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VALENCIA. Los caprichos del destino han elegido la portería del Valencia como su blanco favorito. La cara y la cruz, la gloria y el drama se han reunido al mismo tiempo. Ambos extremos opuestos están representados por César y Guaita. El extremeño acaba de convertirse en el cancerbero de mayor edad que juega un partido de primera división desde que arrancara el campeonato, allá a finales de los años veinte del siglo pasado.

Con más de 39 años, el guardameta extremeño supera el registro de longevidad que en su día fijó Fenoy. Este portero argentino llegó en la década de los setenta y era un especialista en los lanzamientos de penalti y de faltas. Esa habilidad quedó patente en sus dos equipos: el Celta y el Valladolid. Además, Fenoy puede presumir de haber recibido los dos primeros goles que Mario Kempes logró en la liga española.

César comparte con Fenoy haber defendido los colores del club vallisoletano. Después, ha pasado por las porterías del Real Madrid y el Zaragoza, antes de aterrizar en Valencia. Hombre de acusada personalidad, profesional íntegro, disfruta de un inesperado protagonismo que se ha ganado a pulso. Su experiencia le permite ejercer una autoridad moral sobre sus compañeros y competidores.

El más joven, Vicente Guaita, es quién más agradece los consejos de la voz de la experiencia, la sana convivencia entre ambos resulta beneficiosa para el equipo. Ese espíritu de colaboración no se vivió en el pasado, la guerra de Cañizares y Palop fue pública y notoria.

Guaita ha recibido un doloroso golpe bajo. Cuando todo pintaba de color de rosa, con la renovación y mejora de contrato en el Valencia bien encarrilada, su cotización en ascenso, sufría la pérdida de su padre, víctima de un ataque al corazón. Con tan sólo 46 años se ha producido el fallecimiento de Paco Guaita, la persona más próxima al meta valencianista, su principal asesor, su más ferviente seguidor.

Vicente ha conseguido lo que su progenitor no pudo, llegar al primer equipo valencianista y asentarse como titular. Paco no pasó del equipo filial y acabó jugando en tercera. Quiso ser profesional y no lo logró, pero su hijo le compensó la frustración. El mazazo para Guaita es considerable, con el paso del tiempo ha de recuperarse y seguir con su imparable carrera, la memoria de su padre constituye el mayor estímulo para no venirse abajo.