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VALENCIA. Casi todo está permitido y justificado. La capacidad de asombro se verá desbordada. El domingo tuvimos un anticipo en el "Ciutat de València". El público asistente acabó coreando "¡qué se besen! ¡qué se besen!", como si estuvieran invitados a un banquete nupcial en lugar de pasar la tarde en el graderío de un campo de fútbol.

A falta de servilletas, ondeaban algunos pañuelos. Los aficionados que aún no se habían marchado a casa, asumían que ni por casualidad iban a ver un gol aunque el partido se prolongara durante horas, un pacto implícito de no agresión se había apoderado de los contendientes. El punto sumado era bien recibido por los equipos del Levante y del Sporting de Gijón. Al final, besos y abrazos, encantados de haberos visto y hasta la próxima.

No es la primera vez ni será la última. En Mestalla aún se recuerda otro empate a cero en la Liga de Campeones de 2000 entre el Valencia y el Manchester United. El partido duró los 90 minutos reglamentarios, pero la lucha por el triunfo se acabó al cuarto de hora de la segunda parte. La media hora final derivó en un espectáculo bochornoso, una tomadura de pelo para la concurrencia. Ambos equipos se aseguraban con esa igualada el pase a los cuartos de final, así que todos contentos. Ni el árbitro ni la UEFA observaron nada anormal en el desarrollo del espectáculo y todo concluyó como empezó.

En los anales del fútbol mundial también figuras capítulos vergonzosos como el protagonizado por las selecciones de Alemania y Austria en el Mundial organizado por nuestro país en 1982. El partido, correspondiente a la primera fase, se celebró en El Molinón y finalizó con victoria germana por 1-0. El gol llegó muy pronto, y a partir de ese instante las dos selecciones dejaron pasar miserablemente el tiempo puesto que ese marcador les permitía seguir adelante en el torneo en detrimento de Argelia, la gran perjudicada.

Hubo un periódico asturiano que publicó la crónica del encuentro en la sección de sucesos como denuncia a la estafa presenciada. La picaresca también anida en el fútbol desde tiempo inmemorial y a estas alturas del año rebrota con tanta fuerza como la primavera.