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VALENCIA. Russafa Escènica, el festival de otoño de las artes escénicas valencianas, llega a su quinta edición con una propuesta que se compone de 25 estrenos que girarán en torno a un solo concepto: la familia. O, mejor dicho, las familias, ya que la muestra pretende reflejar la pluralidad en la configuración de clanes en la actualidad.

Las obras, que serán representadas entre el 17 y el 27 de septiembre en el emblemático barrio, se dividen en 18 "viveros" (piezas de unos 25 minutos de duración y aforo reducido), 6 "bosques" (piezas de unos 60 minutos con un aforo mayor) y un "Invernadero". Este último consistirá en un taller de creación teatral para alumnos de teatro y danza impartido por la directora y actriz Eva Zapico, que presentará la pieza La mejor familia del mundo.

El festival, avalado por los más de 10.300 espectadores de la pasada edición, estrena acuerdo con la Universitat de València, que albergará en el histórico edificio de La Nau parte de la programación complementaria en forma de conferencias y jornadas formativas. Antonio Ariño, vicerrector de Cultura e Igualdad, destaca la valentía de un proyecto que nació hace 5 años, en plena crisis económica, y que refleja "la capacidad de la gente para unirse y llevar a cabo una nueva cultura".

En este sentido, la organización del festival pone de relieve que el 85% de su presupuesto proviene de la autogestión y de la colaboración entre algunos agentes sociales de Russafa, los locales que sirven como escenario a las obras y los artistas que participan en ellas. Se trata, según el director de producción Ximo Rojo, de un "proyecto singular", ya que canaliza "el esfuerzo de la ciudadanía que reivindica el uso de espacios y recursos".

Por su parte, Jerónimo Cornelles, director artístico de Russafa Escènica, defiende que, si bien el festival ha servido en ediciones anteriores como "trampolín" para artistas noveles, en la actualidad cuentan también con la participación de nombres consolidados como Zapico o Víctor Sánchez, creador de la exitosa Nosotros no nos mataremos con pistolas. Sin embargo, en referencia al crecimiento del festival, reconoce que "hemos llegado a un punto donde no podemos seguir solos, necesitamos a las instituciones".

EN ALERTA POR LA GENTRIFICACIÓN

Entre las actividades paralelas de la muestra, coordinadas por Ana Sanahuja, se encuentra una visita guiada por Russafa crítica con el proceso de gentrificación y con el concepto de "barrio cultural". "Un barrio es un barrio mientras tenga ferreterías y queremos demostrar que aquí todavía las hay", explica Sanahuja.

La visita, dirigida por un arquitecto que ha estudiado este fenómeno en barrios de otras ciudades como el Born de Barcelona, recorre algunos edificios históricos de Russafa, así como las múltiples reformas que han tenido lugar en los últimos años o los locales clásicos que han desaparecido. "No es que estemos yendo a peor, pero debemos estar alerta y preservar ciertos espacios como el mercado", declara Sanahuja.

La organización del festival se distancia así de la "gentrificación mala" relacionada con el ocio nocturno y los problemas de ruido y considera que es injusto que propuestas como la suya, Russafart o Ruzafa Loves Kids se metan en el mismo saco que los bares y las discotecas. Además, defienden que representantes de la muestra han colaborado con la Plataforma per Russafa y han participado en la reivindicación vecinal de las Naves de Ribes.