VALENCIA (VP). Nuestra ruta comienza en Castalla, capital histórica de la subcomarca de la Foia de Castalla y cuna del escritor Enric Valor. Su núcleo urbano se extiende a los pies de un cerro en el que encontramos su afamado y bien visible castillo de origen árabe y la ermita de la Sang de Crist, del siglo XIII y estilo gótico primitivo.
El castillo está catalogado como Bien de Interés Cultural y fue reformado por los cristianos entre los siglos XIV y XVI. Constituye, aún hoy en día, una fortaleza defensiva altiva, poderosa y bien armada de piedra. Visitaremos el casco antiguo de Castalla y podemos empezar a recorrerlo desde el Carrer de les Tronotes, que está junto a la iglesia y es una de las calles más típicas de la localidad con sus casas blancas y piso empedrado. El casco antiguo conserva sus aires medievales, con calles estrechas y en pendiente.
La ruta nos lleva al collado del Maigmó. Antes de alcanzar el nuevo punto, un rótulo indica el acceso a la sierra del Maigmó, para quien desee acercarse hasta sus más íntimos secretos ambientales y culturales. Tiene una altitud máxima de 1.296 metros en el pico del mismo nombre. Pocas cumbres le hacen sombra por la zona donde se alza este coloso. En toda la sierra el único núcleo poblacional es el que conforman las instalaciones del hotel de montaña del Xorret del Catí, situado en una explanada o valle, a más de novecientos metros de altitud sobre las aguas del mar, que es el centro neurálgico del turismo de la zona. Desde el Xorret del Catí parten diversos senderos que nos permiten conocer la sierra en profundidad. Pasear por la sierra del Maigmó es pasear entre la frondosidad que generan innumerables pinos carrascos y algunas manchas de encinares. En los rincones más húmedos de la umbría de la sierra nos podemos encontrar con madroños.
Las cimas más inaccesibles y escarpadas de esta sierra son un refugio de valor incalculable para aves rapaces como los halcones, peregrino y mostacho, el cernícalo, el águila real, el azor, el mochuelo y el búho. Aunque tamebién se puede encontrar algún ejemplar del erizo, la comadreja, el zorro, la liebre, el conejo, el jabalí, el ratón de campo, la gineta o el gato salvaje. Nos podemos encontrar también con caminos y vías pecuarias de la época y los restos de alguna masía o corral. Destacamos de entre los restos de estos espacios humanizados la casa de Planises, propiedad de la familia de Enric Valor y hoy prácticamente en ruinas, donde, a buen seguro, el escritor Valor esbozó más de una de sus famosas rondallas.
Uno de los lugares más espectaculares de la sierra es, sin lugar a dudas, el Balcón de Alicante, situado a poca distancia del pico del Maigmó. Desde este lugar, en el que hay habilitada una zona recreativa, podemos observar toda la huerta alicantina y, en los días claros, no tendremos ningún problema para reconocer la ciudad de Benidorm, Alicante y el mar Mediterráneo juntándose con el cielo en la línea del horizonte. Desde su cima se puede observar, además de espectaculares panorámicas, la verdadera magnitud de la muralla topográfica de esta sierra prelitoral que se opone a un espacio marino cercano.
Volviendo a nuestra ruta, a unos cuatro kilómetros se localiza la villa de Tibi, un camino rodeado de tierras de secano donde se cultiva aún el olivo y el almendro utilizado para la elaboración del turrón de la vecina Xixona. Tibi se nos muestra hoy como un pueblo de casas blancas enclavado en la ladera de la sierra de la Penya Roja. Entre el patrimonio cultural e histórico destaca el castillo musulmán del siglo X, declarado Bien de Interés Cultural.
El castillo se sitúa en un montículo exento a un kilómetro de la población. Desde Tibi podemos realizar una bonita excursión hasta el pantano. Siguiendo el curso del río Verde llegaremos hasta la cola del Embalse por un paseo que nos permitirá descubrir diferentes y curiosas formaciones geológicas y antiguas construcciones de agricultores. Llegados al pantano de Tibi nos asombraremos si conocemos que fue construido hace 400 años y se trata del pantano más antiguo de Europa. Fue mandado construir por Felipe II en el siglo XVI para garantizar el abastecimiento de agua de la huerta de Alicante.
Podemos, en la visita al pantano, subir por una escalera de caracol que nos lleva a lo alto de la presa. Por estas mismas escaleras subió Cavanilles, cuaderno de dibujo en mano, haciendo anotaciones de nuestras tierras. Sorprende la habilidad de los arquitectos de la época que permiten, gracias a la genial distribución de los escalones, que el vértigo sea prácticamente inexistente. Volvemos ahora al collado del Maigmó, lugar donde reaparece la vía verde del tren que nunca circuló. La vía verde del Maigmó Desde el collado del Maigmó, junto al área de servicio de la A-7, localizamos una despejada pista de tierra y una área de descanso. Iniciamos nuestro itinerario hasta la estación de RENFE de Agost en un suave descenso. El recorrido, tras flanquear un terreno de perfiles suaves en una meseta a media ladera de la sierra del Maigmó, se enfrenta con el paso por la sierra del Ventós, eje montañoso de disposición perpendicular a la sierra del Maigmó. La vía traza su primer túnel bajo el collado de la Horna, en la divisoria de la sierra del Ventós.
Tras haber pasado por las entrañas del collado de Horna a la izquierda de la vía encontramos, entre una gran pinada, un área de descanso. La traza discurre por un terreno muy quebrado en las laderas sur del Maigmó. Grandes terraplenes y profundas trincheras nos acompañan por una de las zonas más bonitas del recorrido. Atravesamos tres túneles más y la vegetación se hace más dispersa.
A continuación, nos encontramos con dos imponentes viaductos, el del barranco del Fontanar, que tiene 190 metros de longitud y una altura máxima de 30 metros, y el viaducto sobre el barranco del Forn del Vidre, que tiene una longitud de 167 metros y una altura máxima de 40 metros Superado el viaducto del Forn del Vidre la traza comienza a discurrir por un terreno de orografía más suave, las lomas de Tarraig. En este sector la traza describe un gran arco para perder altura gradualmente y situarse en las tierras llanas de la huerta de Agost.
A ambos lados de la vía se sitúan grandes balsas donde se acumulan aguas para abastecer los importantes regadíos de esta huerta. Tras la gran doble curva del Tarraig la traza se aproxima al casco urbano de esta localidad, contorneando distintas fábricas de cerámica y terrenos de huerta, hasta llegar al edificio del apeadero de Agost, perteneciente a la línea férrea de RENFE Madrid - Alicante, aunque antes de llegar a este punto sería conveniente hacer una visita al pueblo de Agost. Como hemos comentado, en el último tramo de la vía verde del Maigmó encontramos diversas fábricas de cerámica. En Agost las tierras arcillosas y blanquecinas de las sierras del Ventós o del Castellar han sido la fuente tradicional de su riqueza, centrada en la elaboración artesanal de su cerámica, entre la que destacan los ladrillos, enseres domésticos y, sobre todo, botijos de un típico color blanco marfileño.
La tradición de la localidad en esta industria hace que en la població, podamos encontrar el Museo de la Cerámica donde se encontraba una antigua alfarería. En él se puede contemplar el proceso de creación artesanal de la alfarería con un espectacular horno árabe y podemos encontrar piezas de gran interés, en especial la colección de cerámicas. Sería también interesante en Agost visitar las ruinas del que fue poderoso castillo, declarado Bien de Interés Cultural. Y antes de dejar la población pasamos por la Ermita de las Santas Justa y Rufina, patronas de la alfarería, construida en 1821. Desde la estación de Agost y por caminos rurales y la carretera CV-834 alcanzaremos Sant Vicent del Raspeig. Lo que se contempla hoy en San Vicente del Raspeig es una emergente ciudad muy cercana a quedar conurbada con Alicante, una ciudad próspera por sus nuevos espacios residenciales, su industrias, servicios y centros de ocio y comerciales.
Conocida como ciudad universitaria desde que en 1979 se inaugurara en ella la Universidad de Alicante, nos llama la atención la iglesia de Sant Vicent Ferrer, del siglo XIX, edificada sobre una antigua ermita del siglo XV. La construcción de la ermita se justifica por la visita que hizo en el siglo XV San Vicente Ferrer al caserío del Raspeig. De hecho esta visita fue el origen del topónimo de la localidad. Una avenida amplia une Alicante con Sant Vicent del Raspeig. Alicante tiene su mejor reclamo en la localización litoral, sus playas y un clima privilegiado para el turismo de playa, con su gran cantidad de horas de sol. Aunque si el viajero quiere acercarse a su patrimonio cultural, histórico y artístico Alicante tampoco le defraudará.
En este sentido debemos pasear por el casco antiguo, con sus calles estrechas y empinadas donde llamarán nuestra atención los blancos edificios tradicionales. Paseando por estas calles descubriremos la iglesia concatedral de San Nicolás de Bari, levantada sobre los restos de una mezquita en de estilo renacentista herreriano. Sobria en su aspecto exterior, su construcción se realizó entre 1616 y 1662. El casco antiguo se desparrama en torno a la montaña del Benacantil, inserta en la ciudad y en primera línea de playa. De material rocoso, tiene vegetación de pinos y otros arbustos en la cara norte, mientras que en la sur, la que da al mar Mediterráneo, solamente hay roca. En las zonas de transición hay matorrales y hierbas propias de la vegetación del clima mediterráneo seco.
Sobre la montaña se asienta la fortaleza medieval de Alicante, el Castillo de Santa Bárbara. Hasta 1963, en que fue abierto al público, estuvo en una situación de abandono. Fue, en ese año, cuando se inauguraron los dos ascensores que hacen un recorrido por dentro de la montaña de 142,70 metros y a los que se accede por un túnel de 204 metros de longitud que nace en la avenida de Jovellanos, frente a la playa del Postiguet. Precisamente la playa del Postiguet es otro de los lugares carismáticos que deberemos visitar en Alicante, icono de la ciudad y nombrada en la popularísima canción La manta al coll.
Cercana a ella, en la fachada marítima, encontraremos el parque de Canalejas y la Lonja del Pescado, un edificio de carácter industrial de estilo historicista que integra detalles ornamentales neo-árabes y que sirve, desde 1992, como sala de exposiciones. También es de paso obligado el antiguo Hospital Provincial, que alberga actualmente el Museo Arqueológico Provincial, con más de tres mil piezas de los yacimientos de la zona. Y, antes de finalizar la ruta que nos ha llevado a Alicante desde Alcoy por una vía de tren que jamás existió deberemos visitar el yacimiento arqueológico del Tossal de Manises- Lucentum, de época íbera y romana, con su colonia romana Zeus, localizada en la partida de a Albufereta y declarada Bien de Interés Cultural.
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