VALENCIA. Unai se siente fuerte y seguro, no demuestra inquietud por su porvenir. Su filosofía de vida la centra en el día a día, disfruta de su trabajo, se siente un privilegiado. El entrenador del Valencia jugaba cinco años atrás en un equipo de segunda B y se enfrentó al filial valencianista en el mismo campo donde ahora entrena a uno de los grandes del fútbol español.
"El fútbol va muy rápido, cada vez más", es su explicación a la hora de valorar el salto espectacular que le ha deparado el destino. Unai se muestra como un buen conversador, defiende sus posturas con firmeza pero admite las opiniones ajenas de buen grado, está plenamente convencido de lo que hace sin caer en dogmatismos. Su optimismo le hace ver la botella medio llena siempre.
No se le ha ido de la cabeza el recuerdo amargo de la eliminación en la Liga de Campeones ante el Schalke. Unai sabe que la clasificación estuvo al alcance de la mano y que los alemanes no son superiores a su equipo. La experiencia de haber participado en la madre de todas las competiciones futbolísticas le ha encantado, "es otra cosa", afirma con rotundidad, aunque cree que la liga es el torneo principal.
La tremenda goleada ante el Villarreal le ha colmado de satisfacción porque el Valencia no había ganado en casa ningún encuentro con semejante muestra de autoridad. Emery le resta trascendencia a su pique con el entrenador amarillo y se queda con el buen detalle de las excusas presentadas en descargo por los gestos provocativos recibidos en El Madrigal.
Unai no sabe si seguirá en el banquillo de Mestalla y relega la cuestión a un segundo plano. Su objetivo prioritario es que el Valencia asegure la tercera plaza y, en la visión más optimista, no descarta acercarse al Real Madrid. Se ha curtido en tres años, ha vivido experiencias de todo tipo, algunas muy dolorosas, como aquel escandaloso penalti a Zigic que un árbitro alemán no vio y que le podría haber dado el pase a las semifinales de la Europa League.
No esquiva temas conflictivos como los actos de indisciplina de algunos de sus discípulos. Partidario del diálogo y de convencer con la razón ante que con la autoridad, le gustaría que se valorara los aspectos positivos de la temporada y no se cayera tanto en la crítica. Su próxima cita es en Almería, donde lo tienen elevado a los altares. En Valencia cuenta ya con más defensores que detractores. Un milagro.
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