Sus playas, de arena blanca y fina, siguen siendo las más frecuentadas por los habitantes de la ruidosa capital tailandesa que encuentran aquí los fines de semana un "remanso de paz" que les permite olvidarse de la tensión y la contaminación de Bangkok.
Hua Hin fue descubierto en 1910 durante una caza de ciervos en la que coincidieron el príncipe Chakrabhongs y su huésped, el Gran Duque de Rusia. El príncipe se enamoró del lugar y decidió en 1923, ya como rey Rama VI, levantar un palacio de verano, de nombre Phra Ratchaniwet, para "escapar" de sus obligaciones de la corte en la capital.
Casi paralelamente se construyó una línea ferroviaria que unía Bangkok con Hua Hin, lo que aseguraba su accesibilidad y también en esa "prodigiosa" década se inauguraba el primer campo de golf de este país del sureste asiático (1924). Hoy el golf sigue muy presente en este lugar y existen más de treinta campos esparcidos por la ciudad y sus alrededores.
La popularidad de Hua Hin creció tanto en el primer tercio del siglo pasado que la nobleza y las clases más privilegiadas del país se instalaron en la zona. Fue, sin embargo, el rey Rama VII quién le dio un gran impulso con la construcción de su palacio, ideado por el arquitecto italiano Ercole Manfreddy.
El recinto contaba en el exterior con un parque repleto de ciervos, pero lo que más llamaba la atención era su edificio, construido en madera y sostenido por pilares, que guardaba el estilo de la clásica casa tailandesa elevada. Hoy puede ser visitado por los turistas que se acercan a esta ciudad y pueden deleitarse con la estructura de tres edificios que, si bien no brillan por su decoración interior, guardan un gran encanto en si mismos.
Durante el recorrido del palacio puede verse el comedor real, los salones destinados a las audiencias, las habitaciones privadas de la residencia real, las del personal de servicio y dos pabellones -uno para los hombres y otro para las mujeres- que conducían a la misma orilla del mar y a la playa.
En 1928 Rama VII levantó otro palacio en la zona, Klai Kangwon, que todavía hoy se utiliza en algunas ocasiones como residencia del actual rey Bhumibol Adulyadej (Rama IX), de setenta y siete años.
La visita a Hua Hin se puede completar acercándonos a su estación de ferrocarril, un edificio tradicional de mucho encanto, y al Hotel Sofitel, construcción de estilo colonial que fue utilizada en el rodaje de la película The killing fields: Los campos de la muerte, premiada en 1985 con tres Oscar de la Academia de Hollywood.
Para terminar la jornada es recomendable visitar el mercadillo nocturno de la ciudad, donde se pueden saborear las frutas y los mariscos de la zona y comprar algunos "souvenirs".
Hua Hin puede servir como punto de partida de varias excursiones. Merece la pena acercarse, a unos 40 kilómetros, al Parque Nacional Khao Sam Roi Tot, un bello parque marino rodeado de montañas donde todavía uno puede deleitarse viendo las pequeñas aldeas de pescadores que utilizan, por un lado, las viejas artes de captura y, por otro unos grandes criaderos de marisco dotados con máquinas que oxigenan constantemente el agua.
Antes de llegar al mar nos sorprende la cantidad de cocoteros que crecen en el parque. Muchas familias birmanas se encargan de trabajar a destajo con el objetivo de aprovechar al máximo toda la producción de cocos que se emplea para diferentes usos, desde las ornamentales -como base para las orquídeas- a las alimenticias.
En este parque nacional se puede visitar una gran cueva, Phraya Nakorn, a la que se accede ascendiendo por un sendero en el que podemos ver de cerca algunas familias de monos salvajes. Este lugar fue visitado por el rey Rama V en 1890. El monarca durmió en su interior y desde entonces se encuentra allí el llamado pabellón real que utilizó durante esa estancia.
La cueva está repleta de imágenes de Buda (sus posiciones son siempre cuatro: de pie, sentado, reclinado y caminando), de formaciones geológicas, como un gigante cocodrilo o una bella cascada, y de algunas plantas venenosas.
Otra opción para el turista más inquieto puede ser la de acercarse a Samut Songkram, la provincia más pequeña de Tailandia. Vale la pena visitar su mercado instalado en las mismas vías del tren que va y viene de Bangkok.
El expreso pasa ocho veces al día por el mercado y cada vez que lo hace los vendedores tienen que retirar y volver a colocar sus mercancías. Desde aquí a los canales y los mercados flotantes sólo hay un paso y no hay que desperdiciar la oportunidad de descubrirlos.
En esta provincia nacieron en los años veinte del siglo XX los dos primeros gemelos siameses (In-Chan) que fueron engañados y conducidos a Estados Unidos donde acabaron trabajando en el circo. Siempre tuvieron sus cuerpos unidos y uno de ellos, llamado Aha, tuvo nada menos que veintiséis hijos.
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