-¿De niño le gustaban los juegos de construcción?
-Sí. De hecho disfrutaba en el taller de óptica de mi abuelo y me pasaba las horas jugando con las herramientas. No jugaba a indios y vaqueros, sí a construir cosas.
-¿Como por ejemplo?
-Proyectores de cine. Durante una temporada estuve obsesionado construyéndolas con los materiales que encontraba en casa. Mis amigos me regalaban películas de distinto metraje y para verlas llegué a construir máquinas para cada film.
-¿Y ahora sigue tan obsesionado?
-No, ahora cuando se rompe algo en casa llamo al electricista o al fontanero. Pero me sigue relajando trabajar con las manos.
-¿Las inquietudes se heredan?
-Más bien se imitan. Veía a mi abuelo trabajar con las manos y hacía lo mismo.
-¿De ahí viene su pasión por la ingeniería mecánica?
-Sí, aunque dudé. Siempre me había atraído el mundo de la medicina, sin embargo me decanté por la ingeniería. Pero al acabar la carrera tuve la suerte de encontrar el eslabón perdido con la biomecánica.
-Ya que se pasea por el puente entre la medicina y la ingeniería, ¿cuánto de robot hay en un ser humano?
-De robot tenemos poco. A los ingenieros nos cuesta entender la complejidad del ser humano. Nuestra falta de visión unida a cierta prepotencia sobre el mundo tecnológico nos lleva a modelizar el cuerpo humano. Pero las respuestas tecnológicas que actualmente da la ingeniería a los problemas del cuerpo humano son muy elementales.
-¿La biónica da mejores respuestas?
-En algunos casos sí. Por ejemplo, hace unos años se pusieron de moda los trajes de baño de tiburón y el resultado fueron cientos de premios mundiales en natación. Simplemente era un tejido que imitaba el comportamiento de la piel del tiburón y ofrecía menor resistencia a la penetración del agua. Así, tratando de adivinar cómo funciona lo biológico podemos avanzar.
-¿Se inspira en las películas de ciencia ficción?
-Bueno... aunque algunas son excelentes, estoy convencido que la realidad supera la ficción.
-¿Más que en X-Men?
-Sí, aunque me gusta más Blade runner. Pero la realidad en biomecánica con implantes que simulan el comportamiento del tejido óseo, con biomateriales para prótesis e implantes que reproducen el comportamiento del tejido biológico no lo he visto todavía en el cine.
-¿Hay algo imposible?
-Sí. Por ejemplo, no parece probable que en los próximos cien años vayamos a resolver las desigualdades sociales que tenemos. Tampoco sabemos generar energía sin quemar las cosas, un proceso burdo en el que sólo generamos un 30% de energía y el resto lo perdemos en calor.
-Por cierto, ¿estar en el IBV es cómo vivir en una isla anticrisis?
-De momento sí y porque nos dedicamos a la innovación, algo que cada día requieren más las empresas.
-¿De diez años ahora ha cambiado el concepto de innovación?
-Sí, antes era innovador aquello que requería investigación científica y tecnológica, ahora nos referimos más a todo aquello en lo que se aplica conocimiento y que permite incrementar el valor de lo ofrecido o reducir el precio a los consumidores. La innovación, y más en la Comunidad Valenciana, tiene mucho que ver con el sector servicios.
-¿Innovando el futuro será más interesante?
-Depende de cada uno. Cualquier época y más ésta con tanto cambio ofrece más oportunidades. Sin embargo, no soy optimista porque Europa ha perdido su posición hegemónica y competitiva frente a países emergentes que se están dotando de muchas tecnologías y commodities. Así que lo que era un factor diferenciador ahora ya no lo es.
-¿Entonces, desde la innovación hay o no salida?
-Primero hay que definir esta crisis. Creo que tras la caída libre en 2007 y 2008, entramos en un fondo en el que estaremos varios años más. Estoy convencido que esto es una transformación de modelo y época. Para adaptarnos a esa nueva realidad habrá que entender la innovación y la economía desde una perspectiva distinta. Si no podemos competir con China en tecnología, porque son productores de commodities a buen precio, tenemos que cambiar nuestro concepto de economía local.
-¿Cómo?
-Por ejemplo, convirtiendo los productos en servicios que normalmente son más difíciles de deslocalizar.
-Cesped artifical para campos de golf, mejoras para la interacción personal entre personas y entornos... ¿cuánto se tarda en desarrollar estos proyectos?
-En unos podemos estar diez años y otras aplicaciones las tenemos desarrolladas en un par de meses.
-¿Qué es antes, la idea o el desarrollo?
-La necesidad. No obstante, son imprescindibles el conocimiento, la necesidad que lo justifica y el mercado.
-¿Hay que ser una gran empresa para poder acceder a estas innovaciones?
-Dependiendo del tipo de innovación. Algunas aplicaciones las puede asumir una pequeña empresa y otras se requieren mayor envergadura. De todos modos la innovación, entendida como generación de valor o reducción de los costes, es asumible por muchas empresas
-¿El IBV rompe con la leyenda del matrimonio mal avenido entre universidad y empresa?
-Lo que separa a la Universidad del mundo real es que aquella está estimulada bajo parámetros de excelencia científica. Entendida como la capacidad de publicar papers en revistas con impacto científico. Es un campo endogámico el que compone el mundo científico y que no tiene nada que ver con el mundo real. Si un PDI (Personal Docente Investigador) está premiado por su capacidad de publicar artículos y no tanto de trabajar en el campo de la investigación para servir a las empresas de su entorno habrá divorcio. Afortunadamente la Universidad es muy diversa.
-¿La política es innovadora?
-Debería y podría ser innovadora. Por ejemplo, conceptos como la democracia participativa podrían ser una realidad de la mano de las TIC facilitando una mayor participación social y no solo cada cuatro años. Se podría innovar en tiempo real valorando las necesidades y aplicando soluciones que las mejoren y todo on line.
-¿Existen muchos Leonardos en el siglo XXI?
-Estamos acabando la etapa contraria. Primero se valoró a los generalistas y se pasó a una etapa en la que se primó la superescialización. Esto está acabando y empezamos el tiempo de los "Leonardos", pero todavía no hay muchos.
-¿Qué le saca de sus casillas?
-La irracionalidad y el mal gusto. Una de las grandes ventajas del ser humano es el sentido común y cuando no lo veo me siento indeleble.
-¿Qué hace un directivo para mantenerse tantos años en el mismo puesto?
-Mantener la ilusión.
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