VALENCIA (VP). Esta ruta nos permitirá conocer la sierra de Aitana y los espectaculares valles que acogen bellos pueblos en su vertiente norte. Desde Alcoy a Benilloba deberemos tomar la CV-70. Por esta carretera, cerca de Alcoy, estaremos acompañados por la pinada de la Serreta y, cuando cambie el paisaje y en las laderas de los barrancos se dejen ver los cultivos de almendros, olivos, viñas y cereales, descubriremos a nuestra izquierda el castillo de Penella, perteneciente al término municipal de Cocentaina.
El castillo de Penella, situado en un entorno precioso, es una construcción cristiana del siglo XIII, que se ubica en el cerro de Sant Cristòfol. A escasos kilómetros llegaremos a la localidad de Benilloba. Esta antigua alquería musulmana responde urbanísticamente a este hecho: estrechas calles en pendiente rodeadas de casas encaladas. Destaca en este municipio los preciosos lugares que existen a su alrededor. Estos parajes vienen dados por el transcurrir del río Frainós junto a la población. De esta manera, visitaremos el paraje del Salt, donde existen restos de un acueducto árabe cuyo paso está recubierto hoy por un manto verde.
Siguiendo el río accederemos al barranco del Cuixot, donde encontraremos los restos de un puente en forma de arco de origen musulmán. Desde Benilloba nos dirigiremos por la CV-787 hasta el pueblo de Benifallim, en un continuo ascenso a lo largo del bello barranco de Els Horts de Marra. Llegados al pequeño pueblo de Benifallim nos llamarán la atención sus edificios de una sola planta con verjas de hierro fundido. A los pies de la sierra del Rontanar, en este espacio próximo a la villa, encontramos puntos con abundantes masas de árboles carrascos y de pinos, hasta el punto de que este lugar ha sido declarado como microrreserva de flora. En Benifallim, otro de los elementos destacados es el castillo, situado sobre una cresta rocosa con un dominio visual muy amplio que abarca los castillos de Cocentaina, Penelles, Penáguila y la Costurera. También desde la localidad podemos realizar otra excursión que nos lleve a la cumbre del Rontonar, a 1.330 metros, siguiendo un camino que nos hará pasar por la gran cava de nieve de esta sierra.
Nuestro próximo destino es Penàguila. Desde Benifallim deberemos tomar la CV-785 para llegar a este municipio. En el trayecto nos encontraremos con el armonioso y relajante paraje conformado por la masía, la ermita y la torre de Sena. Llegados a Penàguila, su rico patrimonio arquitectónico nos hace intuir que la población ha sido un testigo privilegiado de la historia de esta zona. Tras la conquista del Rey Jaume I, en Penàguila, debido a los abusos de los cristianos, los moriscos se rebelaron.
El caudillo musulmán Al Azraq, que dominaba la Vall de la Gallinera, acudió en ayuda de los sublevados aunque, finalmente, los cristianos pusieron fin a la revuelta y Al-Azraq murió en Alcoy en 1276. Debido a la posición estratégica de Penàguila, Pere III de Aragón no se limitó a facilitar la llegada de colonos cristianos sino que en 1278, cuando firmó la carta puebla de Penàguila, obligó por contrato a los cien colonos a custodiar el castillo y construir casas y murallas alrededor de él. Más tarde Penàguila fue sitiada en 1356 por las tropas castellanas de Pedro I El Cruel, que acabaron siendo derrotadas, lo que hizo que el rey de Aragón concediese el privilegio a Penàguila de ser Villa Real y tener voto en las Cortes. Como Villa Real Penàguila albergaba las casas de los nobles de diferentes señoríos de pueblos de la comarca y, por tanto, podemos encontrarnos hoy diferentes casas solariegas de gran valor arquitectónico y patrimonial.
De la antigua muralla queda alguna torre y algún portal, de entre los que destaca, sin lugar a dudas, El Portalet, un curioso acceso que impedía la entrada al pueblo en línea recta, obligando a realizar un doble ángulo de 90º y aumentando así el control sobre las personas que entraban. El castillo, por su parte, declarado Bien de Interés Cultural, está en estado de semiruina. En las cercanías de su núcleo urbano visitaremos el palacio y el Jardín de Santos, con su casa museo.
Se trata de un jardín romántico que muestra en su interior especies botánicas únicas en la zona y un encantador laberinto arbóreo. Salimos de Penàguila dirección Alcoleja por la CV-781 y, antes de llegar a esta localidad, cuando la carretera se bifurca y pasa a ser la CV-770, en un trayecto de ida y vuelta realizaremos una visita al tranquilo y bello pueblo de Benasau. Paseando por las calles de armoniosa arquitectura popular, nos encontraremos con la Torre-Palacio de los Barones de Finestrat, declarada Bien de Interés Cultural. En su término nos acercamos al poblado de Ares del Bosc, donde se ubica el palacio de los marqueses de Bosc, obra del siglo XVI.
En las cercanías encontramos los restos del que fue poblado morisco de Frainos, abandonado después de la expulsión de los moriscos en 1609. Retomada nuestra ruta entraremos en Alcoleja, donde sorprende agradablemente lo agreste de su entorno montañoso a los pies de la sierra de Aitana, con un paisaje dominado por los cultivos de olivos y almendros, motor económico de esta población montañosa. Su proximidad con la sierra de Aitana la convierte en uno de los puntos de acceso preferidos por los excursionistas para comenzar las diferentes rutas existentes en la sierra.
Dentro de la localidad visitaremos el entramado medieval, presidido por los restos del palacio del Marqués de Malferit. Los elementos más destacados de esta casa palacio son la singular torre adosada al edificio, en muy buen estado de conservación, y el gran portalón con arco de medio punto. Desde Alcoleja tomaremos un camino rural agradable y tranquilo. En este trayecto visitaremos el poblado de Beniafé. Pasaremos por la partida de Xarquera, salvando a continuación un collado a más de mil metros de altitud. Una vez superemos esta dura subida las vistas que se abren ante nosotros son impresionantes.
El castillo de Confrides se nos presenta en un cerro inaccesible, y el valle de Guadalest y algunas de las localidades que lo conforman hoy se dejan ver en el marco natural incomparable de la sierra de Aitana. Y decimos que la conforman hoy puesto que, antes de la expulsión de los moriscos, existían veinte núcleos poblacionales y, en la actualidad, sólo existen seis: Confrides, Abdet, Benifató, Beniardà, Benimantell y El Castell de Guadalest.
La repoblación de la zona tras la expulsión morisca en 1609 fue lenta y escasa y la huella árabe se percibe en la actualidad en las canalizaciones y aprovechamiento de los manantiales. Se trata de obras hidráulicas inteligentes que hoy son parte de un paisaje cultural vivo con pequeños azudes, acequias, lavaderos, balsas de riego, aljibes, norias... Podemos encontrar estas muestras de ingeniería árabe tanto en las zonas de montaña (con fuentes como las de Forata, Arbre, Espinal, Partagat, Xorrets, Salines o Molí) como en las urbanas, con los manantiales convertidos en fuentes. Son obra humana singular y patrimonial para aprovechar, de manera accesible y cómoda, el agua. También vemos muestras del paso de los moriscos en los abancalamientos, cultivos en lugares imposibles que conforman parajes de belleza única como el que se da cuando se fusiona el verde de los olivos sobre el gris-blanco de las rocas calizas.
En la zona de la umbría de la sierra de Aitana, en los diferentes llanos que encontramos a grandes altitudes se sitúan masías centenarias. Son el centro neurálgico de una vida agraria conformada por campos de cultivo labrados en piedra seca. Junto a las masías tampoco faltan en la sierra de Aitana construcciones más modestas como los corrales, casas, parideras o refugios. Otra señal inequívoca del paso morisco por la zona son los espectaculares castillos, como el de Confrides, ya comentado, y los de El Castell de Guadalest o Sella, que tenían la función de refugio, atalayas y defensa de las alquerías de las proximidades.
Llegamos al pueblo de Confrides, antiguo poblado de Aljófar, ya en el interior de la Marina Baixa y en la parte superior del valle de Guadalest. Tiene, por tanto, una localización dual, siendo la primera población de la montaña o la última de la Marina. En la plaza del pueblo nos encontraremos con el símbolo de Confrides, un magnífico nogal centenario. Camino de Benifato, a mano izquierda, observamos el pequeño y coqueto caserío de Abdet. Tenemos ocasión de visitar en este lugar uno de los primeros trinquets de la Comunitat Valenciana que data del año 1772.
Este trinquet, además, es el único en el que se puede practicar, por sus peculiares dimensiones, el histórico juego de pilota: Pilota grossa. El trinquet fue reformado en el año 2006. Una vez llegados a Benifató lo que más nos llamará la atención de esta localidad es la iglesia parroquial de Sant Miquel, con su original campanario fuera de planta. Desde Benifató, accederemos a la Sierra de Aitana por el camino que nos conduce hasta la fuente de Partagat y su área recreativa. Éste es un buen lugar para comentar que la sierra de Aitana, con sus 1.558 metros de altitud, es la cota más elevada de las montañas del sur de la Comunitat Valenciana.
Muy cerca, y casi como una prolongación de Aitana, los 1.410 metros del Puig Campana lo convierten en la mayor altura cercana a la línea de costa de todo el litoral valenciano. La sierra de Aitana se extiende sobre una superficie próxima a las dos mil hectáreas. En el paisaje de la sierra predomina abrumadoramente el roquedal. Lo más llamativo de las cumbres de Aitana son los farallones originados por una falla que corre de poniente a levante y que ha fracturado, de manera espectacular, el anticlinal que conforma la sierra, como podemos contemplar con esplendor desde la fuente de Partagat. Desde la fuente, subiendo un poco más, llegaremos a las simas de Partagat: enormes formaciones de rocas, colgadas sobre el vacío y fracturadas entre sí con grietas de más de ochenta metros de profundidad que nos sobrecogen en un espectáculo natural que cuenta también con la caprichosa formación de la Penya Forata.
Desde las simas del Partagat, en días claros, podemos disfrutar de amplias panorámicas que nos permiten, en un golpe de vista, divisar sin problemas casi todo el territorio valenciano. Hacia el sur se descubre todo el litoral entre el Penyal d´Ifac y las sierras de Orihuela; tan sólo queda en la sombra Benidorm, oscurecida por la impresionante mole caliza del Puig Campana. Por el este son bien visibles las urbanizaciones del litoral, la sierra de Bèrnia, el Montgó y, si afinamos la vista, la isla de Ibiza. Hacia el norte, cierran esta visión panorámica inmejorable las sierras de la Serrella y Alfaro, entre las cuales se vislumbra el golfo de Valencia y las sierras del interior de Castellón. Hacia el oeste destaca, sobre todo, la cima del Montcabrer.
La vegetación potencial en la zona es la carrasca, aunque hoy tan sólo quedan manchas aisladas. Lo más atractivo para el viajero serán especies arbustivas o arbóreas que se desarrollan en espacios húmedos, como es el caso de los tejos, fresnos o arces de Montpellier. Destacamos esta especie, de la que encontramos numerosos ejemplos en las proximidades de la fuente de Partagat, ya que es uno de los reductos de la especie más meridionales de la península. Caminando por la sierra se puede disfrutar con la presencia de rapaces como el halcón peregrino o las águilas reales y perdicera. La visión de los mamíferos es más complicada, ya que la posibilidad de encontrarse con especies como el gato montés, la garduña, la zorra, el jabalí o el tejón es más que improbable.
Después de haber conocido la Sierra de Aitana y haber regresado a Benifato nos dirigimos ahora a la villa de Beniardá. Allí descubriremos un pequeño pueblo, situado prácticamente a orillas del embalse de Guadalest.
Al igual que el resto de pueblos del valle presenta tramas urbanas al servicio, en su tiempo, de una sociedad medieval donde la localización, estructura o materiales no sólo sirven para vivir confortablemente -orientación, calles estrechas frescas en verano, paredes de piedra caliza y barro-, sino también como atalayas defensivas y de control de los cultivos y ganados. La actividad más atractiva que podemos realizar en Beniardá es, posiblemente, la de darnos un paseo por los alrededores del embalse de Guadalest entre tranquilos campos de olivos y almendros. También, debemos visitar la Font Vella, rodeada de fuertes, gruesos y ancianos eucaliptos que dan sombra a toda la plazoleta en la que también encontramos un antiguo lavadero. Otro lugar de interés es la Font de la Mesquita, que está enclavada en los alrededores de donde se cree que estuvo la segunda mayor mezquita de Al- Andalus. Desde Beniardá nos dirigiremos, ahora, hasta el próximo pueblo de Benimantell. Las empinadas calles de esta localidad tienen su caso paradigmático en el Trencacames (Rompepiernas), calle llamada así por la aguda pendiente que tiene.
Llegaremos a la Iglesia Parroquial dedicada a San Vicente Mártir, que es un edificio de interés arquitectónico por tener una curiosa torre hexagonal. Desde esta población podemos realizar excursiones a diversos parajes dentro de su término municipal. Podemos visitar diferentes fuentes como la de Font Major, el Pi, Salines o la del Molí, con una zona recreativa muy bien acondicionada. También son interesantes las ruinas del castillo de la peña el Castellet, declarado Bien de Interés Cultural. Antes de dirigirnos al municipio de el Castell de Guadalest visitaremos también el Pas del Comptador, en la sierra de Aitana, llamado de esta manera porque era tan estrecho que los pastores podían contar el número de las ovejas de una en una.
Al poco de dejar Benimantell entraremos en el Castell de Guadalest. Capital histórica del valle, toda la villa ha sido declarada como Bien de Interés Cultural. A esta población se accede a través de una oquedad natural abierta en la montaña en la que se encuentra situado el municipio. Se trata de un cerro de más de quinientos metros en el que se asienta la localidad. El elemento más destacado de la villa, y no sólo por estar sobre la roca más elevada de la población, es, sin duda alguna, el castillo de Sant Josep, desde el que se contemplan bellísimas panorámicas de la zona. El castillo tuvo un papel muy importante a lo largo de la Edad Media y Moderna gracias a su situación estratégica.
Los terremotos de 1644 y 1748 y la voladura que sufrió en 1708 en la Guerra de Sucesión fueron los culpables de su destrucción. También existe otro castillo en el Castell de Guadalest, el de la Alcozaiba, levantado por los musulmanes en el siglo XI y del que actualmente sólo queda una torre medio derruida. En el casco histórico encontramos diferentes casas nobiliarias de gran interés arquitectónico, entre las que destaca la casa de los Orduña, antiguos señores del valle, que tiene diversas plantas dispuestas en función del nivel de la montaña en la que se hallan situadas.
De El Castell de Guadalest también llama la atención la cantidad de museos existentes en la pequeña villa. De esta manera podremos visitar el museo de instrumentos de tortura, el museo municipal Casa Orduña, el museo de microminiaturas, el museo etnológico de Guadalest, el museo microgigante (de miniaturas y esculturas gigantes), el museo de belenes y casas de muñecas, el museo de vehículos históricos y el museo de Ribera Girona. Hoy el Castell de Guadalest se ha convertido en un icono del turismo de La Marina Baixa, como oferta complementaria del turismo de sol y playa del litoral. Su fama es más que merecida dada su historia, patrimonio arquitectónico, su atrevido y defensivo emplazamiento sobre unos peñascos inaccesibles a más de quinientos metros de altitud y la conversión total al turismo de su economía agrícola tradicional.
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