de Mapfre, empresa diversificada geográficamente y -con la que se nos avecina en los recortes sanitarios- tiene un futuro prometedor, que ganará entre 900-1.000 millones este año y cuyo riesgo principal es que mantiene en sus balances 7.000 millones de deuda española?
Tampoco pretendo hacer un análisis exhaustivo y pormenorizado para hallar el precio justo (existen analistas mucho más cualificados que yo) de las empresas, más bien intento averiguar si una empresa está barata y tiene posibilidades de revalorización en el muy largo plazo, así como los posibles catalizadores que pueden hacer que la diferencia entre lo que creemos que más o menos vale y el precio tenga posibilidades de estrecharse y, por el contrario, las posibles caídas sobre nuestro precio de compra sean mínimas y temporales.
Hoy quisiera centrarme en Repsol, una empresa que ha sufrido una auténtica transformación estos últimos años y que está prácticamente en todos los medios de comunicación por la lucha accionarial por el control de la misma suscitada por el pacto entre Sacyr y Pemex.
DESCRIPCIÓN
Esta empresa petroquímica por excelencia desarrolla su labor tanto en áreas de exploración y producción (upstream) como en refino, transporte, química, distribución y ventas-gasolineras (downstream).
ACCIONARIADO
Participaciones significativas (42,33%), Sacyr (20,01%), CaixaBank (12,83%), Pemex (9,49%) y un capital libre o free float del 57,67%.
A TENER EN CUENTA
Repsol es una empresa integrada que opera en treinta países (aunque principalmente sus negocios se desarrollan en España, Argentina y Brasil). La valoración de esta compañía suele realizarse por suma de partes de sus negocios que tiene en cuenta las transacciones realizadas en su ámbito de actuación:
A las partes que valoran por múltiplos se aplica un descuento entre el 5-10% por holding. Hay quien valora la empresa por descuento de flujos, lo que da normalmente un valor superior. En este caso hay que tener en cuenta el coste medio ponderado de los recursos, que dado el riesgo de todo tipo que soportan las empresas puede ser mayor que el resto de sectores.
PUNTOS FUERTES DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL INVERSOR
PUNTOS DÉBILES
PRECIO DE COMPRA RECOMENDADO
Al igual que las petroleras trabajan a siete años vista, que es el tiempo medio que discurre entre exploración y producción, debemos pensar en nuestra inversión abstrayéndonos en este caso de la evolución a corto plazo del precio petróleo. Además de fijarnos en el equipo de gestión que a tenor de los éxitos logrados en los últimos años en exploración ha transformado la empresa hasta hacerla un bocado apetitoso para muchos.
Precios alrededor de 18 euros representan una buena oportunidad de compra, pues la horquilla de valoraciones oscila entre 22-30 euros según las hipótesis de mayor crecimiento económico, repunte del petróleo, nuevas operaciones corporativas o menor tasa de descuento.
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* Enrique Roca es analista financiero
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