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El pecado capital del FROB

Londres Plaza/ VÍCTOR JIMENEZ. 13/02/2011 El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria debería haber roto la alambrada que el ladrillo mantiene todavía alrededor del sistema financiero español. Pero una vez puesto en marcha, el capital exterior sólo lo ve como la última argucia para esconder deuda fuera de balance. Para otros es simplemente un problema de comunicación

LONDRES. El comportamiento de los mercados ante la avalancha de acciones que las cajas van a verter en su seno es impredecible. La situación no sorprende a nadie, porque ni siquiera los reguladores, las autoridades, ni los intermediarios financieros aciertan a ponderar la carga de préstamos hipotecarios que aún quedan por desinflarse.

Mientras la Administración española baraja oficialmente cifras de entre 20.000 y 26.000 millones de euros para reforzar las cuentas movedizas de las entidades de ahorro ─por cierto, según el Banco de España, las cajas representan más del 46% del mercado estatal de crédito, incluso con proceso de reforma a cuestas─, la agencia de calificación de riesgo, Moody's, sitúa el diámetro del agujero en apenas 12.000 millones de euros. Lejos de estos sumarios tan tímidos, se sitúan las estimaciones de las sibilas en la City de Londres, cuyas notas a clientes señalan con ansia de escarmiento hacia la barrera de los 80.000 millones de euros, irremediables dicen, para suavizar el empacho que provocaron los excesos del boom de la construcción durante la última década.

Pero la reacción aprensiva que despierta la garantía estatal de hasta 27.000 millones de euros para el FROB o Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, ofrece alguna pista sobre la actitud que han tomado los inversores internacionales. El recelo es poco.

En un escenario bajo graves presiones, aunque con estimaciones conservadoras sobre el porcentaje de impagos y pérdidas, asumiendo que los beneficios no sufran mengua a causa de obligaciones previas y que no hará falta inyecciones extra de dinero de los futuros accionistas, Fitch Ratings opina que 90.000 millones de euros deberían constituir un colchón de protección más que suficiente.

La cuantía corresponde a tres veces el límite actual del FROB, que el Ministerio de Economía permitiría tensar in extremis (la pega es que la deuda soberana se dispararía al 76% del producto interior bruto). Y en los parqués prefieren usar mayor realismo si cabe a la hora de calcular las deficiencias de capital de las cajas: ¿qué tal una caída del precio de la vivienda del 50%, y del 70% en el caso del terreno edificable?

Barclays Capital, una de las máquinas de investigación financiera más eficaces de la City, sugiere que la mala fortuna que afecta a las cajas "no conllevará una crisis como la que hundió a Lehman Brothers y desequilibrara al sistema bancario norteamericano por completo, pero su impacto es importante. Hace falta más transparencia porque de otra forma, socava la credibilidad y la confianza que inspira la industria del capital español".

En efecto, hablando de capital, la curiosa y nueva definición de capital básico para las cajas ha sido la puntilla que ha soliviantado al inversor de fuera. Matteo Ramenghi, del banco internacional UBS, ya ha hecho saber que "si bien se les considera capital básico a las transfusiones de capital del FROB en forma de participaciones preferentes convertibles, los analistas internacionales no estamos de acuerdo". El Gobierno español pretende pasar por core capital al patrimonio neto y reservas, además de las primas de emisión, intereses de los inversores minoritarios y las ayudas del FROB. De hecho, argumenta que esta definición se ajustaría a los requisitos de la normativa paneuropea Basilea III hasta 2019.

No obstante, por mucho que el Fondo mismo lo explicara negro sobre blanco, en los mercados, los operadores financieros discrepan. Si la asistencia del FROB conlleva cláusulas de intereses a devolver, y así es, queda excluída como core capital o Tier 1 capital. Y no es la única triquiñuela que han descubierto.

UN FONDO CON MALAS RELACIONES PÚBLICAS

Aunque las emisiones de deuda del FROB han recibido la garantía del Gobierno español, no computa como deuda bruta soberana en las auditorías de la oficina de estadísticas Eurostat. En opinión de un agente de bonos soberanos con el que ha hablado Valenciaplaza.com, "aquí en la City, la imagen que se tiene del FROB es la de una especie de SIV estatal (vehículo de inversión estructurada), porque al mismo tiempo sus emisiones podrían ser aceptadas por el Banco Central Europeo si fuera necesario sostener su liquidez a corto plazo. Pero, ¿qué ocurriría si las cajas no generasen los pagos acordados por las participaciones con las que han incrementado su capital?". Según este trader, se trata de un problema de solvencia, no de liquidez, lo que transforma al FROB en una factura cuya anotación se realiza fuera del balance público.

Así, en estos momentos, el FROB no sólo no convence a la hora de robustecer el capital básico de las cajas ─también dossiers bancarios de entidades españolas, como Bankinter, reconocen que "las participaciones preferentes, suscritas o no por el FROB, se tomarán como core capital a pesar de que hasta ahora no lo eran"─, sino que además emborrona la ya de por sí bastante confusa salud de las economía del país con un inesperado sobrepeso añadido.

Y aquí es cuando se abre la caja de Pandora y los vientos huracanados contra la capacidad de España por recuperar el ritmo de crecimiento anterior al pandemónium de la crisis.

EL DÉBIL PERFIL FINANCIERO DEL ESPAÑOL MEDIO

De acuerdo con la agencia de calificación Standard&Poor's, la deuda media de la familia española es diez puntos mayor que en la Unión Europea y equivale al 106% de sus ingresos anuales. La deuda neta es del 10% de los ingresos, pero la media de nuestros vecinos es casi la contraria, un 9% de crédito neto. El perfil financiero del ciudadano medio español muestra tanta debilidad, entre otras razones, a causa de la profunda carencia de activos en forma de seguros o fondos de pensiones privados, una vez más en marcado contraste con el entorno europeo.

Las expectativas de recrudecimiento de la deuda pública respecto al producto interior bruto, claro, son apabullantes: del 65,9% en 2011 al 71,9% para el próximo año. Por no hablar de los cerca de 30.000 millones de euros que las autonomías habrían de extraer de los mercados este año, según Financial Advisors International, 18.000 de los cuales servirán para refinanciar déficit de 2010 y 2011.

En el corazón de esta bola de nieve y sospechas se hallan las decisiones erráticas del ministerio de Economía: alterar el índice de capital básico ─del 8% al 10%─ exigido a las cajas de ahorro, y el concepto mismo de core capital, no ha hecho ningún favor a las ofertas de participaciones que hayan de emitir las entidades españolas. Sin embargo, el mayor desacierto puede que sea el silencio sobre la naturaleza de los desequilibrios en nuestra economía.

Fitch Ratings acaba de descubrir un detalle muy particular tras analizar concienzudamente el denostado boom español: si bien la actividad constructora ligada a la vivienda entre 2000 y 2009 fue de las más altas en la Unión Europea (sólo por detrás de Grecia e Irlanda, lo que en sí mismo muestra una imagen precisa del tamaño del exceso), "incluso en el punto álgido del boom, la construcción de viviendas no fue la inversión más significativa, por orden de tipología de activos, sino que se situó por delante la inversión en metales, maquinaria y equipo de transporte... los llamados bienes de equipo. Por ello", indica la agencia, "las compañías españolas gozan de mejor punto de partida para aprovechar el repunte de la demanda, doméstica o externa".

Quizá es hora de dejar de marear la perdiz, y mejorar la comunicación con los mercados. Aunque sólo sea porque haciendo lo primero, el tiro siempre sale por la culata: ¿Que cómo está de caro el crédito exterior al Tesoro español?, pues ha vuelto a rebasar la cota del 5%.

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