VALENCIA (VP). Esta pequeña cala del Poble Nou de Benitatxell viene a corroborar aquello de que Lo pequeño es hermoso y, con el tiempo, se ha convertido en un pequeño paraíso para los buceadores y para los visitantes que se atreven a descender por las abruptas pendientes que bajan desde las Cumbres del Sol, en cuyas cercanías se encuentra el Puig Llorensa -una pequeña elevación de la zona de unos 440 metros sobre el nivel del mar- hasta la pequeña cala que las aguas arañan día a día.
El entorno ha sido objeto de una intensa urbanización en la que recalan personas de toda procedencia maravillados por las vistas. Desde la cala curiosamente uno se abstrae del entorno más o menos abigarrado de casas y puede disfrutar de un baño ciertamente singular en la Cova dels Arcs, donde la mezcla de agua dulce y salada crea efectos visuales y térmicos que hacen del baño una experiencia cercana a la de un balneario marino natural.
El litoral del término de El Poble Nou de Benitatxell es muy abrupto. El macizo del Puig Llorença, al caer sobre el Mediterráneo, determina una costa elevada, con acantilados de más de cien metros cortados a plomo sobre el nivel del mar. Entre estos acantilados, el desagüe del barranc de l'Infern y el del barranc de la Cala han formado la cala dels Testos y la cala de Llebeig.
El tramo de costa situado más hacia el sur (entre el Moraig y la cala de Llebeig), aunque es igualmente elevado, es más accesible. Las rocas desprendidas de la pared del acantilado forman junto al mar una serie de roquedales bajos, sobre los cuales hay una zona escarpada con una rica vegetación, orientada hacia levante y protegida del sol por las paredes del morro. Desde siempre, la ribera ha sido muy visitada por los pescadores y las tierras más fértiles han sido abancaladas y plantadas de algarrobos. En esta zona se pueden encontrar algunas construcciones de piedra seca adosadas a la pared rocosa. Son edificios muy elementales donde la pared de piedra delimita un espacio protegido del sol y de la lluvia. Alrededor de las cuevas suele haber otras estructuras que delimitan espacios diferentes, como zonas para encender fuego o algún cercado para la bestia de carga.
Estos habitáculos tan elementales eran ocupados esporádicamente por pescadores y por agricultores de Benitatxell que acudían a cultivar las pequeñas franjas de tierra disponibles y, también, por contrabandistas que esperaban ocultos en las cuevas la llegada de laudes i balandros cargados de tabaco, telas, medias de seda i mantones de Manila.
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