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VALENCIA (EP). El Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM) se adentra en el mundo del cómic y las ilustraciones con la primera retrospectiva que se realiza de MAX (Francesc Capdevila), el dibujante que se alzó con el primer Premio Nacional del Cómic que se ha concedido en España. La "libertad" de sus trazos repasa los movimientos de vanguardia del arte gráfico desde los años 70 hasta la actualidad, introduciendo "los aspectos más sórdidos de la vida cotidiana, la sexualidad o la política" en su trabajo.

Bajo el título de 'Panóptica' -"lugar desde el que se ve todo"- , la muestra se vertebra en cuatro bloques temáticos que descubren la evolución de su trabajo a través de 120 piezas originales dispuestas en orden cronológico y divididas en las décadas en las que cambiaron sus tendencias: años 70, 80, 90 y 2000.

El propio autor barcelonés ha presentado este jueves su antología, acompañado de la comisaria, Marta Sierra; el director del MuVIM, Javier Varela, la comisaria Sophie Maxeli que trae la muestra fotográfica 'Emile Savitry' que se inaugura junto a esta, y el coordinador de exposiciones, Carlos Pérez.

Expuesta hasta el 5 de septiembre, 'Panoptica' se sumerge en "el mundo de MAX". Descubre su "biblioteca personal", confiesa sus referentes, los "mitos" que influyeron en su creatividad, pero siempre "libre" en estética y pensamiento desde sus inicios en a los 17 años, en una época en la que "había que ocultar referencias" y trabajar desde un garaje al estilo "hazlo tú mismo", ha remarcado Sierra.

MAX ha asegurado que en la muestra se puede sentir esa "libertad" que marcaron los primeros tiempos de publicaciones clandestinas en la Barcelona underground y libertaria de los años 70, o las publicaciones minoritarias que se editaron con la llegada de la Democracia. Ya antes existía el cómic para adultos, pero ahora los autores reivindicaban tocar "los aspectos más sórdidos de la vida cotidiana, la sexualidad o la política". Eso sí, con un estilo "gamberro". "Éramos jóvenes", ha sonreído.

A partir de ahí, su obra se mueve entre "dos polos": uno siniestro, macabro y relacionado con la muerte, y otro más humorístico que le ha llevado hasta sus actuales ilustraciones en libros infantiles. Así, aunque se aprecian "muchos esqueletos y oscuridad, no por ello es macabra ni deprimente", ha asegurado, sino que en esas figuras hay algo "luminoso". "Hay un optimismo y un sentido del humor que salva a mis lectores de la depresión", ha garantizado.

Lo fantástico es solo un "escenario" para hablar de lo "real", dentro de una técnica propia que consiste en desplazar el foco de atención. En este sentido, MAX cree que "percibimos la realidad por un consenso social, porque alguien puso la iluminación ahí", pero él prefiere "cambiar la iluminación de sitio para que lo que está en sobras salga a la luz y lo que está en la luz descubra sus sombras".

Con los años 80 y el auge de las revistas llega la "profesionalización". Según MAX, es una etapa de "crecimiento como autor, de aprendizaje, de probar grafismos buscando mi estilo, que mi estilo es ir cambiando constantemente". Los 90 "marcan una ruptura". Siente el "agotamiento", ha admitido.

Estos años coinciden con el decaer de las revistas y quioscos y busca "nuevos caminos". Inicia así su etapa como ilustrador de periódicos, portadas de discos, carteles, libros... y "como ya no vivo del cómic, me permito el lujo de hacerlo de forma muy espaciada, solo cuando tengo una buena idea, y eso me ha dado prestigio", ha admitido.

Por último, MAX ha evocado su etapa como editor con la revista 'No somos los muertos' (1995-2007), como "puente entre una generación perdida que no tenía donde publicar y fuera de España, donde se estaba reinventando el cómic". Con ella, "pusimos la semilla para la eclosión del cómic y la época de expansión de ahora, el abandono del gheto y su aparición en los suplementos de los periódicos", ha sentenciado.

Junto a la libertad de las viñetas, el MuVIM recupera 82 instantáneas del francés Emile Savity que reproducen desde la bohemia parisina de principios de siglo, hasta las primeras imágenes de los refugiados españoles que cruzaron a Francia al acabar la Guerra Civil.

LAS HORAS CANDENTES DE LA BOHEMIA DE PARÍS EN LOS AÑOS 30

Procedentes de una colección familiar guardada celosamente hasta ahora, la fotografías reavivan las "horas candentes" de Montparnasse, período de referencia entre las dos Guerras Mundiales en el que los artistas e intelectuales, llegados de todas partes del mundo, se reunían en los cafés de este barrio parisino.

La muestra permite seguir paso a paso el trabajo de un humanista francés para dejarnos atrapar por las noches de Pigalle llevados por el swing de las primeras notas de jazz; introducirnos en los estudios de los artistas para descubrir modelos de contornos armoniosos; recorrer las calles llenas de poesía: asistir a rodajes de cine en blanco y negro, volar con las palomas de las marionetas de Yves Joly al son de la guitarra de Djano Reinhardt.

Savitry retrata a gente con un "gran mundo interior", que refleja esa melancolía propia de los artista de vanguardia" de los años 30 y 40, ha subrayado la comisaria Maxeli. Y con melancolía llega hasta Perpiñán con los primeros republicanos que cruzaron la frontera al terminar la Guerra Civil española.

El desnudo artístico, los cabarets y clubs nocturnos, las academias y los estudios de artistas, actores, clowns, prestidigitadores, los rodajes de las películas Marcel Carné, Jacques Prévert y Jean Grémillon, así como sus amigos, conocidos intelectuales y artistas del momento, protagonizan el testimonio del que fuera un "gran creador de imágenes" entre la "melancolía", la "alegría" y sobre todo, su "libertad".