VALENCIA. Todos los ojos de la industria y de la cinefilia están posados hasta el próximo 19 de septiembre en el Festival de Toronto. Desde su modestia primigenia, la cita canadiense ha ido tomando cuerpo hasta alcanzar las hechuras del segundo festival de cine más importante tras Cannes. Y con una ventaja con respecto al hogar de la Palma de Oro, su mayor proximidad temporal a los Premios de la Academia. Alcanzadas las 40 ediciones, el TIFF ejerce de escaparate de las películas con opciones a los Óscar.
El oro, la plata y el bronce se cuelgan indistintamente de los cuellos de Trumbo, Spotlight y Truth, tres cruzadas éticas basadas en hechos reales y recogidas convenientemente por el celuloide en tiempos de crisis moral. La primera es un biopic sobre el guionista de clásicos como Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953) y Espartaco (Stanley Kubrick, 1960). Bryan Cranston esquina a su Walter White de Breaking Bad en su emulación del excéntrico, genial e íntegro Dalton Trumbo, junto a un reparto plagado de sosias del Hollywood dorado, como Kirk Douglas, John Wayne, Otto Preminger y Edward G. Robinson. El drama de los llamado "los Diez de Hollywood", objeto de ostracismo por sus convicciones ideológicas durante el macarthismo. es un bombón para los académicos, ávidos de resarcir a los damnificados por uno de los ataques más desaforados e injustos contra la libertad de expresión en EE.UU.
LECCIONES PARA SER UN BUEN PERIODISTA
Spotlight también hace hincapié en el resarcimiento a víctimas, pero su foco ilumina con más fuerza la relevancia social del buen periodismo. Los reporteros del Boston Globe vieron reconocido con el Pulitzer 2003 al servicio público su esfuerzo denodado por destapar los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas de Massachussets y soterrados por la archidiócesis de Boston. Su se recoge ahora en un drama periodístico en la línea épica de Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976). Entre las convincentes interpretaciones de su elenco coral, destaca un Michael Keaton comedido y veraz en su papel de jefe de la unidad de investigación del periódico.
Truth completa el podio de futuribles candidatas y subraya una tendencia en la programación de este año: la de poner en valor el trabajo de la prensa.
Así sucede con Black Mass, basada en la comprometida investigación realizada por los también periodistas del Boston Globe Dick Lehr y Gerard O'Neill, hasta destapar el vínculo entre el FBI y el mafioso Whitey Bulger, también con el documental del periodista Avi Lewis This Changes Everything, plasmación audiovisual del libro homónimo de la activista Naomi Klein sobre el cambio climático, así como en el thriller de Stephen Frears The Program, donde se recrea el trabajo del redactor jefe de la sección de deportes de The Sunday Times, David Walsh, que desenmascaró el programa de dopaje más sofisticado de la historia del ciclismo, el practicado por el siete veces campeón del Tour de Francia Lance Armstrong.
En el caso de Truth, se reproduce la tormenta informativa desatada en vísperas de la reelección de George W. Bush por la emisión de un programa especial en la CBS donde se informaba del trato de favor recibido por el presidente para no ir a la Guerra de Vietnam.
La productora del programa 60 Minutes, Mary Mapes y el presentador Dan Rather, interpretado por Robert Redford, se enfrentaron a acusaciones de falta de veracidad y a la frustración de convertirse ellos mismos en noticia, lo que supuso desviar la atención del verdadero escándalo.
El filme, como los anteriormente mencionados, reivindican los cimientos del periodismo en tiempos de crisis estructural y coyuntural del oficio, instando a la búsqueda de la verdad a pesar de óbices económicos y políticos.
Si la película no le supone la nominación a mejor actriz a Cate Blanchett será porque es candidata por el drama lésbico de Todd Haynes Carol,
NAME-DROPPING
Otros nombres femeninos que suenan en las especulaciones de Toronto son los de Sandra Bullock, quien alterna eficazmente el drama y la comedia en su papel de consultora política en Our Brand is Crisis, y Brie Larson, que podría optar a candidatura por su traumatizada cautiva en Room en el cupo que los Oscar siempre reservan al cine independiente.
Entre el cacareo de nombres con opciones a candidatura a mejor actor y actriz, los gallos del corral son Matt Damon por su Robinson Crusoe del espacio en Marte (The Martian), Idris Elba por su despiadado a la par que carismático comandante en la primera película de ficción de la plataforma online Neflix, Beasts of No Nation, Eddie Redmayne en pos de la reválida en La chica danesa, Johnny Depp por su acerada interpretación del sociópata Whitey Bulger en Black Mass, y Tom Hiddleston, que borda el acento, la pose y el rasgueo de guitarra del Hillbilly Shakespeare Hank Williams en I Saw the Light.
CINE QUE SUENA
Precisamente, los tributos musicales han sido otro de los fuertes del TIFF. En el género de la ficción, además de la película dedicada al icono de la música country, Ethan Hawke se ha trocado en el autodestructivo trompetista Chet Baker en Born to Be Blue. La cinta, a medio camino entre el biopic y la invención, especula con un periodo de sobriedad en la dinámica heroinómana del pionero del estilo cool en el jazz. Su planteamiento resulta coherente teniendo en cuenta la tendencia a la inventiva del llamado ángel desdentado.
En el terreno del documental se han programado documentales dedicados a la vida de Janis Joplin, el proceso de grabación de los discos de Keith Richards, el rockumental de Netflix Under the Influence, y Arcade Fire, la decepcionante The Reflektor Tapes, y episodios vitales de la reina del R&B Sharon Jones, durante su año de batalla contra el cáncer, y el chelista Yo-Yo Ma, en su continua forja de una comunidad creativa.
El gran chasco de la edición ha sido la suspensión judicial de las proyecciones de Amazing Grace, que muestra el making of del álbum de góspel homónimo de Aretha Franklin. La película suma ya cuatro tortuosas décadas de problemas legales desde que en enero de 1972 Sidney Pollack acudiera a la iglesia New Bethel Baptist Church de Los Ángeles para grabar frente a una congregación su histórico disco. El pase hubiera sido único, porque los abogados de Aretha ya habían conseguido bloquear su programación en el Festival de Telluride. En el comunicado oficial, los programadores del TIFF declararon: "Nos decepciona mucho que el público de Toronto no pueda ver esta extraordinaria obra de arte. Las imágenes de la película son verdaderos tesoros cinematográficos de la música del siglo XX y esperamos que las audiencias globales tengan la oportunidad de experimentar esta película una vez se halle una solución". En declaraciones extraoficiales a la revista Screen, el director de programación de la sección espetó: "Me he quedado dándole vueltas a que se había fumado el juez".
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