VALENCIA (VP). El municipio de Vinarós está localizado en la zona más septentrional de la Comunidad Valenciana, en plena Costa del Azahar, y sobresale por sus 12 kilómetros de playas claras y pequeños acantilados.
Pero además esta localidad del Bajo Maestrazgo es conocida por su especial "mascota": el langostino de Vinarós. Y es que este pequeño ha pasado a la historia culinaria nacional como uno de los crustáceos más jugosos y coloridos de toda la Península.
La frontera geográfica de la Comunitat Valenciana por el norte se inicia en el río Sènia, que desde las montañas de Els Ports y una vez amansado en el embalse de Ulldecona, discurre hacia tierras de Baix Maestrat con alguna incursión en Cataluña. La agricultura está todavía muy presente en esta región si bien el turismo y en menor media la industria son el motor económico de la comarca.
El río Sènia llega ya exhausto a un sector costero caracterizado por acantilados medios y pequeñas calas en forma de media luna donde predominan los guijarros, y la costa se derrama en grandes bloques de piedra abatidos por el persistente oleaje. Las calas son numerosas, recogidas y, por sus dimensiones y acceso más o menos difícil, eluden las aglomeraciones, dando sensación de intimidad al abrigo de los pequeños cantiles.
Las aguas son de excepcional calidad y, para poder recorrer la zona, la carretera N-340 sirve de eje longitudinal norte-sur. La sucesión de calas como les Deveses, Les llanetes, Cala Foradá o Cala Pastor, es casi interminable hasta llegar a la propia población de Vinaròs y, por el camino, diversas urbanizaciones y emplazamientos turísticos como cámpings, disponen de oferta gastronómica para todos los gustos.
Algo más grande que las calas que se encuentran contiguas a ésta, la Foradada mantiene, sin embargo, la limpieza de las aguas que es una característica común de todas las playas de esta zona. Su nombre deriva de una roca que emerge del mar con una pequeña oquedad que la atraviesa, lo que aporta una idea de los atractivos fondos que ofrece para el buceo.
Como es sabido Vinaròs guarda uno de los secretos mejor guardados de la gastronomía castellonense, el langostino, pero también es posible degustar otras delicatessen poco frecuentes o incluso desconocidas en el resto de la provincia o en la hermana provincia de Valencia. Nos referimos a moluscos como el dátil de mar o holoturias como la espardenya; está última crece y se pesca en la amplia plataforma marina que se extiende hasta las algo lejanas Islas Columbretes, hasta donde se desplazan las barcas de los marineros que faenan en la zona y amarran en puertos como Vinaròs, Benicarló o Peñíscola.
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