MADRID. Rodeo Drive, Beverly Hills... Los Ángeles. Una de las calles más caras del mundo. Cantantes como Mariah Carey, actrices como Jessica Alba o millonarias, sin más, como Paris Hilton, celebrities de toda clase y condición, compran en esta milla de oro sus trapitos repartiendo sonrisas a los flashes. La semana pasada, sin embargo, un individuo taciturno y con los hombros caídos transitaba por Rodeo Drive de escaparate en escaparate. Iba en chándal y tenía la llave de la habitación del hotel colgada al cuello con un cordel, suponemos que para no perderla.
Las cámaras de Cuatro captaron sus compras: un triste par de polos Ralph Lauren cuando lo lógico hubiera sido hacerse con algo así como unas manoletinas de 500 euros como las que lucía esos días la Princesa Letizia en el 20 aniversario del Instituto Cervantes. Pero él era José Mourinho, entrenador del Real Madrid, no necesitaba más, caminaba con paso firme y encima no tenía nada que decirle a los periodistas. ¿Acaso es posible? ¿No había ningún dardo que lanzarle al Union Philadelphia, contra quien disputaría el prestigioso torneo ‘Herbalife World Football Challenge' días después?
El fútbol nunca ha sido una prioridad dentro del mundo del fútbol en pretemporada. Los partidos contra Los Ángeles Galaxy, Chivas de Guadalajara y el citado Philadelphia poco han podido hacer en los medios ante el impacto de las imágenes de Casillas y Ronaldo en calzoncillos, un acto de la plantilla junto a Elsa Pataky y Paz Vega o los intentos desesperados por leerle los labios a Mourinho cuando se dirigía entre carcajadas a un Cristiano con la mirada clavada en Amalie Wichmann, una modelo danesa que daba un paseo sobre el césped tras el entrenamiento sólo Dios sabe por qué y lo que es peor: para qué.
Esta comedia estival tal y como la conocemos empezó en 2003 con la llegada de Beckham al Real Madrid. En aquellos tiempos se veía el mundo con otros ojos. Florentino Pérez acababa de destituir al entrenador que le había dado una Champions y, ese mismo año, una liga. Trajo en su lugar al utilero del Manchester United como técnico y a un fichaje millonario para un puesto más que cubierto ya con Figo, precisamente el fichaje megamillonario de dos temporadas atrás. A todos los aficionados les parecían decisiones sin sentido, pero esa aureola de mago de las finanzas, el hechizo de un mundo oligárquico impenetrable y desconocido, hacía que todo pareciese responder a un plan maestro sólo contradictorio en apariencia.
En aquella España, ese mismo mes de julio, la vivienda había subido un 18% en seis meses. Si era lógico para un alicatador pedirse otra hipoteca para hacerse con unos milloncetes en menos de un año, cómo no iba a ser lógico dejar marchar a Makelele, como sucedió al final del verano, porque no tenía carisma ni caché para este equipo aunque era el único, aparte del portero, que se afanaba en defender.
Así el Madrid preparó su pretemporada pensando en el mercado asiático más que en prepararse para jugar a algo. Qué absurdo, el trabajo, si lo que tienes son genios a los que les sale todo en el campo por su talento innato. La promoción de las tiendas oficiales, restaurantes temáticos, revistas del equipo y el rodaje de spots fueron los objetivos prioritarios de aquella gira.
Por lo pronto, el club ingresaría cuarenta millones en tres años y para cuando China fuese la segunda economía del mundo, se decía, gracias a viajes como éste, de trece horas de vuelo y siete de diferencia horaria, el Madrid vendería camisetas a cientos de millones de chinos treintañeros que se había trabajado cuando eran adolescentes. Antena 3 se hizo con los derechos de estos partidos para España y, ya de paso, echó a cuatrocientos trabajadores.
Al año siguiente. Cinco días en Japón, dos partidos, presentación de la camiseta oficial allí con, por supuesto, Beckham de modelo; total, 14,5 millones. Todo era maravilloso, a excepción, qué duda cabe, de que esa temporada no se había ganado nada. A quién le importaba ese asunto secundario de la competición. Un éxito era que Beckham renovase su contrato de cuatro millones de euros con la marca de gominolas Meiji Seika aunque los tabloides británicos publicaran que le era infiel a su esposa con la chacha, como los señores de toda la vida.
En 2005, las primeras imágenes que llegaron tras las catorce horas de viaje a China fueron de Ronaldo jugando al golf. Tenía que "relajarse". Poco después, inauguración de una calle con el nombre del club en Pekín y toda la plantilla dejando su huella en el cemento de las aceras. El año anterior les había tocado hacer lo mismo en Tokio para el flamante museo del Madrid. Por cierto, que ese año era el segundo sin ganar títulos, pero la apuesta para el tercero dejaba obsoleto el concepto de gira asiática, ahora era mundial, la vuelta al mundo en 16 días: Estados Unidos, China, Japón y Tailandia; total, 21 millones de euros.
Los jugadores se bajaban del avión como si fuesen los Beatles y les colgaban collares de flores como a Elvis en su mítico concierto de Hawai. En Los Ángeles un caballero pagó cuatro mil euros por eBay para que su hijo acompañara a Beckham cuando saltase al campo. En China treinta mil personas presenciaron un entrenamiento pagando hasta 500 yuanes, cuando los trabajadores urbanos ganan no más de 2.500 al mes.
Hasta hubo pinitos en el cine. ‘Real, la película' fue el título del film que estrenó el Madrid ese verano de la gira mundial. Y en eso se quedó todo, en una película. La prensa china calificó el paso del equipo como el de una "plaga de langostas". Coge el dinero y corre era el lema, o intenta correr, porque el equipo tenía un lamentable rendimiento en los amistosos por culpa del jetlag, entre otros factores. La agencia oficial china, Xinhua, sentenció "La huella dejada por el Real Madrid en China durante los últimos años se destruyó en un solo día". La mastodóntica obra de Florentino, también. Dimitió a los pocos meses en el que fue el tercer año sin ganar nada. Aún no está del todo claro si el saldo de aquellas giras fue positivo habida cuenta de que el presidente se gastó, y esto sí que es irrefutable, 180 millones en fichajes.
Al final, Beckham se marchó a Estados Unidos para regocijo de Enrique Iglesias, que le dio la bienvenida y, graciosamente, hasta allí se dirigió de nuevo el interés del Real Madrid. Abrió escuelas de fútbol y cada año echa allí unos partidos veraniegos. Incluso en Canadá y América del Sur. Con Mourinho, el año pasado la cosa se quedó en Estados Unidos y gracias. Las cifras se redujeron bastante. El periplo americano le supuso al Madrid no más de cinco millones. Con esta planificación más sosegada se consiguieron dos ligas sin Florentino y una Copa del Rey con él. Este año, el Madrid ha quedado por detrás solamente del mejor equipo de todos los tiempos, el Barça, y con alguna polémica de por medio. Suficiente para volver a creer.
¿Y qué conlleva el regreso de la fe? Pues... ¡otra gira asiática! El Madrid volverá a China y esta vez en pleno agosto, con el regreso a una semana de jugarse la Supercopa contra el Barcelona. Un lance sin importancia... Si gustan de apostar por Internet, ya saben de uno que va a llegar baldado al primer compromiso serio del año.
Buen artículo Solo comentar que el Inter, el Milan, el Barça, el ManUtd, el Arsenal o el Liverpool, andan igualmente por Asia, o América del norte... Imagino que como estos son los que se juegan las finales, se habrán puesto de acuerdo para cansarse cuanto antes. El Madrid incluído, pero no está solo.
Gran artículo, conservando la esencia. Esta es la única forma de la que me interesa seguir al Madrid.
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