El IVA del país oriental es similar al europeo, los trabajadores cobran indemnización por despido, las horas extra están imitadas y apenas quedan resquicios para incentivos fiscales. Pero al menos ya no hace falta un socio local para instalarse allí
VALENCIA PLAZA. Los recientes y repentinos cambios en la legislación laboral y régimen fiscal de China dificultan la implantación de nuevas factorías extranjeras y recortan considerablemente los beneficios. Los responsables de internacionalización de Esmalglass-Itaca (Castellón) y Pikolinos (Elche) ofrecieron su experiencia y consejos a un centenar de directivos de 72 empresas e instituciones en un acto organizado por la Asociación para el Progreso de la Dirección, Bancaja y Garrigues
"La economía China es más abierta de lo que aparenta, pero apenas quedan resquicios para los incentivos fiscales, el IVA es muy similar al europeo, la distribución es muy complicada y no es cierto que los trabajadores tengan menos derechos, disfrutan de incluso más que en España". Seguro que al escuchar estas palabras más de un directivo estuvo tentado de levantarse de la silla, abandonar la lujosa sala del Westin y dejar de lado sus sueños de desembarco en la República Popular.
No fue así. Los asistentes escucharon con la máxima atención la clara y directa intervención de Francisco Soler, director de la oficina de Garrigues en Shangai y vicepresidente de la Cámara de Comercio Española en China.
"Desde que China entró en la Organización Mundial del Comercio en 2001 su economía está abierta prácticamente en un 90%, y a excepción de determinados sectores, ya no hace falta un socio chino para iniciar un proceso de implantación", aseguró.
"¿Necesitan ustedes un socio chino? Esa es la pregunta del millón", insistió Soler, quien explicó al detalle las formas de iniciar negocios con el gigante asiático. "Es importante tener claro que en China no hay jugadores a nivel nacional, es decir, que es complicadísimo encontrar una buena red de distribución nacional".
LOS PELIGROS DE LA 'JOINT VENTURE'
Además, advirtió de los peligros que puede conllevar una joint venture con un socio chino. "La legislación china exige que las decisiones más importantes, como una ampliación de capital o la misma disolución de la sociedad estén tomadas por unanimidad, lo cual puede originar tensiones o bien originar una compra de la otra parte a un mayor o menor precio del de mercado".
"En China hay que enfrentarse a mucha burocracia, más que en España, que ya es decir, desde 2008 se aplica el mismo gravamen a las inversiones extranjeras que a las chinas y prácticamente un IVA similar al europeo. Además, las recientes reformas laborales se han orientado, literalmente, a dar más poder a los trabajadores y sindicatos. Hay previstas indemnizaciones por despido y por no renovación de contrato temporal, hay límite a las horas extras y tras dos contratos temporales un trabajador pasa a ser indefinido", apuntó el responsable de Garrigues en China.
Por estas y otras consideraciones, Francisco Soler considera que China "ha pasado de ser la fábrica del mundo al mercado del mundo".
Estas mismas consideraciones fueron compartidas por Vicente Bagán, director gerente de Esmalglass-Itaca, quien afirmó que "producir en China nos ha permitido abrirnos al sudeste asiático con precios más competitivos, mejor asistencia y diseño".
AGRAVIOS COMPARATIVOS
"En China se produce actualmente la mitad de la cerámica que se fabrica en todo el mundo, los centros de producción son espectaculares, pero resultaría un error gravísimo implantarse en este país para fabricar productos de segmento bajo porque siempre habrá un productor que tenga menos costes, especialmente los locales, a quienes se les consienten cosas que jamás dejarían pasar a una empresa extranjera, como dejar de pagar alguna factura de suministros o energía", subrayó Bagán.
Asimismo, también remarcó la dificultad que supone abrir mercado dentro del país. "La mayoría de la producción está orientada a buscar el mejor coste y a la copia. Es un mercado voraz en el que las empresas pueden renovar su catálogo hasta cuatro o cinco veces al año".
"En nuestro caso nos fue bien con una joint venture junto a un socio taiwanés. Poco a poco fuimos creciendo hasta que en 2004 sufrimos un cambio legislativo que llegó sin avisar y que nos costó un 13 por ciento de nuestros beneficios en forma de impuesto a las exportaciones. Aquella cantidad era nuestro margen de beneficios y todo aquello nos obligó a cambiar la estrategia para dirigirnos básicamente al mercado local", recordó Bagán.
Por su parte, Juan Perán, presidente de Pikolinos, insisitó en la necesidad de "conocer muy bien el país, las formas de hacer negocios que tienen allí, o bien contactar con personas de confianza que ya hayan recorrido ese camino".
UN GRAN MERCADO
"Nosotros estamos presentes en China desde 1998, al principio no vendíamos nada, mandábamos producto y se quedaba allí expuesto en los escaparates sin que se vendiese absolutamente nada, pero aquello era importante, había que aguantar", afirmó.
La historia de Pikolinos en China no fue tan rodada como la de Esmalglass, por lo que apuntó el presidente de la zapatera ilicitana. "Los chinos son terribles en todo, hay que tener mucha paciencia con ellos porque tienen una forma muy peculiar de actuar y de hacer negocios. Ellos exigen que respondas rápido, mientras que ellos pueden reflexionar el tiempo que quieran y, si no les gusta, con las mismas rompen todos los compromisos".
"Los agricultores del norte del país, principal mano de obra en las provincias más desarrolladas del sur, ahora reciben subvenciones para trabajar la tierra. Para muchas empresas es complicado mantener su capacidad productiva", añade Perán. "La dureza impositiva de China y los recientes cambios en el mercado laboral nos han llevado a explorar otros países como la India y Marruecos".
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