VALENCIA. Sostenibilidad, remuneración en diferido, regeneración democrática, optimización de recursos... Todos hemos escuchado estas palabras en el último lustro. Pertenecen al argot político habitual de estos años de crisis económica, según unos; de estafa, según otros. Los eufemismos son odiosos. Y estos especialmente. Así lo cree el fotógrafo Andrés Castillo (Valencia, 1955). "Me cabrea mucho que los políticos empleen frases que intentan enmascarar la realidad", comenta.
Castillo, Casti para los amigos, es un veterano del fotoperiodismo valenciano. Ha expuesto y ha participado en diversos proyectos, entre los cuales cabe citar Mundo y Misterio de la Fiesta, sobre el Misteri d´Elx, inaugurada en la Lonja de Valencia y exhibida también en la Sala del Tinel de Barcelona y la Academia de España en Roma. Autor del diaporama de las salas y del Museu de la Valltorta y del fondo documental de este centro, en 2006 presentó Barra libre en la Sala La Gallera de Valencia, de la cual cuatro fotografías pasaron a formar parte de la colección del IVAM.
Este martes inaugura su nueva exposición, Recortes, que se podrá contemplar hasta el 25 de octubre en la sala de la muralla del Colegio Mayor Rector Peset de Valencia. La muestra se compone de 27 fotografías, seleccionadas entre medio centenar de originales, en un conjunto en el que ha apostado por fragmentos de imágenes para retratar esa crisis descrita con juegos de palabras que intentan minimizar la amarga realidad.
Su intención ha sido dejar patente el drama social de los años del austericidio, si bien lo ha hecho desde una óptica poco habitual. "Podría haber retratado el tema de los recortes desde un fotoperiodismo clásico. Sólo tenía que haberme ido a los barrios del extrarradio y haber fotografiado a niños descalzos, a la gentes pidiendo, hurgando en los contenedores... He huido de eso. Quiero dar otra visión del problema".
UNA MIRADA CRÍTICA
Como el propio Castillo explica, las imágenes están concebidas para que sea el espectador el que rellene los huecos. "Estamos en una época en la que el lenguaje visual está muy asimilado por la gente. Ya no necesitamos ver un garito lleno de humo para retratar un local de gángsters".
Es el caso de su exposición. Título y obra están unidos indisociablemente. Van en un conjunto. "Las fotos son un fragmento, son como un icono. La intención es que esos fragmentos sean capaces de contar una historia. Mi intención es que con ese simple fragmento, el espectador se pueda inventar la historia de lo que narra la imagen".
El resultado es una impresionante colección de imágenes en las que la verdad reside en el lenguaje corporal. Una mirada crítica, pero con un alto valor narrativo y artístico, tal y como destaca Martí Domínguez en la presentación de la exposición.
En un tiempo como el actual en el que todo el mundo se ha acostumbrado a posar, en el que se controlan los gestos, Castillo cree en los gestos nimios, en cómo apoyamos un brazo, cerramos un puño... "Controlamos más nuestros rostros. La cara, y más en esta sociedad de la imagen, los gestos faciales están medidos; sobre todo si hay cámaras delante. Pero con el cuerpo no tenemos tanto control sobre él. Hay gestos del cuerpo que hablan tanto de la persona como la cara", comenta, "expresan una realidad que no llegamos a maquillar".
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