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VALENCIA (VP). Un equipo que no haya que volver a renovar en los próximos años. Eso es lo que ha tratado de configurar este verano el secretario técnico del Valencia, Braulio Vázquez, con las ocho incorporaciones que ha hecho.

De estos ocho fichajes, el futbolista más ‘viejo' que ha venido, ha sido el portero brasileño Diego Alves, con 26 primaveras a sus espaldas. De su misma quinta es también el francés Adil Rami. El resto de incorporaciones han sido jugadores muy jóvenes. La mayoría de ellos, futbolistas con un gran futuro por delante, como los casos de Canales, Parejo, Víctor Ruiz o Piatti. Todos ellos internacionales en categorías inferiores.

Con esta apuesta por la juventud, el club valencianista sabe que corre el riesgo de contar en su plantilla con jugadores que todavía deben terminar de hacerse un nombre en el mundo del fútbol. Pero la situación económica ahoga, y la imaginación a la hora de acometer contrataciones es indispensable. El Valencia hace años que dejó de poder pagar traspasos por mediáticos, si es que en algún momento lo pudo hacer. Ahora el prototipo de fichaje que busca el club es aquél jugador con cualidades para convertirse en estrella. Es decir Matas y Silvas.

La inyección de juventud que traen las caras nuevas tiene sus riesgos, pero también sus ventajas. Con ellos el hambre y la ambición de la plantilla ha subido muchos enteros. Y además el club ha sido capaz de colocar a una retahíla de jugadores que hace años que dejarón de ser competitivos.

Los casos de Vicente, Fernandes, Del Horno y Joaquín eran sangrantes. Por un lado, su nivel competitivo en los últimos años prácticamente brillaba por su ausencia. Por otro, sus fichas pesaban como una losa para un club en una situación económica muy apretada. Sus salidas sólo pueden ser celebradas por los aficionados.

Ayer con la presentación de Víctor Ruiz y Barragán, el Valencia puso el punto y final a la renovación de su plantilla. Asunto necesario desde hacía mucho tiempo. Desde hoy ellos son el futuro de la entidad. Ellos más el resto de jugadores de la platilla. Una plantilla que ha disminuido su media de edad hasta los veinticinco años. Esa media sólo garantiza una cosa, un futuro espléndido. Un futuro que ya es suyo.

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