MADRID (EUROPA PRESS). Una vez superadas las peores cifras de PIB, los más dolorosos incrementos del desempleo y las dudas sobre el sistema financiero, el foco se ha centrado en el nivel de déficit y deuda de España que, a pesar de los últimos aumentos, sigue veinte puntos por debajo de la media de la Unión Europea.
De hecho, el Ejecutivo espera cerrar el ejercicio con un déficit público del 9,3% y con un ratio deuda-PIB del 62,8%, aunque las dudas de numerosas instituciones y organismos internacionales sobre la capacidad de algunos países periféricos de la zona euro han puesto en tela de juicio la solvencia de España.
La primera gran oleada de tensiones tuvo lugar en primavera, cuando los problemas de Grecia desataron los nervios de los mercados, que empezaron a dudar de la sostenibilidad de otros países de la eurozona para hacer frente a sus niveles de endeudamiento, entre los que figuraba España.
Los países del euro reaccionaron a la quiebra del país heleno el 2 de mayo con la activación de un plan de rescate dotado con 110.000 millones para los próximos tres años, aunque insuficiente para calmar a unos mercados obsesionados con el eventual contagio de España y Portugal, que habían sufrido la rebaja de sus notas por parte de las agencias de calificación.
El susto griego y la incesante incertidumbre llevaron a los ministros de Economía de la UE a aprobar un fondo de rescate dotado con 500.000 millones de euros para asistir a cualquier país de la eurozona con problemas para refinanciar su deuda, mientras que los especuladores seguían apuntando a España y Portugal.
Por aquellos días, la prima de riesgo ofrecida por los bonos españoles a diez años aún se situaba en 111 puntos básicos respecto al 'bund' alemán, pero la tensión crecía cada vez más y llevó al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a utilizar una comparecencia en el Congreso el 12 de mayo sobre una misión militar en Afganistán para frenar la especulación.
Zapatero cambió el tema de la comparecencia y aprovechó su intervención para intentar calmar a los mercados con las medidas más duras que ha tomado desde que llegó al poder: la congelación de las pensiones y la rebaja del sueldo a los funcionarios, entre otros recortes sociales, como la eliminación del famoso 'cheque-bebé'.
CAMBIO DE RUMBO EN EL GOBIERNO
Pero el cambio de rumbo en la política del Ejecutivo socialista, muy criticado dentro de las fronteras españolas pero muy aplaudido en el exterior, no fue suficiente para frenar el incremento de una prima de riesgo que siguió subiendo y alcanzó un nuevo máximo en el mes de junio. La situación llevó a Zapatero a realizar un nuevo intento para recuperar la confianza con la publicación de las pruebas de estrés de todo el sistema bancario español.
Los resultados de estos exámenes sí lograron relajar la prima de riesgo, que se mantuvo más o menos estable hasta el mes de noviembre, cuando volvieron a saltar las alarmas sobre la capacidad de otro país de la zona euro para hacer frente a su nivel de endeudamiento. En este caso fue Irlanda el centro de todas las miradas.
Desde entonces, el diferencial del bono español respecto al bono alemán no ha hecho más subir ante el riesgo de contagio a España, incluso después del rescate irlandés, superando el umbral psicológico de los 300 puntos en un día.
Estas dudas, que encarecieron las emisiones del Tesoro español a límites desconocidos desde el año 2007, solo se disiparon ligeramente cuando el presidente del Banco Central Europeo (BCE) anunció la intención de la institución de seguir comprando deuda a los países para despejar las incertidumbres.
En ese mismo momento, el jefe del Ejecutivo español hizo un nuevo guiño a los mercados con más medidas para demostrar que España no es ni será Grecia o Irlanda. Entre estas iniciativas destacan una rebaja del Impuesto de Sociedades para pymes, la privatización parcial de Aena y Loterías del Estado y la eliminación de algunas ayudas sociales, como los 426 euros para los parados sin prestación.
MENOS EMISIONES EN 2011
En este contexto, a lo largo del año el Tesoro ha emitido 62.100 millones de deuda neta, 14.700 millones menos de lo previsto inicialmente. Así, la deuda neta en circulación cierra el año en 540.800 millones de euros, un 2,2% menos que lo previsto inicialmente (553.000 millones de euros).
En 2011, el Tesoro realizará emisiones netas por valor de 47.200 millones de euros para cubrir sus necesidades financieras efectivas, lo que supone un descenso del 23,9% en comparación con 2010. El organismo cubrirá estas necesidades fundamentalmente con bonos y obligaciones, ya que la emisión de letras dará un resultado nulo.
La gran duda es si las medidas anunciadas hasta ahora serán suficientes para relajar las tensiones y reforzar la solvencia de España. De momento, el Gobierno ha prometido que actuará con firmeza y determinación para conseguirlo, aunque le cueste la victorias en las próximas elecciones
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