VALENCIA. Esta semana se cumplen cuarenta años de aquella inolvidable liga conquistada por el Valencia en el campo de Sarriá. Por esta razón, el club de Mestalla ha organizado una serie de actos como homenaje a los supervivientes de aquella plantilla que se inician hoy. El escenario de aquella gesta sucedida en la primavera del 71, casi al mismo tiempo que el Corte Inglés desembarcaba en Valencia, ya ha desaparecido.
Sarriá, entonces campo del Español, es un agradable recuerdo que permanece en la memoria de los miles de valencianistas que sufrieron aquella tarde lo indecible al lado de su equipo. El resultado del último partido fue adverso, pero el desenlace de la temporada resultó memorable.
De la mano de Alfredo Di Stéfano, el Valencia conformó una plantilla renovada que mezclaba veteranía y juventud en una mezcla que sorprendió a propios y extraños. El Valencia fue campeón contra pronóstico y superó en un tremendo sprint final a sus más directos competidores: el Atlético de Madrid y el Barcelona. Aunque parezca increíble, el Real Madrid concluyó en quinto lugar y nunca tuvo opciones de aspirar al título.
La última jornada no fue apta para cardíacos, el Valencia tenía suficiente con un empate en el feudo españolista, pero si perdía, quien resultara vencedor en el choque entre el Atlético y el Barça cantaría el alirón. Ambos conjuntos se medían a orillas del Manzanares y si empataban, el Valencia se proclamaba campeón con independencia de su resultado.
Se produjo el final más disparatado, el Valencia cayó por la mínima, mientras que los colchoneros y los culés igualaron a uno ante la desesperación de todos los presentes en el Vicente Calderón. Ni Hitchcock hubiera podido imaginar semejante carambola. Aquel título marcó un hito, fue un espaldarazo para la entidad y abrió un periodo muy fructífero. El Valencia se convirtió en un referente y sus jugadores marcaron tendencia en nuestro fútbol a principios de los setenta.
Sol, Claramunt, Valdez, Antón fueron algunos de los pilares básicos de aquel equipo arrebatador que obró el prodigio. Fue el primer título de la era moderna para el club y su afición. Algo empezaba a cambiar en el fútbol y en la vida. Sólo han pasado cuarenta años.
Recuerdo haber oído el final del partido por la radio siendo un crío, sentado en la parte de atrás del 600 de mi padre, de regreso de una excursión dominical familiar. Fui feliz. Era feliz.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.