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La idea de una reestructuración de la deuda soberana se abre paso entre los gobiernos de la UE

Londres Plaza/ VÍCTOR JIMENEZ. 23/01/2011

LONDRES. Era cuestión de tiempo que con un volumen de creditos en los mercados del capital próximo a los dos billones de euros, surgiera la proposición: ¿No le convendría a la periferia europea reestructurar su deuda viva? De Atenas a Madrid, la idea chirría, pero en la City de Londres se acoge con alivio.

"Yo recomendaría que estudiásemos de cerca una reestructuración de la deuda en vez de convertirla en tema tabú, y ver a dónde nos conduce", dijo Kurt Lauk, presidente del comité económico de la Unión Demócrata-Cristiana que gobierna Alemania. Sin embargo, su compatriota Klaus Regling, que dirige la gestión del Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera (FESF) y sus 440.000 millones de euros, disiente: "Claro que los mercados esperan que Grecia necesitará reestructurar su deuda, pero los que han llegado a esta conclusión se han olvidado de llevar la cuenta de los últimos acontecimientos, y es que el programa de recuperación fiscal griego evoluciona muy bien".

Los rumores de que Grecia podría recibir el visto bueno de la Unión Europea para la recompra de parte de su propia deuda soberana han conseguido abaratar el coste del crédito exterior en 24 puntos básicos o 24.000 dólares menos por cada diez millones. En la capital financiera de Europa, la City de Londres, los inversores acogieron el chisme con tanto entusiasmo que el precio por garantizar el crédito cayó el jueves en cadena para Irlanda ─15 puntos─ y Portugal ─14 puntos. No en vano, según cálculos de Banco Santander, Grecia reduciría así hasta un máximo del 30% de su deuda con los parqués, porcentaje nada desdeñable cuando se preside un gabinete acosado por la revuelta social como el de George Papandreou.

Para reestructurar la deuda del país, habría una cuantas alternativas más. Cualquier Tesoro nacional sabría emitir nuevos bonos soberanos cuyo valor fuese una fracción de las obligaciones existentes, y que los capitalistas elijan: o intercambian sus posesiones por bonos con el mismo valor nominal pero una fecha de vencimiento posterior y un tipo de interés bajo descuento, o aceptan bonos con igual productividad pero a un plazo más corto y con un valor nominal menor.

La deuda soberana actualmente en circulación incluso dispone de la opción nuclear de poner freno a esos pagos asfixiantes que reclaman los inversores y forzar el canje directo por los nuevos bonos, en condiciones mucho más humanitarias ─al menos desde el punto de vista de los sufridos contribuyentes. Pero, ¿hay bastante estómago en los mercados como para tragarse este aceite de ricino?

EL SÚPER-FONDO EUROPEO, NO TAN SÚPER

El ministro de Finanzas ruso, Alexei Kudrin, piensa que sí. Kudrin expresó su confianza en que "la reestructuración de la deuda griega sería un incidente desagradable, aunque los mercados del capital aceptarían un pequeño impago de dimensiones controladas. "Creo en el euro y en Europa", afirmó también durante su comparecencia en el Fórum Económico de San Petersburgo el día anterior al encuentro entre el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, el pasado viernes en el palacio del Elíseo.

La preferencia del equipo Zapatero, por el momento, coincide con el consejo que el Banco Santander propinara recientemente a los responsables del FESF, el megafondo europeo de rescate: inyectad más capital y luego veremos. Porque, a pesar de su voluminoso aspecto, en los parqués se calcula que la capacidad real del FESF para suministrar liquidez no supera los 250.000 millones de euros ─hay que recordar que, para vender sus propios valores en bolsa, el fondo europeo cumplirá con los requisitos de reservas obligatorias en dinero fresco. Si a Grecia le corresponde unos 180.000 millones, lo que queda en el cesto no persuade a ningún inversor de que sirva de red de salvamento para ninguno de los otros países de la contrita periferia europea.

Beatrice Weder, una de las escasas voces académicas que ha estudiado la contingencia de un mecanismo de reestructuración de la deuda soberana en la Unión Europea, sugiere que "este mecanismo no debería de ser el primer ni el único recurso ante la crisis de la deuda soberana, porque convertiría a los países con una situación económica más débil en objetivo fácil de los especuladores".

"Los beneficios de la restructuración ordenada", opina Weder, "no residen en su supuesta habilidad para resolver la crisis de manera sencilla y sin la urgencia de rescates, sino que previene futuras crisis en una eurozona en la que los principios formales de política fiscal han demostrado ser, desgraciadamente, más bien de poca utilidad". Weder defiende que un sistema de reestructuración diseñado para movilizar los mercados a favor de la disciplina eficiente en el gasto público, en vez de su explotación para extraer mayores intereses, podría evitar el colapso de la moneda única. Advierte, eso sí, que "el mecanismo debe ser independiente de los gobiernos de turno en cada país, porque de otra manera las decisiones se tomarán bajo la presión de contagio de la desconfianza del capital inversor".

PRECAUCIÓN, AMIGO REESTRUCTURADOR

Según Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, "nada es inevitable, ni siquiera la reestructuración. Todo depende del éxito de las medidas de austeridad y del tiempo que se conceda a los países con mayor deuda para devolver los créditos sin sufrir las restricciones que en estos momentos existen en los mercados".

Moody's Analytics ha puesto el cronómetro en marcha, y alerta en Londres de que la crisis de la Unión Monetaria Europea es la mayor amenaza contra la recuperación de la economía global. La Unión Europea, no obstante, todavía podría librarse de su destino cenizo "con una reestructuración coordinada de la deuda soberana, porque el daño infligido por los recortes presupuestarios a la actividad industrial y el consumo van en aumento, mientras que los países con peores índices de endeudamiento luchan cada día contra más dificultades para escapar de la recesión". ¿Se refiere Moody's a Grecia, cuya deuda superará el 150% del producto interior bruto en dos años? La nota de la agencia de calificación no sorprende, sobre todo porque ha sido Moody's quien ha rebajado la valoración griega de A3 a ba1, incluso tras el apoyo comunitario europeo.

En primer lugar, una reestructuración de la deuda del sur europeo afectaría a la banca francesa, que guarda en sus hojas de balance 550.000 millones de euros en bonos soberanos periféricos ─lo que corresponde más o menos al 30% del PIB francés. A la zaga les siguen los alemanes, con 420.000 millones, y los británicos, con 260.000 millones de euros. Son datos de Wells Fargo Securities que, además de dibujar la intrincada maraña de daños colaterales entre las instituciones financieras europeas y los bonos soberanos, ha enviado un mensaje poco conciliador a los inversores norteamericanos.

De acuerdo con Wells Fargo, los inversores minoristas de los Estados Unidos apenas han adquirido 2.000 millones de dólares en deuda nacional española, pero la cifra de dinero colocado en bonos corporativos es de 24.000 millones. Elevado a la dimensión de la periferia europea, el total supera los 70.000 millones, y para la banca del país, el número es de 120.000 millones, en euros, en deuda soberana.

Vamos, que "también aquellos que se han implicado poco en el mercado de crédito soberano pueden sufrir graves pérdidas, puesto que una operación de reestructura de tales dimensiones provocaría el desplome de la calificación de riesgo en el sector privado, lo que revertirá contra los préstamos concedidos". Ya lo explica Ali Ansari, de AG Zurich, a Valencia Plaza: "La eurozona es mucho más que una área económica con moneda común, es una pieza indispensable para la estabilidad global".

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