VALENCIA (VP). La ruta empieza en Sax, antiguo terreno de disputa entre los reinos de Castilla, Murcia y Aragón, por lo que en los diferentes pueblos se encuentran castillos cristianos construidos, la mayoría de veces, sobre restos de fortalezas árabes. Deberá visitar el castillo para maravillarse de su arquitectura defensiva y observar las panorámicas que se abren a sus pies. Las calles que conducen al castillo son de origen árabe y se adaptan a los desniveles del cerro; y en su centro, se halla la ermita de San Blas. Asomándose al flanco norte de la peña que sustenta al castillo de Sax, se encuentra un pozo de nieve de forma circular con una profundidad de entre 10 y 15 metros.
El camino sigue hacia Salinas por tranquilos caminos rurales paralelos al discurrir de la carretera CV-830. Nada más salir de Sax, se encuentran unos antiguos hornos de yeso que merece la pena visitar y, seguidamente, se prosigue la sierra Cabreras. Lo primero que llama la atención al llegar a Salinas es su famosa laguna; lo segundo, la imponente sierra con el mismo nombre que cierra el paso dirección oeste. La laguna fue, hasta 1950, zona de extracción de grandes cantidades de sal.
El espacio original de la laguna alcanza las 425 hectáreas, que llenan el paisaje de cañizo, caña, lirio amarillo, tules o esparto, junto a una abundante presencia de aves migratorias. La laguna de Salinas es una maravilla de paraje húmedo solitario y abierto al viajero amante de espacios íntimos.
En 1751, el pueblo de Salinas sucumbió ante un gran aluvión de agua. Los técnicos de la época achacaron la destrucción del pueblo a la falta de desecación de la laguna. El pueblo cambió de ubicación hasta la cota en la que lo encontramos actualmente. A las afueras del pueblo encontramos el Paraje Casa Calpena, otro rincón aconsejable para visitar. Casa Calpena es un antiguo palacete destruido durante la Guerra Civil Española y rehabilitado por el ayuntamiento en 1999.
También existe un área recreativa y un restaurante. Desde este punto podemos realizar una incursión por la sierra Salinas. Su pico más sobresaliente, con 1.237 metros, se denomina la Capilla del Fraile, aunque para llegar al mismo deberemos iniciar nuestro camino desde los senderos agrícolas que parten desde el sur de la sierra. Destaca la presencia de conejos, jabalíes, lirones caretos, zorros, tejones y aves como el águila real o el águila perdicera.
Continúa la ruta dirección sur en busca del pueblo de Pinoso. El camino lleva por un mosaico de campos de vid, almendros y algarrobo. En el casco urbano de Pinoso deberá detenerse en la Torre del Reloj. En 1887 empezó el proyecto de construcción y su gran particularidad es que se trata de un reloj de cuerda manual.
A escasa distancia del pueblo de Pinoso encontramos el Cabeçó de la Sal. Se trata de una montaña llena de magia y energía que cuenta con unas reservas de sal de 500 millones de toneladas. Hace alrededor de doscientos millones de años (período Triásico) todas las vides del Pinoso se encontraban cubiertas por lagunas litorales marinas, por lo tanto el agua era salada. Es fácil imaginar que la evaporación de estas lagunas diera lugar a la sal. La sal fue cubriéndose de sedimentos, quedando en la parte de debajo de todos ellos hasta que diferentes presiones de la corteza de la tierra la hicieran salir por su mayor plasticidad, conformándose así la formación diapírica de aspecto redondeado que muestra hoy el Cabeçó de la Sal de Pinoso.
La ruta continúa en dirección a Algueña. Llama la atención, conforme nos acercamos a esta localidad, la enorme mina de mármol a cielo abierto de la vecina sierra del Reclot. Impacta de manera inquietante, pero al mismo tiempo hipnótica, el perfil de la sierra con sus líneas rectas recortando el horizonte montañero. Algueña fue parte de Pinoso hasta 1934, año en que, debido a la cantidad de población existente en la localidad, se le concedió la independencia municipal.
Desde Algueña la ruta dirige hasta La Romana. Llega al municipio de La Romana, dependiente de Novelda hasta 1929. Hasta 1930, el pueblo fue propiedad del Marqués de La Romana, quien finalmente vendió a los colonos y arrendatarios los terrenos que cultivaban. La Romana tiene un entorno caracterizado por calles amplias y ajardinadas y está flanqueado por dos grandes pinadas, lo que contribuye a incrementar su belleza. Podrá llegar al siguiente destino, Aspe, entre parajes rurales tradicionales escasamente transformados, por los pies de la sierra de la Horna.
Aspe cuenta con un interesante patrimonio histórico-artístico reflejado en su casco antiguo, que conserva el sabor de sus raíces árabes. De calles sinuosas que desembocan en pequeñas plazas, el casco antiguo de Aspe se podría dividir en dos partes: la primitiva, que debió de estar amurallada y se encuentra en torno a la Plaza Mayor, y la de expansión, que se encuentra en torno a la Plaza de San Juan.
POR LOS LUGARES QUE INSPIRARON A AZORÍN
Desde Aspe nos acercaremos a Monforte del Cid por la carretera CV-825, cruzando el ya exhausto río Vinalopó. Llegamos a esta localidad y nos dejamos llevar por sus calles, también de claras reminiscencias árabes y calles estrechas en el barrio de la morería. Encontramos, sobre los restos de una fortaleza musulmana, la actual iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, de estilo barroco, de entre los siglos XV y XVIII, que muestra, orgullosa, su original torrecampanario de treinta metros de altura, el antiguo alminar. En Monforte del Cid deberemos probar el Anís Paloma
Dejamos la localidad de Monforte del Cid y nos dirigimos ahora a la vecina Novelda. La arquitectura de Novelda destaca por los edificios modernistas. Ya en dirección a Monòver, y a unos tres kilómetros de Novelda, se localiza sobre una vertiente del cerro de la Mola, un conjunto histórico-artístico relevante. Nos referimos al castillo de la Mola declarado Bien de Interés Cultural. El castillo de la Mola es de origen almohade, se construyó en el siglo XII sobre una antigua fortificación romana y fue la primera edicicación de la población de Novelda.
Una vez pasado el cerro de la Mola llegamos a Monòver, la ciudad que vio nacer al gran escritor de la generación del 98 José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo, Azorín. Por tanto, una de las primeras cosas que debemos hacer al llegar a Monòver es visitar la casa-museo de Azorín. Se trata de una característica vivienda del siglo XIX que reconstruye el hogar en el que vivió el prosista alicantino. Dejemos la bella localidad de Monòver y nos dirijámonos a la capital del calzado: Elda. Visitamos, por tanto, al llegar a esta localidad, el Museo del Calzado. Inaugurado oficialmente en enero de 1999, el museo consta de cuatro exposiciones permanentes y una itinerante.
De Elda a Petrer apenas tendremos que cruzar la calle, ya que la gran expansión que han experimentado estas dos localidades desde mitad del siglo XX, ha hecho que queden pegadas la una a la otra formando la conurbación Elda-Petrer. En Petrer visitaremos el monumental castillo medieval de entre los siglos XII al XIV, declarado Bien de Interés Cultural y donde se han localizado restos romanos y árabes.
Para finalizar la ruta haremos un recorrido por la vecina sierra del Cid, que conforma un macizo con forma de media luna, en cuyos extremos encontramos las dos cimas de la sierra. Existen diversos senderos que nos llevan a conocer la sierra. Es el gran pulmón verde de la zona, que presenta en su mayor parte terrenos fértiles pero con aspecto árido. En las inmediaciones de la sierra del Cid también podemos disfrutar de parajes naturales sorprendentes y emocionantes si nos dirigimos a la Rambla de la Rabosa, al Racó Xolí o al yacimiento de la Edad del Bronce (siglo XV a.C. )de Catí-Foradà. Finalizamos esta ruta a escasos kilómetros de Sax, el lugar donde empezamos este recorrido que nos ha permitido conocer una zona especial y sorprendente, marcada por el cultivo de la vid y la extracción de sal.
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