VALENCIA. La pérdida oficial de los entrenamientos de pretemporada de la Fórmula 1, certificada esta misma semana, confirma que el Circuito de Cheste puede dejar de ser la gallina inversa de los huevos de oro de la Generalitat Valenciana. ¿Inversa? Sí, porque se trata de una de las pocas sociedad públicas con beneficios a la que poder derivarle eventos deficitarios, con el fin de maquillar las pérdidas en determinados presupuestos de determinadas consellerías.
Hay en el Ricardo Tormo un trabajo impecable desde dentro. Desde su director Julio García al último responsable de pista. Ellos mantienen el trazado abierto, en funcionamiento y con visitas (de las que pagan) 275 días al año. Más que ninguna otra instalación de esta índole en Europa. Y, sin embargo, en las cuentas oficiales su saldo negativo es millonario. ¿Por qué?
Para empezar, porque se siguen arrastrando los costes de su construcción. Es la deuda a largo plazo que más lastra las cuentas de la entidad, pero así estaba previsto desde el inicio. Sin embargo, de puertas a dentro se han reducido los gastos en 2011 un 32% y se ha subido la facturación un 6'6 hasta alcanzar una cifra cercana a los 18 millones de euros.
Aquí se incluyen, por ejemplo, los más de dos millones de euros que se facturan por las entradas del Mundial de Moto GP. A Dorna, se le paga el canon desdel la propia sociedad, si bien, como ocurre con la Fórmula 1 a través de Sociedad Proyectos Temáticos, la Generalitat hace una inyección específica anunal por este concepto que sirve para que Cheste mantenga desde hace diez años el último gran premio de la temporada.
Sin embargo, hubo una época en la que 'cualquiera' podía acercarse al Circuit y conseguir un patrocinio. De las primeras generaciones de equipos y pilotos de motos y coches, raro es el que no ha llevado el logo de la pista o de la Comunidad Valenciana. Borja García, Carmen Jordà, Héctor Faubel, Xavi Forés, Héctor Barberà, Adrián Vallés, Sergio Hernández o Félix Porteiro son ejemplos de ello. Solo hay que ver las fotos en las hemerotecas. Algo lógico, por otra parte, si se pretendía fomentar a las jóvenes promesas y realidades del territorio valenciano.
Fue también en esa época, concretamente en el año 2007, cuando se proyectó una reforma del circuito (alargando la recta de meta y ensanchando todo el trazado) que primero se vendió como necesaria para albergar un más que posible Gran Premio de Fórmula 1. Luego, como todo el mundo sabe, a Ecclestone le apeteció irse a la ciudad y no al campo y no solamente no hubo Gran Circo en La Hoya de Bunyol sino que nunca se acometió la mejora, de la que ya había planos y fechas. ¿Para qué gastarse cuatro millones de euros en acondicionar algo que funciona per sé? Ahora se ha visto.
Esa renovación sí ha sido acometida por Mugello, donde se desplazarán Ferrari y compañía en invierno. Y también por Jerez. Curioso es, por cierto, este último caso, pues las empresas que la realizaron aún no han cobrado pero la obra sí está terminada. Algunos podrían llamarlo competencia desleal entre gobiernos.
Y mientras tanto, el Circuit Ricardo Tormo de la Comunidad Valenciana ha recibido como premio a su buena gestión la ‘responsabilidad' de tener que hacerse cargo de las Escuelas de Vela (no hay ninguna disciplina sobre ruedas en ellas) de la Generalitat, de los dos últimos y agónicos años del desaparecido equipo ciclista Kelme, de un patrocinio en modo impuesto revolucionario para el Open de Tenis... Y, para más inri, son sus empleados los que trabajan en jornadas de 10 y 12 horas durante el Gran Premio de Europa. Ese por el que la empresa privada Valmor Sports le adeuda al propio circuito un total de 12 millones de euros. Como el propio gobierno valenciano adeuda a la institución las subvenciones de los dos últimos años.
Por eso sirve de poco traer a la capital del Turia 'eventazos', que lo son, como el Mundial de Turismos o el DTM, que en Alemania sin ir más lejos aglutinan a 70.000 personas en un fin de semana. Si no hay dinero para publicitarlos, ¿cómo los va a conocer el aficionado español?
Y por ello, a pesar de haberlo intentado hasta con poderes fácticos de la Comunidad, no se ha podido vender la gestión del trazado a ningún fondo de capital privado. ¿Para qué? se preguntan. ¿Para asumir 50 millones de deuda a las primeras de cambio? ¿Para gastarse cuatro millones de euros en mejorar el circuito y renegociar la vuelta de los entrenamientos de la Fórmula 1? En definitiva ¿para arreglar el desaguisado perpetrado por la Generalitat durante 10 años? Pues eso. Que no hay manera. Ni parece que vaya a haberla.
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(*) David Blay es periodista
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