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El dilema de Manuel Llorente

Línea de fondo / PACO LLORET. 25/05/2011 "Pese a haber logrado el objetivo principal, el tercer puesto y la consiguiente clasificación directa para la Champions, la suerte de Unai Emery estaba echada en un sentido desfavorable hace una semana..."

VALENCIA. . Manuel Llorente planeaba un cambio en el banquillo, y se mostraba casi convencido del relevo porque entendía que el técnico vasco había agotado un ciclo y sus prestaciones ya no iban a mejorar. Desde hacía tiempo, un candidato llevaba todos los números para hacerse cargo del Valencia, era Luis García Plaza, el entrenador del otro club de la ciudad.

Incluso se había previsto la duración del contrato que iba a ligar ambas partes, dos temporadas. El presidente valencianista valoraba el excelente trabajo que había desarrollado en el Levante UD superando unas condiciones muy adversas. Sin rechistar, sacando petróleo, Luis García había hecho maravillas. Llorente creía que se podía adaptar a las necesidades del Valencia y aprovechar el trampolín de dirigir al tercer club de la liga española. La jugada era casi perfecta, aunque el conjunto "granota" debía cobrar una indemnización que Llorente hubiera negociado con alguna cesión de jugadores.

Sin embargo, el presidente de los de Mestalla no se atrevió a ejecutar la operación y decidió mantener en su puesto a Unai por una temporada más. Las claves que explican el cambio de postura son dos: por un lado, Llorente no quiere revivir el precedente de Rafa Benítez, quién siete años antes dejó al Valencia plantado y se fue al Liverpool tras ver como se demoraba la oferta de una renovación que el técnico madrileño consideraba que se había ganado a pulso, sin necesidad de esperar a saber si el equipo conquistaba los títulos por los que luchaba, como así sucedió finalmente.

Escarmentado por aquel episodio, decidió apostar sobre seguro y no asumir más riesgos de forma innecesaria. Emery se había ganado la continuidad pese a que la medida no disparaba el entusiasmo popular y un amplio sector de la grada mantiene serias diferencias con el vasco. El otro argumento de peso fue el encuentro que ambos mantuvieron en privado, fue una conversación directa y franca, cada uno dijo lo que pensaba con sinceridad. Ese discurso persuadió a Llorente y sentenció su renovación.

Manuel Llorente se enfrentó al dilema condicionado por múltiples opiniones, había voces que le sugerían la necesidad de dar un golpe de timón y aventurarse a empezar desde cero con un nuevo ciclo, mientras que otros eran más precavidos y reflexionaban sobre la ilógica marcha del único entrenador que ha clasificado al Valencia de forma directa para la Liga de Campeones durante dos temporadas consecutivas. Por supuesto, en las oficinas del club llovían las ofertas de los entrenadores en paro y los intermediarios bombardeaban con sus llamadas.

Otra lectura práctica que beneficiaba la renovación de Emery era la de proteger con su figura al máximo mandatario, una especie de escudo, que sería sustituido si las cosas no fueran bien en el próximo ejercicio. El entrenador del Valencia sabe que le han pedido un cambio de rumbo para el futuro inmediato, además de la innegable regularidad ofrecida hasta la fecha, el club de Mestalla precisa ser más competitivo en todas las competiciones.

A cambio, Unai pidió que se procediera a una renovación exhaustiva de la plantilla para poder sacar el proyecto adelante. Ambos se dieron la mano y así se cerró el asunto. A la espera de concretar definitivamente los términos contractuales, ya ha empezado la planificación de la próxima temporada que se iniciará con una concentración en Austria.

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