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VALENCIA. Puede que el subconsciente traicionara ayer al presentador de la información deportiva en la primera edición del Telediario de TVE, cuando dijo que Miroslav Djukic, el exjugador del Deportivo y Barcelona, era el nuevo entrenador del Hércules, actual colista de primera división. Igual que la trayectoria de Julio Cardeñosa queda eclipsada por una jugada ante Brasil en el Mundial del 78, cuyo desenlace le condenó al infierno por un gol que parecía inevitable pero que no fue, al elegante líbero de la antigua Yugoslavia siempre le perseguirá el fantasma de aquel penalti errado en el último minuto ante el Valencia en Riazor. Aquel fallo evitó que el club de La Coruña se proclamara campeón de liga, título que fue a parar a las vitrinas del Barça.

Lo cierto es que pese a ese favor involuntario, Djukic jamás vistió de blaugrana y, casualidades del destino, terminó recalando en Mestalla tres años después de aquel célebre lance. Con el Valencia fue campeón de Liga y de Copa. 'Yuka', como era conocido en el vestuario, supo recuperarse anímicamente de aquella situación y durante años impartió magisterio gracias a su estilo elegante y efectivo a la vez.

Ahora le ha llegado la deseada oportunidad y le toca estrenarse en un banquillo después de haber entrenado a la selección de su país y al Partizán de Belgrado. Le aguarda un reto de envergadura: nueve partidos para salvar a los alicantinos de un descenso al que ahora mismo parecen irremisiblemente condenados.

Djukic reside en Valencia desde que colgó las botas. El tiempo muerto lo ha dedicado a la práctica del tenis, hasta tal punto ha perfeccionado su técnica que forma parte del equipo de veteranos del Club de Tenis Valencia. Su ilusión era entrenar y poder demostrar sus cualidades como entrenador. Si sale airoso de este envite, su cotización subirá, pero si no logra el milagro, deberá esperar otra oferta.

No tiene nada que perder, el Hércules está hundido y por poco que haga, se notará la mejoría. Djukic es un tipo auténtico, tiene las ideas claras, sabe lo que quiere, no vende humo y domina todos los resortes de este complicado mundo con naturalidad. Se merece triunfar.