VALENCIA. El valenciano José Luis Oltra fue destituido ayer como entrenador del Almería. Su cese es el octavo que se produce en primera división desde el inicio de la presente temporada. Oltra llegó al banquillo del conjunto andaluz en sustitución de Juanma Lillo, cuya salida se precipitó tras recibir la friolera de ocho goles en su duelo contra el Barça.
El debut de Oltra se escenificó en Mestalla y el Valencia terminó imponiéndose aquella noche por la mínima. Desde entonces, ha intentado enderezar el rumbo de un club que en su día sirvió de rampa de lanzamiento a Unai Emery, técnico muy apreciado por tierras almerienses. Sin embargo, a fecha de hoy el Almería cierra la clasificación. Un dato significativo: busca el tercer técnico en una misma campaña, prueba irrefutable del fracaso en la planificación.
Oltra es un técnico de la nueva generación que irrumpe en el fútbol español y que llamó la atención cuando ascendió con el Tenerife a primera hace un par de ejercicios. Su perfil es similar al de Juan Carlos Garrido en el Villarreal o Luis García en el Levante UD, ambos curtidos y forjados en el fútbol valenciano, avalados por una estabilidad institucional que llama poderosamente la atención.
Cuando un entrenador goza de la protección de la cúpula dirigente de la entidad, suelen beneficiarse ambas partes. Se proyecta una imagen de unidad que va acompañada de una rentabilidad deportiva. En tiempos de crisis deportiva, el recurso más fácil es siempre el cambio de entrenador, una solución tan poco original como carente de sentido.
Hay excepciones: el caso de Miroslav Djukic en el Hércules es un ejemplo paradigmático. Su presentación en Anoeta el pasado domingo vino a confirmar que tiene madera de gran entrenador, aunque no conviene tampoco precipitarse. Todos los citados han sonado o sonarán en el futuro para acceder al banquillo del Valencia, sin duda, el más deseado, y por qué negarlo, también uno de los más exigentes y temidos.
Esa imagen de indefensión que proyecta tradicionalmente el entrenador de turno que dirige a los de Mestalla ha llegado incluso a amedrentar en el pasado a posibles aspirantes. Irureta o Mané, por citar algunos. Con su negativa abrieron las puertas a Benítez. Así se escribe la historia.
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