VALENCIA. Si, bien, vale, son declaraciones institucionales que no conducen más allá a que a dibujar la apariencia de normalidad y excelencia que cualquier Administración siempre intenta ofrecer, aunque la procesión vaya por dentro. Está bien que Rambla haya salido al paso de la rumorología y las sombras más o menos veladas que han vuelto a caer sobre el capitidisminuido sistema financiero regional, pero realmente a quien corresponde asumir ese papel es al tambien vicepresidente y conseller de Economía, Hacienda y Empleo, o sea, a Gerardo Camps.
Las dos antiguas cajas de ahorro de cabecera de la Comunitat se han integrado en grupos financieros regionales que serán dirigidos desde el exterior (sólo el tiempo dirá si ha sido una buena operación para los intereses valencianos) y el Banco de Valencia navega por la intrincadas aguas de su decadencia como estrella bursátil. Simultáneamente, la desconfianza internacional está obligando al Gobierno a contínuos e improvisados volantazos en la conducción de su política financiera de modo que en una curva de ésta podríamos tener sorpresas. Sin embargo, no hay constancia que desde la Generalitat al menos alguien esté atento a lo que está ocurriendo y pueda, al menos, ejercer su derecho a la voz ya que al de voto hace tiempo que se renunció.
El conseller Camps, que desde hace ya demasiados ejercicios permanece ausente de la vida pública durante largas temporadas ante la estupefacta mirada de sus compañeros de Consell, de los dirigentes empresariales y sindicales y de la propia opinión pública, ha delegado practicamente todas sus funciones en los altos cargos de su equipo, básicamente en los hermanos Vela, que le llevan la cuestión presupuestaria (José Manuel, secretario autonómico) y la financiera (Jorge, director del IVF).
De poco vale el férreo control informativo que se ejecuta desde los servicios de comunicación de la conselleria, que mantiene bloqueados a los altos cargos en una torre de marfil donde ni pueden salir ni nadie entrar. La Conselleria de Economía se ha convertido en una especie de archipiélago Gulag, distanciado de la sociedad y la economía regional justo cuando más se la necesita. Sólo el presidente Camps conocerá los motivos de esta situación, que tolera y ampara. Total, por qué hacer las cosas bien pudiendo dejarlas como están... por lo que queda hasta las elecciones...
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