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A. Maldonado y su esposa Lucía de Miguel en Baqueira

Notario y miembro de una de las familias de mayor raigambre de la burguesía valenciana, Alfonso Maldonado es amante de la filosofía, la literatura y el golf. Cree que España mejorará cuando gane el PP y que necesita una revisión de casi todas sus estructuras, incluida la autonómica

VALENCIA. "Hay que regenerar y revisar la excesiva descentralización, el modelo autonómico, las competencias de las comunidades autónomas, el sistema de justicia, el acceso a la carrera judicial..." recalama el notario valenciano Alfonso Maldonado (Valencia, 1969), amante de la filosofía y miembro del llamado 'Foro Carolina'. Casado con Lucía de Miguel y padre de cuatro hijos, emplea su tiempo libre jugando al golf y escribiendo. Es vocal del Consejo Social y del de Gobierno de la Universidad de Valencia, así como de una denominada 'Comisión para el Estudio de las Sentencias del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de Catalunya, de la Generalitat Valenciana (Conselleria de Gobernación). Autor de dos obras que recopilan la memoria de su abuelo Joaquín Maldonado, en la actualidad indaga sobre las posibilidades de un pacto social en España. De mentalidad librepensadora, considera básico ejercer la libertad de expresión en la sociedad: "Me han educado pensando que si un hecho requiere una crítica constructiva hay que manifestarla".

-¿Qué significa ser "carolino"?
-Llevo sólo tres meses y desconozco los inicios que impulsaron su creación, pero es un grupo de opinión donde se reúnen diferentes profesionales, con ideologías y percepciones de la realidad distintas cuyo nexo en común es la amistad.

-¿Lo último de lo que han hablado?
-De la situación política actual, cómo no. Opiniones hay muchas y variadas.

-¿Se puede extraer alguna síntesis?
-Sí. Hace años hablábamos de la necesidad de un cambio, de que entrara aire en el sistema, hoy vemos que regenerar no es suficiente. La crisis nos ha despertado para ver que es necesario revisar del sistema electoral, el político, la Constitución, el modelo autonómico... La clase política tiene que ser consciente de lo que pide la gente, y no sólo en las urnas, sino en el transcurso de la vida cotidiana. Hay quien empieza a hablar de listas abiertas, de la atonía social...

-¿Cuántas voces críticas serán necesarias para que se produzca dicha revisión?
-Más que un número de voces lo que hace falta es que los que tienen la capacidad de decisión, decidan y ejecuten. Ese es el cometido de los mandatarios, hacer caso de lo que piden sus mandantes.

-¿Qué tendríamos que revisar?
-La excesiva descentralización, el modelo autonómico, los parlamentos autonómicos, las competencias de las comunidades autónomas, el sistema de justicia, el acceso a la carrera judicial, la independencia de los órganos superiores de justicia, del Tribunal Constitucional, la legislación penal, el derecho civil en España...

-¿De este modo la justicia sería más rápida?
-Las leyes no van a resolver nunca los problemas, facilitan su resolución. Pero por cambiar la ley los procesos no van a ser más rápidos, ni más lentos. Desde mi punto de vista todo depende del ánimo de las personas.

-O sea, ¿de...?
-Si la justicia cuenta con los medios materiales necesarios para desarrollar su función correctamente sería más ágil y el trabajo más eficiente.

-Es curioso que en el siglo de Internet la agilidad de la justicia dependa de un ordenador.
-Bromeo mucho sobre el tema, pero no es divertido. Cuando me han pedido resolver temas densos y redacto extensas razones jurídicas hay clientes que insisten en entenderlo. Si insisten mucho y después de intentar explicarlo sin éxito, les respondo "mire, el ordenador no lo permite". Y maravillosamente lo entienden. Siempre digo que las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios generales del derecho. Pero que hoy en día ha cambiado por el hardware, software y la pestaña del ordenador. Esto pasa a menudo. Vas a comprar, pides un justificante y te responden que el ordenador no lo permite. No es normal que en lugar de cambiar el sistema tengamos que cambiar nosotros. Es una despersonalización.

-¿Hay que instaurar un nuevo pacto social?
-El ser humano es muy complicado con un universo en su interior, con muchos deseos, necesidades y el pacto de la colectividad no va a poder atender nunca todas esas ansiedades. No obstante hay que intentarlo.

-Decir Maldonado en la city valenciana es referirse a una estirpe de financieros, abogados, corredores de comercio y notarios. ¿Resulta cómodo el peso de su apellido?
-Muy cómodo. Además me siento muy orgulloso de llevar este apellido.

-¿Siempre ha sido tan buen chico como aparenta?
-Sí, pero no por el apellido sino porque me han educado así. También llevo el apellido Rubio y me he criado mucho con mi abuelo materno. De hecho soy notario por su influencia. Él me despertó la curiosidad por la poesía y me animaba a memorizar poemas que no he olvidado.

-¿Y me va a recitar uno?
-"Admiróse un portugués, de ver que en su tierna infancia, todos los niños en Francia, supiesen hablar francés. «Arte diabólica es», dijo, torciendo el mostacho, «que para hablar en gabacho un fidalgo en Portugal llega a viejo, y lo habla mal; y aquí lo parla un muchacho". También me sé las coplas de Jorge Manrique, "La vida es sueño" de Calderón de la Barca...

-¡Caramba lo que van a saber sus hijos!
-Bueno, son todavía pequeños. El mayor tiene 9 años y la pequeña 12 meses. De todos modos en casa hay mucha poesía e igual algún día se animan.

-Tengo entendido que su abuelo Joaquín Maldonado mantuvo una exquisita lucidez mental casi un siglo después de nacer. ¿Hasta dónde espera conservarla usted?
-Desde luego no un siglo. Espero irme antes. No tengo ningún interés en vivir tantos años. La fuerza y personalidad del abuelo Joaquín es excepcional. Era un hombre con una capacidad de análisis brillante. Murió con 102 años y porque creo que vio morir a quien no debía.

-¿Por qué no quiere durar tanto?
-Uf. Si te jubilas a los 70 años y te mueres a los 102 te pasas 30 años de tu vida dando vueltas. Bueno, mi padre con 75 años tiene una agenda social más intensa que la mía. Entre el gimnasio y las visitas culturales... no tiene tiempo ni para mí. Lo admiro profundamente. De niño me encantaba ir a visitarlo y sentarme enfrente de él en el despacho, ahora es él quien viene a visitarme.

-De sus dos libros, "Conversaciones con Joaquín Maldonado" o "Camino inverso", ¿cuál costó más?
-El primero lo escribí impulsado por Carlos Pascual. Quería conocer la visión de Joaquín Maldonado en los acontecimientos históricos en los que había participado durante la dictadura y la transición política. Lo califico de 'preciosista' en el sentido de que tiene pretensiones que no puede alcanzar, y por tanto, "lo intenta" pero no lo consigue. El segundo fue una relectura ampliada de estos acontecimientos contados por su nieto. Fue una labor de casi dos años de trabajo donde descubrí su personalidad.

-En Castilla dicen "hija mía, cásate con un notario que nunca te faltará de nada", ¿sigue siendo real?
-Lo fue hasta 2008. Desde entonces no es real. El otro día le comentaba a un compañero: "Oye, esto de que los notarios sufran en su despacho no estaba en el guión, ¿no?" Se suponía que íbamos a tener un poder adquisitivo y un nivel de desarrollo económico que impediría preocuparnos el resto de la vida. Hoy hay muchos notarios sufriendo. Llevo un año en Valencia y me está costando desarrollar mi profesión con holgura.

-¿Cree que la crisis acabará pronto?
-Mi vida profesional es corta. Esta es mi primera crisis. Sé que antes o después saldremos, pero también que para salir es necesario un clima de confianza e ilusión. Éste llegará cuando gane las elecciones el PP.

-¿Qué es más fácil, que España vuelva a ganar el Mundial o que mejore su hándicap en el golf?
-Es más fácil que baje el hándicap sobre todo porque todas las semanas hay un campeonato de golf.

-¿Sus hijos seguirán sus pasos?
-De momento no. Uno quiere ser detective, el otro soldado y el tercero golfista, pero son muy pequeños. De todos modos me haría ilusión.

-Con tanto notario en su familia, ¿quién da fe en las reuniones familiares?
-Todos. Hablamos poco de Derecho, aunque a veces cambiamos impresiones ante un caso. Preferimos reírnos y recordar anécdotas familiares que tenemos y muchas. Y también filosofar.

-¿Su filósofo favorito?
-Ahora estoy leyendo el tratado filosófico de Wittgenstein. Me gusta mucho pensar, por eso me he enfrascado en volver a escribir. Y estoy dándole vueltas al pacto social.

-¿En las notarias se ríe uno mucho?
-Pues sí. Anécdotas no faltan. Recuerdo una siendo notario de Lumbrales (Salamanca). Llegaron dos hermanos dispuestos a repartirse la herencia por sorteo en dos lotes. A la semana uno de ellos, Pascual, vino a hacer testamento. Quería dejárselo todo al otro hermano cumpliendo la voluntad de su madre. Le dije: "Bueno hombre, no hay problema. Ahora mismo le doy a una tecla y ya está listo". En ese momento sonó el fax y empezó a salir papel. Pascual se levantó gritando: "De la mente al papel, de la mente al papel... ¡cómo ha avanzado el mundo!". Salió apabullado.

-¿Qué no le gusta nada?
-Viajar. A mi me va viajar por el Canal Viajes desde mi sofá. Tampoco me gusta estar solo. No soporto la soledad. ¡Ah! también me aburro si no hago nada. Por eso nunca se me verá visitando museos o palacios.

-¿Pero con lo hijos tendrá que tener paciencia?
-Sí, pero como son moviditos como yo, formamos un buen grupo. Eso sí, cuando nos agotamos nos dormimos inmediatamente. La que sí tiene paciencia es Lucía, que nos aguanta a todos.