LONDRES. Emily ha comenzado el segundo trimestre de su primer año de estudios de Publicidad en la University of East London, cuya arquitectura vanguardista ocupa un antiguo muelle de Londres frente al aeropuerto de la City, el barrio financiero: "¡No puedo creer que las universidades se estén planteando la subida de las tasas mientras a los banqueros todavía se les permite repartirse sus bonus!", explica en tono a medio camino de la exasperación y el lamento, "esto no es práctico para la sociedad".
A diferencia del calificativo 'práctico', la definición de 'bonus' es incontrovertible en el Reino Unido. Los diccionarios Oxford y Cambridge señalan que se trata de "una cantidad de dinero extra". O sea, una prima, un paga que se ofrece por añadidura al sueldo habitual.
Por ejemplo, los 7.600 millones de libras esterlinas (cerca de 8.360 millones de euros) que se han repartido este año entre los banqueros de la City. Algunos de ellos pertenecen al grupo global de 400 altos ejecutivos de Credit Suisse que han regado su salario con más de 2.000 millones de euros. Hagan cuentas (y recuerden que en 2009, los bonus de la City superaron los 14.500 millones, o sea, un 40% más que en 2010).
BONUS POR DOQUIER
La prima salarial de Keith Skeoch, director del fondo Standard Life Investments, ha sido de 1,8 millones sobre una nómina de 500.000 euros anuales, y ha corroborado, sin duda, el acierto del gobierno laborista al no combatir en vano contra la cultura de las pagas extra.
Porque precisamente Skeoch se había convertido recientemente en una celebridad popular tras publicar su carta abierta al ministro británico de la City, Paul Myners: "Le expreso mi profunda preocupación por el excesivo volumen de los honorarios que cobran los bancos de inversión... sólo sirven de fuelle para avivar el fuego social", había escrito Skeoch, "cuando se descubren las pagas de los banqueros". En efecto, nadie mejor que él para denunciarlo.
Y qué decir de las primas de entre 66.000 y 86.700 euros que han recibido 390 doctores en 2010, dinero fresco de las arcas de la sanidad pública. Mark Wallace, portavoz de Taxpayer Alliance (la Asociación del Contribuyente) asegura que "estos bonus forman ya parte permanentemente de los sueldos de estos médicos, así que son inútiles si lo que pretendemos es mejorar su rendimiento".
Pero en esta isla de la Gran Bretaña, hasta el profesorado se garantiza primas: la Asociación de Profesores trata estos días de excusar el millón y medio de euros en extras que el Science College de Brent, una de las demarcaciones de Londres, ha distribuído a su personal académico desde el año 2003.
La práctica de los bonus se puede contemplar en toda su gloria precisamente en el organismo que, por mandato del gobierno del Reino Unido, se encarga de vigilar las irregularidades de la City. El regulador de los servicios financieros, FSA, otorgó a su plantilla estipendios extra por valor de 22 millones de euros en 2009.
Así, no es extraño que mientras sus vecinos del Viejo Continente arremeten contra los bonus de la banca y las corporaciones internacionales, Londres prefiera sacar tajada. Justo antes de que el primer ministro, Gordon Brown, desvelase esta semana la fecha de las elecciones generales (se celebrarán el 6 de mayo), su chancellor de Economía, Alistair Darling, enardió victorioso su impuesto único del 50% sobre todos los bonus que excedieran los 27.500 euros en 2009 y que se pagasen a banqueras y banqueros británicos o internacionales trabajando en la City. La previsiones oficiales apuntaban una recaudación de 600 millones de euros, pero el 'botín' completo ha ascendido a 2.200 millones...
Y Darling los inyectará directamente en un programa de apoyo a la pequeña y mediana empresa, una de tantas promesas firmadas con meses de anterioridad y para la que, según acusaciones de la oposición conservadora ─puede que con alguna razón─ no había presupuesto suficiente. Pues ahora sí.
VIVAN LOS BONUS
La búsqueda de un mecanismo para terminar con la adicción a los bonus y su contagio se antoja complicada. A preguntas de Valenciaplaza.com, Frank Feather, ex asesor financiero, contesta con dureza: "Todos los bonus deberían estar prohibidos en el sector de la banca, a menos que se trate de una prima colectiva a la que tenga acceso toda la plantilla y que represente un pequeño porcentaje de los beneficios. De otra manera, los banqueros comienzan a ser 'creativos' con el dinero de sus clientes... e incluso con dinero que no existe, como el de los productos derivados".
Ross Walden, que es inversor, mantiene un criterio bien diferente: "¿Por qué los gobiernos del Reino Unido y de Europa se interesan ahora tanto por lo que es moralmente defensible o no?" En su opinión, "hay dos razones por las que los bonus son buenos. Primero, porque incrementan la capacidad individual de crear riqueza y trabajos; segundo, porque se les puede aplicar impuestos".
Los estudios de las universidades inglesas son inconclusos, sin embargo. El profesor Kevin Hallock, en el Journal of Finance de Cambridge University, menciona que "se da la coincidencia entre las compañías con vínculos comerciales, de que el intercambio de directivos mejora la situación salarial a través de pagas extra que sirven de refuerzo para sus relaciones económicas y sus resultados generales".
Una investigación realizada por la University of York en 2007 indica que los accionistas con mentalidad de largo plazo restringen fuertemente los bonus de sus directivos pero, en vez de conseguir que la empresa estabilice las cuentas, provoca la caída de su productividad. En 2009, según Cornell University, las consecuencias de intentar recortar las primas salariales de la comisión ejecutiva en las compañías británicas, fueron negativas: los bonus nunca se redujeron, simplemente se aumentaron los dividendos y los balances quedaron desprovistos en el peor momento de la crisis del crédito.
Tim Linacre, director ejecutivo del banco inversionista Panmure Gordon & Co, piensa que el debate, además, es injusto al colocar a toda la City en un mismo saco: "El gobierno debe actuar como el accionista que es en aquellos bancos que se han rescatado con dinero público, pero muchas firmas financieras menores han sufrido grandes recortes y, no obstante, han luchado para sobrevivir sin ayuda estatal. ¿Por qué se les ha de controlar también sus bonus ahora que salimos de la recesión?".
El primer ministro, Brown, conoce una respuesta virtualmente infalible: el sector financiero británico entero se habría hundido sin los 1,4 billones de euros del Tesoro que han impedido la sequía mortal del capital. Y todos, sin excepción, habrán de devolverlos. En la City, y en el resto de centros financieros europeos.
Brown defiende un "impuesto contra el riesgo sistémico que necesariamente se cobrará de forma coordinada y global, para minimizar cualquier posible distorsión competitiva". Los laboristas británicos ya han demostrado que funciona, y Alemania ha establecido comparaciones, aunque de momento sólo sobre el papel, para afirmar que podrían extraer 1.200 millones de euros si replicasen la experiencia del Reino Unido en su propio motor financiero, en Frankfurt.
Habrá que ver cómo evoluciona el debate en los próximos meses. Las opciones a día de hoy son la prohibición ─legalmente intrincada y con efectos imprevisibles─ de los bonus bancarios, o pasarlos por el cedazo estatal para recoger una parte. Y sólo hay que hechar una mirada a las deudas soberanas para intuir la preferencia de los gobiernos europeos.
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