MADRID (EP-Miguel Martorell). La dicotomía de la santa o la puta. Lady Macbeth. La isla de Formentera. Los comportamientos humanos. Sufjan Stevens. Las mujeres en la mitología. Adan y Eva. La Joven Dolores es un crisol de conceptos y el nuevo disco de Christina Rosenvinge.
Más de veinte años metida en la profesión. "La mejor del mundo", dice. Un oficio que le "entusiasma", por el que se siente una "privilegiada" y en el que, disco tras disco, se siente "como si acabara de llegar".
Sin embargo, cuando finalizaba la gira de 'Tu labio superior', Christina Rosenvinge, se encuentra en crisis. "Escribía unas canciones que me sonaban mediocres; en el momento me gustaban, pero una semana después se caían. Después de cuatro o cinco meses trabajando tenía la sensación de que no tenía disco".
Entonces decidió irse a Formentera. "Sería la inspiración en una higuera", bromea, pero allí culminó, después de años intentando que saliera, Canción del Eco, la historia de una ninfa condenada a repetir lo que escucha y enfrentada a un Narciso contemporáneo que no admite réplica alguna.
Aquello fue el comienzo. Christina había encontrado el pilar base de lo que sería su nuevo disco, La Joven Dolores, que se publica el 25 de enero y que lleva el mismo nombre que el barco que conectaba Ibiza y Formentera en los años 80, cuando esta última todavía era "un paraíso sin explotar".
"LA DICOTOMÍA DE LA SANTA Y LA PUTA"
El último disco de Rosenvinge es un juego en el que la artista adapta "mitos femeninos al mundo presente". Canciones acústicas o con piano, marcadas por autores como Sufjan Stevens o Magnetic Fields, pero con un sonido muy clásico y con las mujeres en la mitología clásica y la Biblia como tema principal de sus letras.
"De la mitología, la Biblia y la mezcla con el ambiente mediterráneo salieron todas las canciones, por eso decidí hacerme la foto de portada en las olas", comenta en una entrevista con Europa Press Christina Rosenvinge, que considera que "en los escritos clásicos los personajes femeninos siempre son histriónicos: O son muy buenos o son muy malos".
"Es la dicotomía de la santa o la puta. Son personajes casi siempre pasivos, como Lady Macbeth o Eva, y tratados muy injustamente. Las mujeres, igual que los hombres estamos llenas de sombras y de grises y tenemos momentos heroícos y miserables", explica la artista, que pretendía mirar a esos personajes "desde dentro, con más compasión y compresión".
Descubrió así comportamientos humanos definidos hace siglos pero que continúan vigentes y que en las historias escritas por hombres en las que aparecían mujeres, el papel de éstas estaba "simplificado". "Por eso es muy importante que las mujeres escriban sobre mujeres y que aporten ese punto de vista", reivindica.
"HAY FALTA DE AMBICIÓN Y RIESGO EN LA MUJER"
"En este momento son las propias mujeres las que tienen que dar el paso adelante. Hay una especie de falta de ambición y riesgo por parte de las mujeres de asumir papeles en los que te expones mucho, eso significa no ser cantante, sino escribir canciones, tocar instrumentos o ser técnico de sonido. En ese sentido hay muy pocas mujeres".
"Pero no creo que los hombres tapen la entrada de mujeres, todo lo contrario, mi experiencia es que los hombres agradecen que haya equilibrio hormonal en las oficinas o en los grupos. Creo que hay que dar un paso al frente por parte de las mujeres", afirma Christina Rosenvinge, para quien lo anterior "está empezando a ocurrir".
"Muchas veces las mujeres somos víctimas de lo que hemos aprendido o de lo que se nos ha inducido por nuestras familias o nuestras propias madres y tiene que haber alguien en esa cadena que la rompa", señala la artista, que cree que los hombres también tiene cierta responsabilidad en la ruptura de ese modelo.
"Los hombres tienen que reivindicar su derechor a cuidar de sus hijos y las mujeres tienen que no renunciar a la ambición profesional por el hecho de ser madres. Es una cuestión de equilibrio que cada empresa o pareja tiene que ver cómo afronta", añade.
"SODOMA DEBÍA SER LA PARTYTOWN DEL MUNDO ANTIGUO"
"Cuando el escritor es un hombre, la mujer es una figura idealizada o denostada, pero en cualquier caso define el papel del protagonista varón", señala Rosenvinge, que confiesa haberse quedado fascinada por la mujer de Lot, convertida en sal tras mirar atrás "hacia una ciudad en llamas y destruida en lugar de huir con su familia y con sus hijos".
"Leí todos los pasajes de la Biblia sobre esta historia, donde se describe a Lot como un hombre muy religioso, pero que en sus actuaciones era terrible: ofreció a sus mujeres en sacrificio a los viciosos de Sodoma, tuvo relaciones sexuales con sus propias hijas -aunque en la Biblia se culpa a las hijas por emborracharle- y tuvo descendencia".
"La Biblia está llena de joyas que si las miras con los ojos de hoy en día es muy divertido cuestionarlas y te das cuenta hasta qué punto todas nuestras bases morales y éticas se pueden replantear y cuestionar", reflexiona la artista, que admite que "la vuelta" que le ha dado a la mujer de Lot es, hasta cierto punto frívola: "Yo pensé que si miraba atrás era porque echaba de menos a un amante que se había quedado en Sodoma, que, por otra parte, debía ser como la Ibiza del mundo antiguo".
El resultado de esa inmersión en los mitos femeninos es "un crisol" que genera cierta inquietud. "Me gusta combinar. Cuando hay amor, hay desamor. Mezclar los extremos, lo más oscuro con un punto luminoso, lo más frágil con lo más fuerte. De esos matices estamos hechos todos y a mí me parece que lo más atractivo es tratar de definir eso en cada persona".
"EN EL NUEVO MODELO HAY QUE INCLUIR A LAS COMPAÑÍAS TELEFÓNICAS"
Hablando de ángeles y demonios, la ministra Ángeles González-Sinde ¿en qué parte del espectro se situaría según Rosenvinge?. "Creo que es una ministra de lo más respetable y que habría que apoyar y ayudar a las iniciativas que tiene", argumenta.
"La Ley Sinde es una principio de algo, pero no acaba de llegar al fondo de la cuestión. En el nuevo modelo de la industria musical hay que tener en cuenta a las compañías telefónicas y a los buscadores de Internet, que hacen el papel de las distribuidoras al hacer que la música llegue a la gente".
"Son ellas las que tendrían que estar favoreciendo un nuevo modelo cultural en el que se sigan fabricando contenidos en buenas condiciones", asegura la artista, para quien todo este asunto es sólo una "cuestión de ética empresarial". "La ley pretende que el usuario asuma una responsabilidad cuando creo que son las compañías telefónicas las que deberían hacerlo".
"Para descargar contenidos necesitas un ADSL potente por el que las compañías te están cobrando un plus que yo creo que deberíamos reinvertir en cultura", considera Christina Rosenvinge, que considera que el "negocio discográfico ha sido tradicionalmente muy oscuro".
En cualquier caso, defiende que la última palabra es de los usuarios, "las víctimas" de la revolución digital y de la nueva situación. "El ciudadano tiene más poder del que somos conscientes. Nuestro poder es qué comparmos y dónde compramos, con esa decisión ya estamos apostando por ciertos modelos empresariales".
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