VALENCIA. No es fácil encontrar en la ciudad de Valencia restaurantes en los que se pueda comer con tranquilidad. Y menos en el centro de la ciudad, en dónde se concentra buena parte de la oferta de restaurantes pero también de la demanda de mesas, en especial a mediodía. El resultado es una inestable armonía entre calidad, ruido (resultado en buena parte de la creciente mala educación de algunos jóvenes) e importe de la factura.
Hay que subrayar, empero, que algo hemos ganado. Hasta hace pocos años, el olor a frito por la mala calidad de los sistemas de ventilación era mucho más frecuente que hoy. Hay que ser optimista, pues. Igual en pocos años logramos que desaparezcan esas bocanadas de aceite pestilente que le rocían a uno cuando pasea por determinadas aceras del centro de Valencia (verbigracia Plaza Rodrigo Botet y adyacentes) al haber embocado las salidas a la altura de la cabeza de los transeúntes.
Nada de lo comentado se aplica a Enópata, un todavía tranquilo restaurante en pleno centro donde comer disfrutando de la comida y conversar no es incompatible. Al contrario, es algo a lo que invita este winerestaurant como se autodenomina en su web. Resultado esperable en un local que tiene escrito en su pared principal que "La vida es demasiado corta para desperdiciarla bebiendo vinos malos".
Al placer de la velada contribuye, y mucho, la generosa separación entre mesas (menor en la mayoría de las de dos comensales), la muy conseguida decoración (con una barra que le transporta a uno fuera de España) y un servicio eficiente y amable (aunque escaso con el local lleno). Y también ayuda, me temo, el tipo de gente que lo frecuenta o el mayor precio (aparente) de la factura, que desanima a muchos.
La oferta gastronómica no es espectacular, pero parte de ella es más que aceptable. Tiene menús, como no, pero también carta. En ésta destaca el foie o los quesos, o propuestas con más cocina, como un excelente cordero por encima de todo lo demás. Los pescados son de calidad aceptable (menos el acompañamiento de ajo) y los bombones de manitas, recomendables. La preparación del steak tartare, por el contrario, no está entre mis preferidas (tampoco la decepcionante de Arrop) ni la del cazón, que siempre me parece con exceso de vinagre. No he probado, hasta ahora, las carnes a la plancha pero el aspecto de las que he visto servir provoca 'buenas sensaciones', que dicen los cursis.
Todo ello con la posibilidad, en función del estado de ánimo y de la compañía, de aprovechar las sugerencias de Juan Ferrer, el alma del proyecto, a la hora de maridar los platos o, por el contrario, pedir una botella de buen vino entre los muchos que ofrece (acaba de abrir la tienda en web). No he visto carta de los mismos, pero si se le pregunta precio lo indica con amabilidad. Igual, si se le pide un vino bueno y no caro, las propuestas ofrecidas se ciñen a lo solicitado.
Es lo normal, pero dada la falta de profesionalidad que se extiende sin cesar, debe ser subrayado. Como merece la pena indicar que el precio de una copa equivale a un quinto del de una botella de la misma marca y que sus precios son moderados. Lo cual no quiere decir que en algunos casos la cuenta final sea elevada: es el resultado del precio que tiene el vino en tienda. ¡Eso son precios moderados! Unido a lo relatado hasta aquí, forma una posibilidad muy atractiva a aprovechar antes de que la estropeen.
Enópata, Wine Restaurant, Pl. del Arzobispo, 5, Tel 963 259 150. Martes a sábados 13.30 h a 17:00 y de 20:30 a 00:30.
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El Blog de Joe L. Montana
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