VALENCIA. Soy admirador de la gastronomía vasca. Lo he repetido en varias ocasiones. Es muy probable que haya tenido mucha suerte pero siempre he comido de maravilla en aquellas tierras, a precios moderados (para la calidad ofrecida) y siempre atendido con una profesionalidad envidiable. No pretendo defender con ello que la buena cocina sea exclusiva del País Vasco o que no haya mediocres restaurantes. Seguro que los hay. Como excesos de precio o lugares con servicio deplorable. En mi caso, sin embargo, me he encontrado en todas las ocasiones con un cariño al trabajo gastronómico insuperable y una seriedad y rigor tanto en la cocina como en las salas muy por encima a la de cualquier otro país.
Por eso, aprovechando el buen tiempo y la mejora espectacular en el clima social, es buen momento para considerar el País Vasco como destino de una visita gastronómica. El único problema es seleccionar los restaurantes porque hay tantos excelentes que, como a la mayoría lo mucho nos cansa, hay que dejar muchos fuera de la lista. Pero aun desde esa seguridad de no mencionar propuestas tan buenas -o mejores- como las que indico, aquí tienen algunas:
SAN SEBASTIÁN
El centro mundial del pintxo tiene en torno a sí los restaurantes más galardonados de Euskadi. Les hable hace poco de Martín Berasátegui en Lasarte, pero igual de recomendable y más innovador es Mugartiz en Rentería. Si no se quiere salir de la ciudad, la alternativa es Arzak, aunque yo no he conseguido hasta el momento comer en casa del renovador de la cocina vasca como dicen que se come. Sí en Akelarre, con unas vistas en su comedor que no mejoran la degustación porque es insuperable pero ayudan a engrandecer la velada.
La alternativa son los pintxos. Cerró, para nuestra desgracia, Aloña Berri por jubilación de sus propietarios, pero siguen abundando locales. Mi sugerencia es que entren, miren y si les gusta lo que ofrecen se queden. Dos clásicos sin riesgo son Ganbara y Bergara, éste en el barrio del Kursal.
BILBAO
Mi ciudad preferida, también gastronómicamente. Si el Guggenheim impresiona, el espacio de la Alhóndiga o la torre Iberdrola, nada que ver con la sede de Valencia, también lo hacen. Seleccionar unos pocos locales es complejo pero aquí tienen mis preferidos.
Yandiola Plaza Arrikibar, 4 48010 Bilbao Tel.: 944 133 636
Soy un admirador de Ricardo Pérez ahora, ahora en una nueva dirección pero con el mismo entusiasmo para hacer bien las cosas. Las láminas de bacalao, olivas negras, anchoas ahumadas y jugo de tomate son mi plato, pero todos los bacalaos, un pescado imposible de degustar como se debe en Valencia, son extraordinarios. Su riesgo es el ritmo de expansión de locales que lleva. Crucemos los dedos.
Urbane Paseo Campo Volantín, 23, Tel.: 944 418 202
No lo conocía en su anterior ubicación pero me sorprendió la calidad del producto a unos precios que dan envidia. No es una cocina sofisticada pero sí de preparación cuidada y buen servicio.
Mugarra C/Ercilla, 14, Tel.: 944 23 39 14
Definirlo como un clásico lo dice todo. Los pescados son espectaculares pero las carnes no quedan atrás. Es recomendable dar un vistazo al tamaño de las raciones de una mesa próxima antes de pedir para evitar sorpresas.
VITORIA
Arkupe Mateo Benigno de Moraza, 13, Tel.: 945 230 030
Una cocina en apariencia sin complicaciones pero extraordinariamente bien elaborada, entre los que destacaría un pulpo al horno y el gazpacho con salpicón de bogavante. Fue la sorpresa más agradable de mi última estancia. Su único problema es que sin reserva es imposible comer (o cenar) en fin de semana.
Ikea Portal de Castilla, 27 Tel.: 945 144 747
El más reconocido de los restaurantes de la ciudad. El local al parecer ha sido redecorado por Mariscal. En contra de lo que parece en la web, es demasiado lúgubre y el exceso de madera no ayuda. Pero la cocina es impecable y la carta de vinos también. Entre lo que probé, destacan el bogavante de la ensalada, la crema de alubias blancas con panceta y confitura de tomate y el pichón con caramelo de sidra.
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Un apuesta valiente la de Montana ahora que tantos rechazan a los vascos por razones que se me escapan como si cuando estaba Franco nos hubieran equiparado a todos con los que le servían. Para muchos críticos parece que los vascos han desaparecido y se sigue comiendo igual o mejor que siempre
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