-Con tantos premios, libros, ponencias y viajes ¿le queda tiempo para diseñar?
-Sí. Cuento con un gran equipo. Más de 70 personas que me permiten abordar con libertad las primeras fases de cualquier proyecto. El diseño, la investigación, el análisis de los proyectos... son premisas de las que depende el éxito de una idea.
-Trabaja en España, Italia, Sudamérica, pero sobre todo en Estambul, ¿por qué?
-Es una ciudad especial y personalmente me gusta mucho. Hemos realizado dos puertos comerciales y acabamos de abrir una delegación allí. Pero también la tenemos en Dubai donde iniciamos un nuevo proyecto, y en Italia.
-¿La expansión es en inglés?
-De momento sí. Las dificultades en España para participar, por ejemplo en concursos, son tales que desanima la inscripción. Sé que el Colegio de Arquitectos de España trabaja en la reestructuración de los procesos para dar oportunidades a todos los arquitectos que se presenten, pero hoy por hoy es más fácil concursar fuera.
-¿Hay que tener grandes amigos para ganar premios?
-No es nuestro caso, pero es un problema. Por ejemplo el pasado año nos presentamos a 130 concursos y sólo ganamos cinco. Nos lo estamos replanteando, porque en el fondo subyacen otros intereses que no son los profesionales.
-Por cierto ¿por qué dejó de ser arquitecto municipal y prefirió la soledad del empresario?
-En 1991 decidí dejar el ayuntamiento porque quería ejercer de arquitecto a través de una empresa y optar a proyectos internacionales de alta complejidad. No entendía por qué la legislación impedía que se crearan estudios de arquitectos de gran tamaño como ocurría en Londres, París o Alemania. Esto nos impedía optar a grandes concursos. Todo cambió al cambiar la ley.
-¿Hasta qué punto afecta a los arquitectos en España el estallido de la burbuja del ladrillo?
-Los arquitectos lo están pasando fatal. El trabajo ha caído en picado. Casi un 80%. Pero los arquitectos somos muy creativos por lo que estoy convencido que surgirán nuevos campos. De momento estamos bajo mínimos y la oportunidad es salir fuera.
-¿Todos a Alemania, como antes?
-Es halagador que Angela Merkel venga a España a buscar ingenieros y arquitectos, pero es una desgracia para un país perder el talento que ha costado tantos años formar. Esto nos tendría que hacer reflexionar. Primero reconocer que tenemos una excelente formación, sino no hubieran venido a buscarnos. Segundo, que somos muy buenos en diseño. Esto es así. Es objetivo. No es discutible. Lo que hay aprender es a estructurarnos para poder crear grandes empresas internacionales y competitivas.
-¿Le ha pillado alguna burbuja?
-Pasó por delante. Pero de esta no sé cómo saldremos. Es dura y larga. Veo que en otros países el crecimiento es constante. Allí donde han vivido crisis, como Alemania o Italia, están en vías de superación y espero que nosotros no tardemos mucho en salir.
-¿Su pasión es viajar y descubrir las arquitecturas del mundo?
-Sí, pero también escuchar, observar y descubrir cómo se construyen y plantean los edificios.
-¿Cuántos rincones le quedan por recorrer?
-He visitado países rarísimos. Todos están en el mapa, pero son raros, como Armenia. Y dentro de nada nos vamos a Cabo Verde (África). En Dubai me sorprendió el ritmo de vida. Los árabes tienen mucho tiempo libre. A las tres de la tarde paran y se van a pasar la tarde con los amigos. Se ponen a jugar con unas maquinitas muy complicadas y pasan largas horas jugando y fumando pipas de agua. Me sorprende mucho el cambio de velocidad de una sociedad y otra. El primer día estoy de los nervios. Al final reflexiono, pero sería incapaz de vivir allí.
-¿Los árabes son la llave anticrisis?
-Puede. Tienen dinero y cada vez más. Este año para ellos puede ser espectacular.
-¿Los idiomas son su fuerte?
-Mi inglés es como el de la mayoría de los españoles, mucha mímica. Pero el 20% de mi equipo es personal europeo.
-¿Todavía quedan empresas para toda la vida?
-El objeto de la empresa es el desarrollo de una actividad y ésta es cambiante por lo que el futuro implica introducir cambios y rápidamente.
-¿Qué siente cuando pasa por delante del nuevo Mestalla y lo ve a medio construir?
-Es una pena una obra sin terminar, pero estoy convencido de que lo hará.
-¿Por qué cree que las tecnologías ecoeficientes van a transformar la forma de hacer arquitectura?
-Porque es la próxima revolución del sector. Se está avanzando mucho en la investigación en nanotecnología dotando a los materiales de nuevas respuestas de comportamiento y eficacia ante el consumo energético, la resistencia, la impermeabilización, comunicación, captación de la energía solar sin cables, cambiarán las ciudades...
-¿No le marea tanto cambio?
-La única diferencia respecto al siglo pasado es la rapidez en la evolución y avances científicos. La clave para no marearse es estar preparados y formados para utilizar y adaptarnos a estas situaciones. Sí percibo que la flexibilidad a la adaptación es más rápida en las nuevas generaciones que en la mía. Y no solo cambiará la ciudad sino el hábitat, el modo de relacionarse.
-¿Arquitectura y política son un matrimonio de conveniencia?
-Sí. La política es absolutamente necesaria para el progreso de la sociedad y la arquitectura es un instrumento para la transformación de la ciudad, por lo que entre ambos tiene que haber diálogo.
-¿Qué edificio inglés quemaría?
-(Risas) El barrio The New Chelsea, que ha hecho el amigo del príncipe Carlos, Michael Squire. El concurso fue ganado por Richard Rogers, pero el príncipe habló con el inversor árabe que ha pagado la obra para pedirle que cambiara de arquitecto porque la arquitectura moderna en Inglaterra tenía que ser tradicional. Al final han hecho un barrio victoriano. Hay que quemarlo porque evidencia la injerencia de quien tiene poder para hacerlo en un territorio que no entiende.
-¿Cómo es la casa de sus sueños?
-No la tengo construida porque con los años cambia mi visión en mi cabeza aunque en realidad es que no tengo tiempo para hacerla. Vivo en un piso hecho por otro arquitecto. Ahora estoy rehabilitando una casa antigua en el centro histórico de Bocairent, pero llevo ya tres años. Me he diseñado algunos objetos como bancos, jardineras, mesas... se podrá ver en Bocairent cuando la casa esté acabada.
-¿En qué otra ciudad le gustaría vivir?
-En París. La escala de la ciudad, la proporción del espacio ofrece un modelo de ciudad que la convierte en una ciudad ideal para vivir.
-Pero no tiene mar...
-Ese es el problema. Me gusta navegar y tengo un barco compartido, el "Titot", pero ha' ce un año que ni pesco, ni navego. Tampoco hago mucho deporte. De vez en cuando golf. ¿Qué triste, no? Soy tan normal...
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