VALENCIA (VP). No es un secreto pero tampoco es vox populi. Se puede intuir pero pocos son los que conocen esta realidad. Lo cierto es que la gente de confianza del presidente del Valencia, Manuel Llorente, no entiende ni las rotaciones, ni los cambios de sistema que cada partido lleva a cabo el entrenador.
La temporada comenzó viento en popa, a pesar de que en la primera jornada al equipo le costó horrores superar a un Rácing flojísimo y plagado de canteranos. La victoria ante el Atlético supuso un soplo de aire fresco para todos, ya que se le ganó a un buen equipo.
Sin embargo, Unai empezó con sus ‘experimentos' en Bélgica justo el día que se debutaba en Champions. Aquella noche el míster colocó el trivote que tan mal le sienta al equipo y le dio la titularidad a Feghouli y Parejo, dos futbolistas inéditos hasta ese momento, tanto que no habían entrado ni en las listas del preparador vasco.
Ese fue el primer gran chasco de la temporada. Cuando sólo se habían jugado dos partidos oficiales, Emery decidía cambiar sistema y rotar a cinco jugadores de los habituales. Ese día el Valencia se complicó la existencia en Europa, dejó de ganar 400.000 € y además puso en peligro el gran ingreso que supone pasar a octavos. Aquello fue visto como un ‘lujo' innecesario en la zona noble del club.
Tras ese partido, el equipo se rehizo bien y saco una buena victoria en Gijón, después le jugó un partidazo al Barçá que finalmente acabó en empate. Pero de nuevo el sábado en Sevilla, al vasco le dio un ataque de entrenador y decidió variar el sistema. Jugó con tres centrales y dejó en el banquillo a Soldado, pichichi del equipo y delantero en racha.
El resultado ya es conocido por todos. Primera parte desastrosa. Equipo perdido en el campo. Defensa totalmente descoordinada, a pesar de ser la línea que reforzó Unai con la entrada de Maduro. Y lo peor, un equipo que nunca existió en ataque. Aún así, el partido puso las cosas de cara y le regaló 20 minutos al Valencia contra nueve, primero con dos más y después con uno por la expulsión de Aduriz.
Con todo ello el conjunto blanquinegro no fue capaz ni de empatar el partido, ni quizá lo más preocupante, de encerrar al Sevilla y acabar acosándole. Los andaluces terminaron el partido y se llevaron tres puntos con la sensación de haber sufrido poco a pesar de jugar con nueve hombres.
NO SE ENTIENDE TANTO CAMBIO
Sólo van seis partidos oficiales del equipo, pero a Manuel Llorente ya son muchos los que después del partido ante el Sevilla le han dicho una frase muy parecida a "Unai no aprende".
La gente de confianza del presidente que son los Ramón Aznar, Vicente Andreu, Jose Luis Martín Vila, Juan Sánchez y algún nombre sorprendente como Santi Cañizares, mantienen todos una misma opinión. Al equipo le sobran todos esos cambios que jornada tras jornada se empeña en hacer el entrenador.
Las rotaciones según ellos, que fueron parte de la directiva del mejor Valencia de la historia, deben ser de dos o tres jugadores máximo, nunca más de eso. Además no comprenden y creen que no es bueno para el equipo tanto cambio de sistema.
Desde que comenzó la temporada, el entrenador ha utilizado ya tres distintos. Ha jugado con su clásico 4-2-3-1. Pero también ha probado el 4-3-3 y el pasado sábado el 5-4-1. Sobre este tema se habla mucho en los corrillos en los que suele estar Llorente. Todos coinciden en que no tiene sentido variar tanto el sistema, ya que los jugadores se marean.
Esta opinión, no carece fundamentos ni de argumentos, ya que hay jugadores muy importantes en la plantilla, y de los que se ponen el brazalete de capitán, que también lo piensan.
Con todo esto, no es descabellado pensar que en los próximos días haya alguna visita de las que hace habitualmente el presidente a Paterna para sugerirle al entrenador una idea. Que trate de asentar un sistema y que se deje de tantas rotaciones. Deben jugar los mejores y los demás, esperar su turno.
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