VALENCIA (VP). Despega la XI Valencia Fashion Week en una edición que destaca por multiplicar su espacio por tres. Su director, el diseñador valenciano Alex Vidal, espera que esta edición sea la de firme consolidación de un evento que nació como 'trampolín' de los jóvenes diseñadores que no encontraban hueco en las apretadas agendas de Cibeles y Gaudí.
Además, la pasarela se abre a la ciudad con un programa de actividades paralelas, desfiles nocturnos para los que trabajan por el día y un gran espacio en el que los diseñadores noveles más transgresores exponen y comercializan sus creaciones.
-¿Qué novedades presenta la pasarela este año?
-La novedad más notable es que el año pasado nos encontrábamos en un espacio de 5.000 metros cuadrados de superficie tapada. Este año, la superficie es de 15.000. Esto implica mayor esfuerzo pero consigue que la VFW cambie radicalmente. Respetamos el contenedor anterior mientras mantenemos alrededor una serie de acciones paralelas para convertirlo en una pasarela de puertas abiertas a la ciudad. La moda no se puede encerrar entre cuatro paredes ni ser exclusiva de un perfil determinado de personas. Por ello hemos creado un evento mixto de profesionalidad, que son los compradores, trabajadores de la moda y prensa y por otra parte, un espacio abierto a la ciudad, que de ahí es donde, de hecho, proviene el consumidor final.
-¿Y cómo será la noche de moda?
-Entre los nuevos proyectos también abrimos la pasarela nocturna, que empieza a las 11 de la noche para todos aquellos, especialmente público ciudadano, que no puede acudir por el día. Así realizaremos dos desfiles de baño sobre el lago del Ágora, en una pasarela de 130 metros lineales, ante un aforo de 3.000 personas. Nunca antes en Europa se ha dado una pasarela de estas características, sobre el agua.
Otra novedad es el Blackspace, situado debajo del puente de Calatrava. Se trata de una especie de feria divertida, un espacio para el diseñador novel, cuyas creaciones son muy distintas a lo que se podrá ver por la calle. Consta de 45 puestos o stands de venta al público. Paralelamente a todo ello tendremos las fiestas. Una es la de Yo Dona, la de Heineken, la nuestra que es la Valencia Fashion Week y los premios Fígaro. Todo ello complementa la unión de la moda con el ocio y la comercialización de los proyectos. El cuarto día, sábado añadirá un gran valor añadido a la edición, con los premios Fígaro a la alta peluquería y estilismo a nivel nacional. Hemos querido dedicárselo a los que, a menudo, son los grandes olvidados del mundo de la moda pero que son una parte muy importante del éxito de una pasarela.
-Parece que la pasarela tiene un importante componente de juventud.
-La intención inicial de esta pasarela es efectivamente, servir como trampolín de los jóvenes diseñadores valencianos. Cibeles y Gaudí eran las únicas plataformas de difusión de la moda, así que un grupo de diseñadores valencianos teníamos ganas de reivindicar la moda valenciana. Muchas firmas no encontraban espacio disponible para desfilar en las dos grandes, así creamos la Pasarela del Carmen. Pero sin ella, ni la actual Valencia Fashion Week, los jóvenes diseñadores valencianos no podrían subsistir.
-Además, el diseño valenciano no es, por ejemplo, como el de Logroño.
-Es cierto que es un diseño muy característico el nuestro. De cierta forma se reconoce. Es muy barroco, no minimalista, los valencianos somos así. Además el uso del color es muy característico. Ese es nuestro tono mediterráneo.
-¿Y qué papel tendrá internet en todo esto?
-Los bloggers han estado apoyándonos desde la primera pasarela y están respondiendo muy bien. Para este año tendremos 70 a nivel nacional, que le darán una gran difusión al evento. También critican lo que no les gusta o no conocen, pero en general, dan muy buenas informaciones de la pasarela.
-¿Cómo se traduce todo esto en números?
-Si el año pasado, con un recinto menor tuvimos un aforo de 28.000 visitas, este año esperamos estar entre las 35.000 y las 40.000. Todo ello para ver los trabajos de los 40 diseñadores valencianos y nacionales que desfilarán, además de los 41 jóvenes diseñadores del Blackspace, llamado así por estar a la sombra del puente.
-¿Qué diferencia la Valencia Fashion Week del resto de pasarelas?
-La principal es que es la única pasarela europea enmarcada en un monumento tan singular como es la Ciudad de Las Artes y las Ciencias de Calatrava, y la otra es el perfil de mestizaje de las distintas tendencias de diseño y peluquería, que no siguen un patrón común, sino que son evidentes las diferencias entre todos.
-Es la decimoprimera edición ya. ¿Qué significa para la pasarela?
-Se hace patente la evolución. Empezamos desde cero, tras la Pasarela del Carmen, que fue el origen. De allí estuvimos debajo de un puente, luego en el Museo Príncipe Felipe, la Feria de Muestras, y hoy el Ágora y la explanada de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Hemos ido recibiendo más gente y nos hemos convertido en una pasarela de puertas abiertas. En este tiempo, sin habernos fijado ningún objetivo de ranking, nos hemos convertido en la segunda pasarela nacional. Enseñamos la moda de forma distinta y creo que este año es totalmente el de consolidación, de manera que o se afianza su madurez o muere.
-¿Qué significa el evento para Valencia?
-Significa una ilusión. El día que sacamos las entradas, las colas recorrían manzana, manzana y media. Viene mucha gente joven que se acerca al mundo de la moda para ver de cerca todo lo que encuentra en las revistas y lo valora en la realidad. En términos económicos, supone una inversión de un millón de euros por temporada. Un 40% de esa cifra proviene del Gobierno de la Generalitat y el 60%, por los patrocinios.
-¿Y qué hay sobre la internacionalización de la pasarela?
-No hace falta. Salir de aquí sería un error. La gente viene a vernos, viene a Valencia. Este año han pedido 1.200 acreditaciones de fuera. La prensa, los medios, la gente se mueve. Valencia está de moda.
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