MADRID. Tengo un amigo, recién jubilado, que dedica parte de su tiempo a administrar un patrimonio más que aceptable, en torno a 2.400.000 euros. Muy superior al declarado por renombrados políticos. Poco aficionado al riesgo en la actualidad, ha recorrido diversas gestoras de patrimonios para obtener, al final de sus pesquisas, un 4 por ciento anual en cuatro cuentas de otras tantas entidades. Me dice que prefiere diversificar el riesgo, aunque éste sea inexistente: se trata de depósitos, no sujetos a los vaivenes de las bolsas. Pero es que en algunos mentideros resurge la vieja tentación de evadir capitales. La tragedia (económica) griega ha sembrado el miedo entre los adinerados, por aquello de las barbas del vecino. Algunos de ellos no dudan en anticipar posibles "corralitos" a la argentina.
Muy nociva es la desconfianza en materia financiera. Por ello, tras las medidas de ajuste que el presidente Zapatero tuvo que desgranar bien a su pesar, el ministro de Fomento José Blanco ha tranquilizado a los ricos. La estrella emergente de las obras públicas, a quien los tijeretazos presupuestarios han cortado las alas, ha afirmado la pretensión del Gobierno: "Que los que más tienen, más paguen, pero no es el momento". Por supuesto, ni una palabra sobre la persecución al fraude fiscal, que aliviaría los desfases presupuestarios. Con los ricos, pocas bromas. Bastante tiene el Gobierno con un bajón en las encuestas, mientras su presidente es criticado en su propio partido y no ya solo por la vieja guardia arrinconada.
MÉNDEZ Y FERNÁNDEZ TOXO SABÍAN LA QUE SE AVECINABA
Por ahora cada uno de los agentes económicos, políticos y sociales ha representado su papel como era de esperar. A la CEOE le ha parecido de perlas la bajada de sueldo a los funcionarios, pero ha declarado que llega tarde y que no han de frenarse las inversiones públicas que ejecutan y cobran las empresas privadas. Rajoy, siguiendo su previsible guión, habla una vez más de "improvisación" por parte de su rival. Aquí se equivoca, pues el recorte a los empleados públicos estaba en cartera hace meses. Así al menos me lo comentó, tiempo atrás, un sindicalista de nivel medio-alto. Tanto Méndez como Fernández Toxo sabían la que se avecinaba, y su respuesta ha sido moderada.
La huelga general queda descartada, y limitarán sus protestas a paros de funcionarios de despacho. Por cierto, el presidente del Partido Popular ha metido el dedo en la llaga, reclamando que no se congelen las pensiones a cambio de que se reduzcan las subvenciones a los sindicatos. "Y a los partidos políticos", ha añadido bajando el tono. Sólo le faltaba a Zapatero que se solivianten los representantes de los trabajadores y sus apoyos parlamentarios.
Desde algunos foros especializados se recuerda, sin demasiada repercusión, que siguen sin resolverse los seculares "problemas estructurales". Es decir, la productividad (y la reforma) laboral, así como la competencia empresarial. Sobre el primer concepto, difícil competir con los salarios de los sacrificados trabajadores chinos. Sobre el segundo, la mejora de la competencia, un contacto en el Ministerio de Hacienda me ha filtrado que las cosas siguen como siempre. Los grandes oligopolios energéticos, de telecomunicaciones o bancarios, llaman a las puertas de la Administración central para obtener más y mejores ventajas fiscales, amén de subvenciones y ayudas. Aunque algunos de sus negocios, véanse las energía renovables, hayan dado excelentes beneficios. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, goza de justa fama entre las muy grandes compañías, porque es muy sensible a sus reivindicaciones.
Por todo ello, el debate ideológico ha dejado de existir, por mucho que se siga hablando de medidas de izquierda o derechas. Nuestro sistema es capitalista, conviene recordarlo, y muestra una notable resistencia a las crisis y a los intentos de cambio. Mientras el Gobierno Central se plantea reducir sus gastos en 15.000 millones de euros en dos años, con el fin de rebajar el déficit según "recomendaciones" de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el teléfono de Barack Obama, se calcula que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), dispone de un endeudamiento potencial equivalente a 99.000 millones de euros para salvar a las cajas de ahorros en general, y a los bancos en particular con problemas de recursos propios y/o liquidez. Eso al menos dice la agencia de calificación Standard & Poor´s (S&P), que tantos quebraderos de cabeza está infligiendo a la deuda soberana con sus rebajas en la calificación.
DEPRESIÓN KEYNESIANA, ÍMPETU NEOLIBERAL
Así que no nos preocupemos, animan algunos espíritus escépticos. Los funcionarios mileuristas tendrán dificultades añadidas para llegar a final de mes, entre el tijeretazo a sus ingresos y la próxima subida del IVA. A las rebeliones de las comunidades regidas por el PP, se puede sumar el presidente de Cantabria. Miguel Ángel Revilla. Horas después de asegurar su disciplina, ha cogido un globo monumental en cuanto ha visto cancelada la línea de alta velocidad entre Palencia y Santander. No sólo ha amenazado con cortar el envío de anchoas a la Moncloa, sino con romper el pacto de gobierno con el Partido Socialista. A este paso, a Zapatero le va a resultar complejo reclutar figuras ilustres para la remodelación del Ejecutivo, en cuanto termine la tormentosa presidencia de turno en la Unión Europea.
¿Y qué dicen a todo esto los economistas, luego de demostrar una vez más lo bien que han predicho el pasado y su incapacidad para analizar el presente? Hay opiniones para todos los gustos. Los postkeynesianos, partidarios de que la inversión pública actúe como revulsivo para la recuperación económica, ven arrumbados sus principios. Los bebés ya no vienen con un cheque de 2.500 euros para que papá y mamá redecoren el hogar. Los pensionistas sufrirán el azote de la inflación, por pequeña que sea. Se cancelan proyectos de obra pública, como el que ha soliviantado al cántabro Revilla. Los fármacos se dispensarán con menor esplendidez. Las prestaciones para dependencia se cercenan... Estas medidas y otras, que disminuirán el consumo y la inversión en pro de los equilibrios macros en el club euro, pudieran ser el inicio de otras más duras si sus efectos no son positivos a corto plazo.
De modo que los economistas neoliberales alzan de nuevo la voz. Una de las más sonoras es la de Pedro Schwartz, gurú de Esperanza Aguirre, quien le ha recompensado con la presidencia del Tribunal de Defensa de la Competencia en la Comunidad de Madrid. A sus 75 años, Schwartz muestra una envidiable fortaleza mental y física. Sus apariciones como articulista en prensa, o como invitado en coloquios televisivos, redundan en una defensa del liberalismo a ultranza. En su opinión, el desastre financiero no es culpa de los especuladores, sino de los estados miembros de la UE y del Banco Central Europeo, por forzar los préstamos de dinero barato y así estimular el consumo desenfrenado y por ende el endeudamiento de empresas y particulares.
Para el profesor de Historia del Pensamiento Económico, los denominados especuladores son expertos con agotadoras jornadas de trabajo, en pos de conseguir el mejor rendimiento de los fondos que les encomiendan millones de clientes. Que tan ardua tarea pueda derivar en el hundimiento de las bolsas y, en consecuencia, en pérdidas cuantiosas para sus usuarios, debe ser cosa del libre mercado.
Por cierto, si le convencen estas explicaciones, puede disponer en persona del profesor a través de su web, repleta de merecido autobombo. Como dice de sí mismo, es "la elección perfecta como ponente para su evento o conferencia". No tiene más que pulsar con el ratón la opción "contratar" y se pondrán en contacto con usted para comunicarle las tarifas. Lo dicho, vienen tiempos más duros para funcionarios y jubilados, y hay que buscarse los garbanzos como buenamente se pueda.
Con respecto a los riesgos implícitos en todo plan de ajuste, el descontento popular se va a reflejar en las urnas, porque el restablecimiento del enfermo-país se prorroga. Reacciones más fuertes en la calle responderían al endurecimiento de los ajustes, si bien la economía sumergida (desastre para las cuentas públicas) actúa como paliativo de las cifras del paro. Y que no teman los empleados del sector privado una poda decretada en sus retribuciones, como ha sucedido en Grecia. La mano invisible del mercado lleva años encargándose de que éstas se vayan desinflando.
Interesante comentario. Lo que le falta, en mi opinión, es destacar que hay otros muhcos sitios de dónde sacar la pasta en caso que sea necesario. Por ejemplo, de la aportación a la iglesia católica, de los profes de religión católica que pagamos todos (incluidos los musulmanes y judios), de los miles de asesores, de los cientos de consejeros de empresas fantasmas y fundaciones. O de la inspección fiscal sobre el IVA que aquí no paga nadie. Y así la tira de cosas que no harían necesaraio tocar las pensiones ni los sueldos de funcionarios. ¿por qué nadie dice nada de que hay otros planes posibles?
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